domingo, 3 de marzo de 2013

No acatan sus propias reglas

Académicos de RAE
ahora escriben con
faltas de ortografía

Se podría decir que los miembros de la Real Academia de la Lengua, escriben sus textos con faltas de ortografía ya que no acatan las propias normas que dieron para el común de los mortales y que figuran en su nueva Gramática española de 2010.

Preparaban el diccionario
 Así lo hace notar por lo menos, el erudito Salvador Gutiérrez al señalar que “los consejos de la Academia en la nueva Gramática española, no tienen predicamento”, citado por Peio H. Riaño, en un artículo publicado en El Confidencial.

En efecto, hace tres años, la Academia dispuso que los pronombres demostrativos, por ejemplo éste o el adverbio sólo, se escribieran sin tilde, algo que los humanos comunes y silvestres acatamos como una orden superior.

En “El alfabeto perdió dos letras” (Podestá te cuenta-10 de noviembre de 2010), comentamos que “hay sorpresas y confirmaciones” en el nuevo diccionario. “Por ejemplo, se reafirma que solo se escribirá sin tilde. Ya no habrá aquella diferencia a la que muchos tradicionalistas se apegaban de poner tilde en sólo “cuando remplazaba a solamente”, como nos decían nuestros maestros. Del mismo modo los pronombres ese, este y esta ya no llevarán tilde jamás”.

Los académicos dictan aquí normas inapelables
Riaño dice que los académicos son “insumisos” para con las propias normas que dictaron y cita unos ejemplos que vale la pena destacar.

“Tampoco ha querido aceptar los consejos Javier Marías, sillón R (de la Real Academia de la Lengua), quien en la nota previa del libro de cuentos de reciente aparición, Mala índole (Alfaguara), asegura: ‘Sólo concibo escribir algo si me divierto, y sólo puedo divertirme si me intereso”, critica Riaño.

Lo propio ha hecho otro académico. Riaño insiste: “El venerable José Luis Sampedro, académico en el sillón F, trazó en el prólogo de Indignaos (Destino) –el best seller de no ficción de Stéphane Hessel– un panorama democrático desolador pero sin perder la esperanza de rebautizarlo, al tiempo que dejaba claros cuáles son sus accidentes gramaticales: ‘Esto es Europa, cuna de culturas. Sí, ése es el escenario y su decorado. Pero ¿de verdad estamos en una democracia? (…)

 
'Mataburro'... si le caen en la cabeza lo matan (al burro)
Prosigue: “Arturo Pérez Reverte no ha perdido ni una de sus tildes en su asiento T. En El tango de la guardia vieja (Alfaguara) vemos a su protagonista Max Costa abordar a una mujer que pasea sola a lo largo de la borda de un barco, cuando el académico se salta el consejo:
“-Fue agradable- dijo inesperadamente.
“Max logró reducir su propio desconcierto a sólo un par de segundos.
“-También para mí- respondió.
“La mujer seguía mirándolo. Curiosidad, era tal vez la palabra”.

El autor del artículo añade: “La revuelta silenciosa de los académicos continúa por Antonio Muñoz Molina, de quien leímos en La noche de los tiempos (Seix Barral): ‘No está bien que tú digas eso. Los militares y los falangistas se han levantado contra la República. Sólo porque tienen la ayuda de Mussolini y de Hitler no han sido derrotados todavía’.

Luego recuerda que el académico “Salvador Gutiérrez aclara que la decisión de aconsejar abandonar el uso de estas tildes se basó en criterios científicos. Lo que no explica es cómo es posible que éstos –lamento el arraigo a estas tildes– se incumplan por sus propios integrantes. Si son los usuarios los que marcan el hábito de la lengua y encuentran el modelo leyendo a los escritores en castellano más científicos –y más célebres– no es extraño que lo que podría haber llegado a ordenanza quedase en sugerencia”, apunta el escritor.

Si los académicos incumplen sus propias reglas ortográficas basadas en presuntos “criterios científicos”, ¿nos quedaría a nosotros, simples mortales, seguir su ejemplo?

Si eso ocurriera, Dios nos coja confesados porque ni el papa que vendrá podría desenredar el chongo(*) gramatical que se armaría en escritos comunes, literarios, periodísticos y académicos, ¿no cree usted?

(*) Nota – Por si acaso, el término chongo que acabo de usar está legalizado por el Diccionario de la Real Academia en una acepción coloquial que significa escándalo (alboroto) y prostíbulo en el Perú. Chongo en Guatemala significa rizo de pelo, en Honduras y México, moño de pelo, y en Puerto Rico, caballo malo, ordinario, de poca fuerza y en otra acepción racimo de plátanos de calidad inferior. (Luis Eduardo Podestá).


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