Quince miembros de
la orden recibieron
diplomas del Colegio
de Periodistas de Lima
y brindaron con el
Ponche de los libertadores
En
reconocimiento a su medio siglo de labor periodística, 15 hombres y mujeres de
prensa, entre ellos dos a título póstumo, recibieron el homenaje del Colegio de
Periodistas de Lima que preside Ricardo Burgos, en la antesala de las Fiestas
Patrias 2019, cuando se hizo un brindis con lo que la entidad llamó el “Ponche
de los Libertadores”.
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Un millón de gracias por haber hecho buen periodismo |
Dos
periodistas, Eduardo Deza Ormeño y Ernesto Chávez Álvarez, recibieron el
diploma y el homenaje de sus colegas a título póstumo.
Fueron
distinguidos, además, Mario Fernández Guevara, Humberto Rivera Álvarez,
Alejandro Rony Guerra Meza, Jorge Sandoval Córdova, Raúl Dreyfus Arévalo,
Celinda Barreto Flores, Fernán Salazar García, Fernando Cervantes Valencia,
Félix Delgado Narváez, Isabel Bautista Arroyo, Roberto Mejía Alarcón, Edgardo
de Noriega Mastrókalo.
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Cumplieron medio siglo de trabajo |
Conozco a
la mayoría de los colegas homenajeados, por lo cual, apoyado en mi memoria,
procuraré hacer un recuerdo especial, con la esperanza de que aquellos a quienes
no mencione sepan perdonar la omisión debido a que, de acuerdo a normas periodísticas
hartamente conocidas, uno solo debe escribir de lo que conoce.
A Humberto
Rivera lo conocí cuando él trabajaba en la desaparecida La Prensa y cultivamos
nuestra amistad en frecuente asistencia a la sede de la Federación de
Periodistas del Perú (FPP) y cuando esta gloriosa institución gremial tenía presencia
nacional y se ganó el respeto de los peruanos.
Contendores en
elecciones
Fuimos contendores
en elecciones, que antes se celebraban legal y libremente, ante la expectativa
de la opinión pública, por el cargo de Secretario General del Centro Federado
de Periodistas de Lima
Luego del
indeseado cierre de La Prensa, Rivera editó una exitosa revista, que creo
subsiste hasta hoy, constituyéndose en una publicación de muy larga vida en el
universo periodístico de la llamada prensa no diaria.
Con Jorge
Sandoval me une una antigua amistad, que renovábamos en las sesiones
mensuales del Club de Periodistas del Perú. Sé que lleva actualmente una activa
vida periodística en la empresa privada por lo que le extiendo mi abrazo y
felicitación.
A Celinda
Barreto, la conozco desde cuando ella trabajaba en La Prensa y acudía a las
actividades de la FPP.
Reproduzco
un resumen de un mensaje que emitió en la red, en torno al reconocimiento de su
larga actividad periodística: “Quiero expresar mi profundo agradecimiento al
Colegio de Periodistas de Lima, por el reconocimiento a mis 50 años de
ininterrumpida labor periodística.
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Celinda. Otra distinción |
“La
ceremonia de anoche (martes 23 de julio) fue muy emotiva, como se lo he hecho
saber a mi colega y amiga Ligia López de Castilla, directiva de la institución,
pues nos permitió encontrarnos a colegas de varias generaciones y porque es muy
importante que nuestra labor sea reconocida.
“Además de
trabajar en La Prensa, (…) y otros medios de comunicación peruanos, he tenido
el privilegio de trabajar en España, en la agencia de Noticias ANSA, junto a
Marcello Onganía (…).
“Por todo
esto y por haber trabajado también en (…) la línea aérea VARIG, también hoy
desaparecida, he tenido la oportunidad de visitar muchos países del mundo, por lo
que me siento muy agradecida a esta profesión que tuve el acierto de escoger
cuando era casi una adolescente.
Periodista de embajada
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Cervantes: merecido diploma |
Con Fernando
Cervantes Valencia me une una vieja amistad, acentuada durante los años que
trabajé en la agencia Associated Press (AP) y él desempeñaba funciones periodísticas
en el área de comunicaciones de la embajada de los Estados Unidos.
Continuamos
esa camaradería a través de esporádicos mensajes en las redes sociales, y nos
seguimos en el tiempo y la distancia, que no han podido mermar esa amistad.
A Isabel
Bautista Arroyo, Chabuca, la conozco desde cuando ella trabajaba en Última
Hora y, por las noches, volvía a su domicilio, en un señorial edificio de la
Plaza San Martín, donde un entrañable amigo, el abogado y periodista de la
France Presse (AFP), Diógenes Puente de la Vega, tenía su estudio y su voluntad
de no decir nunca no para reuniones de viernes por la noche, de juego de dados
y largas tertulias de música y cerveza.
Ella
llegaba al edificio alrededor de las siete u ocho de la noche, luego de
completar su jornada en la cercana Última Hora y se encontraba con quienes estábamos
a la espera de que se completara el grupo habitual de los viernes.
Chabuca también
era concurrente periódica a las actividades que programaba la FPP de activa
vida gremial en el país y nos veíamos en ese escenario con la frecuencia que
nos reclamaba nuestra convicción institucionalista.
Con Roberto
Mejía Alarcón tuvimos frecuentes contactos cuando, en mi calidad de
presidente de la Federación de Periodistas, y él como presidente de la
Asociación Nacional de Periodistas (ANP), concertábamos acciones en los primeros
años de la dictadura fujimorista para recuperar ciertos beneficios que el
gobierno había arrebatado a las instituciones.
En las
ocasiones que tuve de concurrir a la sede de la ANP, recibí siempre el abrazo
cordial de Roberto en señal de la recíproca amistad que nos une.
Con Edgardo
de Noriega Mastrókalo nos une una vieja amistad de casi medio siglo. Nos
conocimos en la redacción de Correo de Lima donde era estimado por su
cordialidad diplomática, un tanto extraña, en un medio en que la confianza se traducía
con frecuencia en bromas, pesadas y ligeras.
También
era gremialista y lo vi con frecuencia en los predios de la FPP y en las
sesiones-almuerzo mensuales del Club de Periodistas, cuando teníamos ocasión de
abrazarnos y decirnos salud en medio del ambiente de fiesta que esas ocasiones nos
brindaban.
Los que ya no se
encuentran aquí
Y con emoción
me entero de que dos colegas y amigos, Eduardo Deza y Ernesto Chavez, ambos desaparecidos
de este mundo, también fueron distinguidos por el Colegio de Periodistas de
Lima, a título póstumo.
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Deza. a título póstumo |
De Eduardo
Deza, sé que trabajó en la agencia Andina. Nuestros encuentros siempre se
produjeron alrededor de una mesa donde se debatían cuestiones profesionales con
la presencia de unos tragos.
Siempre
hubo entre nosotros una amistad renovada cada vez que, en cualquier lugar de
los que solíamos frecuentar los periodistas, nos dábamos un abrazo y nos
decíamos ¡salud!
Con Ernesto
Chávez nos conocimos en la redacción del viejo Expreso de la sexta cuadra
del jirón Ica. Era uno de los más jóvenes y en la época en que llegué a Expreso,
en los primeros años de la década de los 60s, él ya estaba allá como reportero.
Era uno
de los más jóvenes de la redacción junto a Rony Guerra, Marcos Roncagliolo y
Miguel Mantilla.
Muchos
años después, lo encontré en Crónica Viva, el periódico radial de la ANP, donde
se distinguía por su lucha sin tregua por la libertad de prensa y por la
defensa de los periodistas atropellados por las autoridades en las localidades
de lo más profundo de nuestra patria.
No sé
rezar, por lo que a Ernesto Chávez y Eduardo Deza, le rindo el silencioso
homenaje de mi cariño y mi recuerdo.
Rony, la cereza del
pastel
He dejado
para el final a Rony Guerra, porque aparte de la antigua amistad y camaradería
que nos une, es Ministro Plenipotenciario de la Cofradía del Palacio, una
entidad que presido vitaliciamente y de facto y que reúne con frecuencia que
quisiera ser semanal a varios periodistas de distintas tiendas, edades y tendencias.
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Rony y decanos Max Obregón y Ricardo Burgos |
Rony fue
redactor de Expreso en la lejanía de los años 60s cuando a mí me tocó
desempeñar en se diario un cargo jerárquico.
Desde entonces
hasta hoy hemos cultivado una amistad inquebrantable, solo interrumpida cuando
los males de uno u otro, prohibían la asistencia a las sesiones de la Cofradía.
Me agradó
que un alto miembro de la Cofradía fuera distinguido por sus 50 años de periodista,
y que a pesar de una grave contingencia en su salud, se mantuviera trabajando
diariamente como si estuviera al comienzo de su carrera.
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Rony con Lidia (izquierda) y una amiga |
Rony
estuvo a las puertas del cementerio si no hubiera sido atendido a tiempo y con
verdadera pericia profesional, cuando sufrió un infarto cerebral en junio del
año pasado. Pero dejemos que él mismo nos cuente lo ocurrido. Ahí va un breve
mensaje enviado especialmente para esta nota.
Gracias Instituto de
Ciencias Neurológicas
“20 de
junio de 2018
“Hace
aproximadamente 12 días, sufrí un infarto cerebral que podría haberme llevado a
la tumba si no interviene de inmediato el servicio de emergencia del Instituto
Nacional de Ciencias Neurológicas.
“Inicialmente,
por estar cerca de mi domicilio acudí de inmediato con mi compañera (Lidia
Bonilla) al servicio de emergencia del Hospital Arzobispo Loayza.
“¡Oh!
Decepción. En dicho nosocomio ordenaron de inmediato una tomografía, pero el referido
aparato está malogrado desde hace dos años.
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Rony Guerra: Ministro de la Cofradía del Palacio |
“No sabía
dónde acudir, sentía morirme. Sin embargo, una paciente que se dio cuenta de la
gravedad de mi situación, me aconsejó que acudiera rápidamente al Instituto
Nacional de Ciencias Neurológicas.
“Como
dije anteriormente la atención fue excelente de parte de los médicos de
emergencia que ordenaron mi internamiento inmediato en la sala La Virgen.
“Luego
empezaron los exámenes de todo tipo para determinar el por qué se produjo el
infarto cerebral.
“Quiero
agradecer a ese excelente equipo médico que dirige la ex ministra de Salud
Pilar Mazzetti, a la jefa de sala La Virgen, doctora Ana María Plascencia, al
doctor César Solís, doctora Rosa Ecos y demás profesionales, personal técnico y
auxiliares de ese prestigioso centro médico.
“A todos
ellos mi eterno agradecimiento por el profesionalismo que demuestran diariamente
en sus labores.
“Nuevamente
gracias Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas.
Gracias
también por habernos devuelto a un colega que sigue peleando a la antigua, en un
periódico que -lo sabemos de sobra- no admite retrasos en el cierre.
Luis Eduardo Podestá
(Imágenes
de Lidia Bonilla y archivo)