miércoles, 16 de julio de 2008

Ratones viajeros del espacio



Pedro Paulet, el pionero
arequipeño de los viajes espaciales

Nuestros sueños aunque parezcan
difíciles o imposibles
pueden hacerse realidad

Pedro Paulet Mostajo



Se puede afirmar que los primeros viajeros del espacio fueron los ratones que Pedro Paulet Mostajo (ilustración, dereha), instalaba en sus cohetes cuando, a los 11 años de edad, en su natal Tiabaya, Arequipa, desarrollaba experimentos para demostrar que los aviones a chorro iban a ser una realidad dentro de más de medio siglo.
Paulet, reconocido hoy como el precursor peruano de los viajes interestelares, era un niño aún cuando comenzó aquellos experimentos que lo llevarían a los altares de la ciencia universal.
El día de su nacimiento, el 2 de julio 1874 se recuerda como el Día de la Astronáutica Peruana. El último 2 de julio autoridades militares y civiles del distrito de Tiabaya, lo recordaron en un homenaje que le rindieron ante su monumento levantado en la vía de entrada a ese distrito.
Pero no hay un parque, avenida, o simple jirón en Lima o calle en Arequipa que lleve su nombre. Solo a la entrada de Tiabaya, en una pequeña y encantadora placita recientemente remodelada, hay un pequeño obelisco y una imagen dorada que nos recuerda que el sabio Pedro Paulet Mostajo, nació y vivió allí los primeros años de su vida.

El monumento a su memoria en el distrito de Tiabaya




En Arequipa, que se sepa, tampoco hay una avenida, plaza o monumento que recuerde a este pionero de la ciencia, que murió cuando esperaba que la burocracia lo elevara un nivel en el escalafón de servidores del estado. ¡Vaya reconocimiento!

Una avenida llamada Paulet

Ahora los vecinos de la calle Junín, en cuya primera casa entrando a mano izquierda, se hallaba la casa en que nació y vivió Pedro Paulet, anuncian que solicitarán al Municipio de Tiabaya, denomine con la efigie y nombre del hombre de ciencia a la avenida de ingreso al distrito, que hoy se llama simplemente Panamericana, cuando no es un tramo de aquella carretera, o kilómetro 8, que tampoco dice mucho.

Óscar Gonzales Málaga y Abdón Zúñiga Alatrista, vecinos empeñosos




Óscar Gonzales Málaga, periodista autor de varios trabajos acerca de Paulet y tan indignado como yo por la falta de gratitud del país hacia uno de sus más notables hombres de ciencia, y Abdón Zúñiga Alatrista, residentes de la calle Junín, prometieron hacer todos los trámites posibles ante las autoridades de Tiabaya y Arequipa, para que en adelante, la imagen de Paulet no sea olvidada y, por el contrario, su biografía y sus inventos, sean incluidos en un curso para que los estudiantes conozcan quién fue y qué hizo y cómo rechazó la fortuna y el bienestar para él y los suyos cuando el precio de obtenerla era dejar de ser peruano.

Carrizo relleno con pólvora

En los experimentos que realizaba en su nativa Tiabaya, Arequipa, mil kilómetros al sur de Lima, utilizaba trozos de carrizo rellenos con pólvora reciamente atados con hilos encerados, para lanzar cohetes al espacio con el peso adicional de roedores, piedras o trozos de metal.

Vieja pared de sillar sobre una acequia, lo único que queda de la casa




Seguía el ejemplo de los fabricantes de fuegos artificiales que abundan hasta hoy en Arequipa, pero sus fines eran distintos. No quería adornar el cielo con luminosos chispazos multicolores en las fiestas patronales. Él trataba de atravesar el aire para llegar a las estrellas. Su teoría era que no había que “tratar de atraer el aire, sino de empujarlo”.
El hecho es que los experimentos de su niñez adquirieron seriedad y desarrollo cuando produjo inventos como la rueda a la que aplicó turborreactores que le hacían dar vueltas sobre el mismo sitio hasta que el combustible se agotara o como el avión torpedo, que en realidad era una máquina para viajar al espacio.
Paulet había eliminado de sus proyectos la hélice, el único dispositivo que, entonces, a fines del siglo XIX y principios del XX, podría levantar el vuelo de un elemento más pesado que el aire.
Tampoco utilizó el vapor, la electricidad o la combustión interna, como los elementos conocidos en la época para mover barcos, automóviles y otras máquinas.
Al diseñar su avión torpedo, Pedro Paulet pensó en el uso de fuerzas retropropulsoras provocadas por cohetes. Era lo mismo que los científicos alemanes, ingleses, rusos y norteamericanos comenzaron a experimentar durante la Segunda Guerra Mundial.

Las bombas V-2 alemanas

Los alemanes crearon las bombas V-2 con las que pudieron llegar a bombardear Londres en las postrimerías de la guerra, en 1944-45.
Muchos años antes, en 1907, Paulet diseñó y construyó el motor de su avión. Pesaba escasamente 2.5 kilogramos y tenía un empuje de unos cien kilos, gracias a sucesivas 300 explosiones por minuto, provocadas por un combustible de “propelente líquido” en lenguaje especializado, consistente en una mezcla de peróxido de hidrógeno y gasolina.
El avión torpedo, al que en el futuro Paulet prefiere llamar “auto bólido” estaba diseñado en base a un motor a reacción y tenía alas delta y una forma de punta de lanza. Tenía una cabina interior adecuada para una tripulación escasa de dos o tres personas, revestida por fuera con una capa resistente a las condiciones espaciales y de la fricción con la atmósfera.
Paulet dijo que eligió el diseño esférico de la cabina porque esta forma geométrica es más resistente a las presiones externas producidas por el medio ambiente y permite completa libertad de movimiento a la tripulación. El diseño consideraba paredes térmicas y la producción de energía para los instrumentos por medio de baterías termoeléctricas.
Dice un técnico de la Fuerza Aérea Peruana (FAP) al respecto: “Tanto el carburante como el oxidante se encuentran almacenados en tanques separados y son mezclados en la cámara de combustión donde por medio de una bujía se produce una chispa que provoca la ignición. Esta combinación generaba poderosos gases que eran expulsados al exterior a alta temperatura, y como consecuencia se producía una reacción que hacia elevar al vehículo”.

Un artista de la ciencia

Pedro Paulet fue hijo de una familia campesina del distrito de Tiabaya. Sus padres fueron Pedro Paulet y Antonia Mostajo. Luego de terminar su primaria, estudio su secundaria en el colegio estatal de la Independencia Americana y más tarde ingresó a la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa.


La puerta de la casa donde nació cubierta por un tabique de calamina




Algunos de sus biógrafos indican que Paulet era básicamente un artista que organizó con un grupo de estudiantes el Centro Artístico, a través del cual aprendió dibujo y escultura.
Había cumplido 19 años cuando falleció su madre. Al año siguiente, 1893, en reconocimiento a su excelencia académica, recibió una beca del gobierno peruano, y viajó a Francia. Asistió a conferencias que el profesor Marcelin Berthelot ofrecía en la Universidad de Francia. En la Sorbona estudió ingeniería y arquitectura. Pero su afán por descubrir la forma de conquistar el espacio, lo llevó a matricularse en la facultad de Química, cuyo profesor, Berthelot se convirtió en su principal asesor. Comenzó entonces sus experimentos para descubrir el combustible adecuado para activar cohetes.
Tenía 21 años cuando obtuvo el título de Ingeniero Químico en el Instituto de Química Aplicada de París.
Rechazó desde el comienzo la imitación de los pájaros por el hombre que quería volar, algo que hicieron nuestros antepasados desde mucho antes de los diseños de Leonardo de Vinci.
Hay que tener en cuenta de que si la naturaleza hubiera querido hacer del hombre un ser volador, lo hubiera dotado de un esternón de dos metros y medio y le hubiera dado huesos huecos. Pero no es así, y debemos resignarnos a caminar sobre la superficie.
Pedro Paulet tenía otros planes.

La girándola, uno de sus primeros experimentos




Lo primero que experimentó fue la girándola motriz, consistente en una simple rueda de bicicleta en cuyo aro había instalado tres cohetes unidos a los radios.
Los experimentos con la girándola y con los explosivos, no obstante que eran realizados en un galpón, causaron no solo la alarma sino una denuncia de los vecinos ante la policía.
Lo arrestaron y estuvieron a punto de acusarlo de terrorista, pero tuvo la suerte de que el profesor Berthelot, explicara a las autoridades la naturaleza de los experimentos y Paulet fue puesto en libertad.

No quiso dejar de ser peruano

Paulet tenía ya listo su avión torpedo, y buscaba el apoyo económico de industriales que lo financiaran. Pero los técnicos y empresarios de entonces le prestaban mayor atención al uso de la hélice que él había desechado por obsoleta. La hélice estaba en su momento, y tuvo la virtud de desplazar, debido a la miopía de la sociedad de entonces, a los inventos de Paulet, con lo que el mundo no hubiera tenido que esperar un siglo para lanzarse a la conquista del espacio.
Así, pues, Pedro Paulet Mostajo, debe ser entendido ahora en su verdadera dimensión, algo que no hicieron ni las autoridades peruanas ni las de Europa, donde vivió durante muchos años.
En 1928, el millonario industrial norteamericano Henry Ford, le ofreció un millón de dólares por el auto bólido, con la condición de que renunciara a la nacionalidad peruana y adoptara la norteamericana, para poder patentar esa máquina como invento de los Estados Unidos. Paulet no quiso dejar de ser peruano y rechazó la oferta.
El mismo año, la Sociedad de Astronáutica de Alemania le invitó a unirse a esa comunidad científica que estudiaba la propulsión de cohetes. Aunque era la mejor ocasión de probar su invento Paulet la rechazó porque se enteró de que el propósito real de los estudios era la fabricación de un artefacto de guerra que doblara el alcance del más moderno cañón británico.
Ya era cónsul del Perú en Amberes, Bélgica, cuando confesó: “Tuve que abandonar mis trabajos. No encontré eco favorable. Los pilotos y los inversionistas se habían entusiasmado con las máquinas movidas por hélices. Creían que los cohetes eran una locura. Y no hay peor fracaso que el de un cónsul entregado a inventos, al parecer quiméricos”.
Paulet, el genio incomprendido de finales del siglo XIX y principios del XX, había de sufrir aún más, debido a las consuetudinarias trabas burocráticas de que ni el Perú ni la mayoría de las naciones del mundo han podido librarse ni siquiera en plena era espacial.

El archivo que nadie quiso ver

En 1935, cuando el gobierno del Perú lo llamó para que dirigiera el departamento comercial de la Cancillería, juzgó que era el momento de aprovechar su cercanía a las autoridades y envió al ministerio de Aviación, un archivo completo de sus experimentos. Nadie se dignó responderle una letra, ni siquiera para acusar la recepción de los documentos. El mismo dossier fue enviado dos años después a la embajada de Gran Bretaña y también recibió el silencio como respuesta.
Hay que recordar que durante la segunda Guerra Mundial, Londres fue bombardeada con las V–2 alemanas, inspiradas en el mismo principio de los cohetes de Paulet.
Ya en la década de los 40s y cuando se encontraba en Buenos Aires como miembro de la legación peruana, Pedro Paulet leyó que Frank Whitle, piloto de pruebas norteamericano había realizado con éxito un vuelo en un avión impulsado por un motor a reacción.

La calle Junín aún conserva parte de su vieja imagen




El 30 de enero de 1945, afectado seriamente por la sordera, y por las muchas frustraciones que había sufrido, esperaba una respuesta de Lima, a una solicitud que remitió a la Cancillería para que le concretara un ascenso al que tenía derecho y que llevaba ya diez años de retraso.
Ese mismo día recibió la respuesta: la Cancillería le notificaba su pase a disponibilidad por límite de edad.
También ese mismo día, el chico de Tiabaya que ensayaba cómo llegar a las estrellas, con cohetes de carrizo rellenos con pólvora, atados con una pita encerada, y quien ya anciano recibía su cesantía en Buenos Aires, dejó de existir.



domingo, 13 de julio de 2008

Cuatro frescas (X)

Como somos una democracia, claro que les permitimos protestar y reclamar libremente pero luego los metemos presos. (Gorgojo del castillo).

Y para el próximo paro haremos un video con fujirrata y si hay uno más ponemos a Abimael. (Gansogordo).

Nadie contrató ese vladivideo. Como las televisoras nos quieren mucho, nació por generación espontánea. (Perroechacra).

Sí, nosotros éramos subordinados del presidente: Vladi lo enjabonaba y yo lo enjuagaba. (Feoza Ríos).

sábado, 5 de julio de 2008

El más chambón de los espías


Cuando el fiscal le preguntó si se pueden
cometer delitos por razones de estado dijo sí


Todos vimos sus gestos y algunos, asqueados, apagaron el televisor en que veían el último show de los siameses ya sentenciados por delitos cometidos durante la nefasta década en que manejaron el Perú, contra la voluntad de los peruanos que creemos en la democracia.
Y como todos lo vimos es ocioso repetir la descripción de aquella matonería, patanería, guiños de ojos entre los dos mafiosos, demostración de una autosuficiencia que no tenía, contradicciones y cien actitudes más. Lo bueno es repasar lo que interpretaron y dijeron connotados periodistas que comentaron el show.
Por ejemplo, Gustavo Gorriti en Caretas, comentó que “Montesinos dijo que viajó el 74 a Estados Unidos, bajo cubierta, enviado por el entonces jefe del SIN, Rudecindo Zavaleta, en una operación de inteligencia, para algo que tenía que ver con Cuba, y que a su regreso se le hizo una baja ficticia”.



Los socios se encuentran... ¡y pensar que ocho años no son nada!



En realidad, añade Gorriti, Montesinos no viajó en 1974 sino el 5 de setiembre de 1976 en el vuelo 974 de Braniff y con el pasaporte civil Nº 488332, obtenido tras falsificar un permiso militar.
Fue un viaje tan “encubierto”, que se hizo como parte del International Visitors Program y otras entidades y que también con un Robert Hawkins, de la CIA.
Fue detectado en una reunión pública por el general Ángel de la Flor Valle, quien reportó su presencia. Cuando regresó el 21 de setiembre, Montesinos “fue arrestado apenas descendió del avión”.
Luego, prosigue Gorriti, Montesinos fue dado de baja el 28 de setiembre de 1976 con RS Nº 0552-76-GU/DP, publicada el 6 de octubre de 1976. El 11 de octubre el ministerio de Relaciones Exteriores envió un memorando a la embajada norteamericana el 11 de octubre quejándose por la invitación a Montesinos. La embajada se disculpó con una nota del 12 de octubre.
Montesinos estaba preso por disposición de general Alberto Vargas Ruiz de Somocurcio, auditor de Justicia Militar, quien le abrió instrucción por abandono de destino, falsificación, falsedad, desobediencia. Quiso ampliar la instrucción a traición a la patria, pero consideró que Mercado Jarrín hubiera sido arrastrado en el proceso, y omitió la acusación por este delito, que hubiera determinado el fusilamiento del asesor.

Hildebrandt lo dijo

César Hildebrandt en su sección del diario La Primera, dice de arranque “Pobre Montesinos, de quien dice que este es el de siempre, “el Montesinos que se arrastra ante sus superiores y que es soberbio y mandón delante de quienes cree inferiores de carácter y subordinados en asuntos de inteligencia, (…) el valiente cuando era escoltado por cincuenta truhanes pagados por el Estado y la ardillita que hace de sus dientes castañuelas cuando de enfrentan a los deudos de La Cantuta se trata”.
Agrega que “el pobre Montesinos se cree culto (y lo es comparado con la familia Fujimori, la señora Luz Salgado, los generalitos de dos por medio y los almirantitos con patadecabra en la maletera) pero es capaz de decir, como lo hizo en su excitado monólogo de imitador de Mantilla, ‘onceava vez’ en vez de undécima o décimoprimera”.
Hildebrandt prosigue: “Se imagina enciclopédico (y lo es ante Raffo o ante el fiscalito que ya tasó por la tele) pero cree firmemente que eso de ‘la sociedad civil´, es un ´invento caviar´ que intenta separar a los milicos del paisanaje. Ignora que el concepto de sociedad civil, inherente a los marcos de lo público y lo privado, es tan viejo como Tocqueville, fue tocado por Marx en el libro ´La ideología alemana´ y resultó modernamente reformado por Antonio Gransci”.
“Pobre Montesinos. Habla de `lapsus lingüis´ cuando debió decir lapsus linguae y cuando él mismo estaba incurriendo en un solo interminable lampsus memoriae. Y asusta a un magistrado con eso de ´colombroño´, que es un término en desuso, una antigualla de esas que memorizan los ridiculotes para impresionar a las tías que van a hacer su culturita a las charlas de Trapecio. Hace mil años que no se dice colombroño sino tocayo, que suena mejor y es menos retorcido”, agrega Hildebrandt.



"Yo me hago el disimulado y tu..."

"No te hagas que ya te vio todo el mundo"



Más adelante, señala que Montesinos dijo tener “memoria mnemotécnica, que es como decir, sangre roja o inescrupuloso ladrón. Porque la mnemotecnia es precisamente el ejercicio de las asociaciones mentales que facilitan el recuerdo”.
“Pobre Montesinos. Quiso ser el salvador de quien podría salvarlo (en el incierto futuro) y lo hizo tan mal que hasta Nakazaki, acostumbrado a hacer clavados en los Everglades, tuvo que tomar distancia”, agrega el Chato.

El Cholo San Román

Pero aún hay más, oiga usted.
El ex vicepresidente Máximo San Román, a quien el “Doc” quiso endilgarle la tarea de mozo del japonés –imagínense, un cholo sirviendo a un japonés-, lo calificó de “payaso que hace reír a su jefe”, en recuerdo a lo que ocurrió en la memorable audiencia del lunes 30 de junio.
San Román, quien se conquistó el odio del “Doc” porque lo denunció ante su jefe por sus pésimos antecedentes de capitán del ejército dijo: “(Montesinos) es el mafioso que miente para hacer reír a su jefe” y añadió que “nunca me he reunido con Montesinos, solo dos veces nos cruzamos, la primera en el hotel Crillón y la segunda el 29 de julio de 1990, cuando él llegó cuando yo estaba conversando con Fujimori y este me pidió que me retire”.
Y el circunspecto diario El Comercio, en su editorial al respecto que titula “La dupla cómplice Fujimori-Montesinos”, no se queda atrás. Dice que el reencuentro “sirvió principalmente para comprobar cómo, a pesar del tiempo, mantienen su relación de afinidad y complicidad, no exenta de cinismo y frío cálculo personal”.
Luego dice que “la voceada intención de Montesinos de limpiar de toda responsabilidad a Fujimori en graves delitos contra derechos humanos contrasta con sus declaraciones previas” … “que constan en diferentes documentos judiciales y como tales deben ser apreciadas por el tribunal, enfatizan que el ex presidente sabía y urdía todo, y que Montesinos ejecutaba”.
El Comercio puntualiza luego: “En lo formal, aparte del exagerado y hasta ridículo histrionismo del ex asesor, hay que llamar la atención sobre su actitud arrogante y altanera respecto de los jueces y fiscales. Es más, las autoridades judiciales tienen que evaluar críticamente la manera en que Montesinos abusó del derecho al silencio, para hablar o interrumpir abruptamente la sesión según su interés y conveniencia”.
Bueno, finalmente, ante la solicitud del abogado Nakazaki para que llamara nuevamente a Montesinos para interrogarlo, fue el propio presidente del tribunal, el vocal supremo César San Martín quien anunciara que “ese señor (así lo dijo) nunca volverá a esta sala”.

… y Abelardo

Abelardo Sánchez León lo toma a broma y señala que “es preferible ver a Abimael Guzmán bailar borracho la danza de Zorba que contemplar, incómodo, al lado de su novia Elena Iparrafuirre, a Frank Sinatra cantando `My way´. El camino de Abimael es completamente distinto al de Frankie, es más bien un sendero, pero debo aclarar que esta sofisticada disquisición solo viene a cuento gracias a las argucias mediáticas de Vladimiro Montesinos, quien, durante el juicio que se le sigue a su socio de maldades, Alberto Fujimori, entregó al tribunal, este video para que los canales de televisión entretuvieran a la plebe y volvieran a colocar en el centro del escenario a los fujimoristas como salvadores de la patria”.


"Salud, socio"

"No hagas mucha luz que la gente nos mira"



Más adelante dice: “Vladimiro Montesinos le tiene un desprecio olímpico a los administradores de justicia y al periodismo televisivo, pues los compró por una bicoca. No llega a entender cómo este Poder Judicial, que estuvo en su bolsillo, lo puede juzgar con criterios independientes. Todavía no asimila que pueda existir una prensa que no haya vendido su línea editorial por un dinero que estaba en un saco de papas”.
“Después del 6 a 0 contra Uruguay, este ha sido el espectáculo más desagradable de las últimas semanas. El cinismo, la inmoralidad, la pedantería, nos recordaba tiempos idos pero que amenazan con volver si las alianzas políticas les son favorables”, advierte finalmente.
Y para cerrar estas glosas, permítame añadir que Caretas califica al “Doc” como “el agente más chambón de la historia”, pues durante las tres horas cometió más infidencias y nombró por su nombre a quienes debía guardar en el más absoluto secreto por haber desempeñado misiones que así lo eran y debían mantenerse por siempre, absolutamente secretas.
Finalmente, hay que recordar algo que pinta de puerco entero (no es una equivocación) a esos dos personajes que manejaron el país durante la época más sombría de su historia. Cuando el fiscal le preguntó si consideraba lícito cometer crímenes por razones de estado, el “Doc” con toda la bocaza dijo: “Sí”.
Hay que recordarlo siempre a la hora de tomar decisiones, ciudadanos.

martes, 1 de julio de 2008

Morir frente a un trigal


Este julio se cumplen 118 años
de la muerte de Vincent van Gogh

Vincent Van Gogh tuvo una vida conmovedora y una muerte trágica que selló un periodo artístico muy breve, pero que lo ubicó para siempre en el olimpo de los más grandes representativos del postimpresionismo.Sorprende el hecho de que su vida artística se redujera a solo diez años, desde 1880 cuando tenía 27 años de edad, hasta su muerte, el 29 de julio de 1890, pronto harán 118 años. En esos escasos diez años, Van Gogh produjo más de lo que otros pintores produjeron en toda una vida.
De sus obras conocidas se conservan 840 pinturas y más de mil dibujos, aparte de cientos de acuarelas y litografías. Hay que sumar a ellos las cartas que escribió, sobre todo a su hermano Teodoro, que han servido para construir una de las biografías más conmovedoras de cualquier ser humano dedicado al arte.
Las cartas y su enorme dedicación a la pintura eran una fuga para la dolencia mental que desde mucho antes comenzara a sufrir y de la cual él tenía plena conciencia. Ellas describieron su estado de ánimo, sus razones para pintar cipreses, o las flores de un jarrón o los objetos de una naturaleza muerta. Informan de lo que pensaba, de lo que leía, de las personas que hablaban con él, de los pequeños acontecimientos de su vida cotidiana.



Doce girasoles en un jarrón y Catorce girasoles en un jarrón. El primero está en la Pinacoteca de Munich y el segundo en una colección particular



Millones de copias de sus Doce girasoles, cuyo original se encuentra en la Nueva Pinacoteca de Munich y de sus cipreses adornan las salas de miles de hogares alrededor del mundo. Muestras notables de los árboles que amaba tanto, son Cipreses bajo el cielo estrellado, Campo de trigo y cipreses, Senda con cipreses o Cipreses y dos mujeres. Y de su humanidad y compasión por los humildes son muestras sus Comedores de patatas y su Anciana con cofia entre otras muchas.

El comerciante aprende a pintar

Antes de descubrir su devoción por la pintura, fue comerciante de arte, se dedicó a la enseñanza, fue minero y ayudante de un evangelizador, pero ninguna de estas actividades le reportó una satisfacción espiritual y menos económica.
Nunca concurrió a alguna escuela o academia de pintura. Solo durante su estada en La Haya, a finales de 1881, recibió algunas clases del pintor Antón Mauwe, que era su primo político, y de quien se distanció para siempre a causa de una relación con Sien Hoornik, una mujer poco recomendable que, además, esperaba un hijo de otro hombre.
Tampoco se hizo esperar la reacción de sus padres de quienes también se alejó a causa de esa relación.
Cuando decidió dedicarse a la pintura, comenzó por reproducir paisajes e hizo dibujos de desnudos femeninos. En estos primeros años reprodujo lo que veía y sus trazos no tenían ningún rasgo original. Conoció, merced a las lecturas de numerosos libros, las corrientes del arte imperantes en Europa a fines del siglo XIX y se inclinó por experimentar trazos diferentes.
Así logró imponer su peculiar estilo de pintar los objetos que veía, desde los paisajes amplios y sombríos, hasta las personas de su cercana intimidad, con sus pinceladas cortas de colores vivos.


Sembradores a la puesta del sol. Colección Müller Köller



Apartado de sus padres, se dedicó a pintar paisajes campesinos y trabajadores, de Drenthe, pero al poco tiempo, sintió el impacto de la lejanía y soledad de esta región del norte de Holanda y decidió volver al hogar paterno, que se había trasladado a Nuenen, en Brabante.Aquí encontró inspiración en las tejedoras y sus telares y dedicó días enteros a pintar a los campesinos en pleno trabajo. Los críticos dicen que en esta época, alrededor de 1883, Van Gogh quiso seguir las huellas de Millet, al pintar escenas campesinas bajo los diferentes ángulos que el sol le proporcionaba.
En esta época también descubrió su facultad de manejar los tonos oscuros y sombríos que serían la característica de su producción posterior. En esta época, quizá la más triste y solitaria de su vida, iba por el campo bajo el sol abrasador o cuando llovía o nevaba, metía los pies en el lodo en que estaba convertido el mundo.

La visita de Gauguin

Impresionado por la personalidad de Gauguin, a quien había conocido dos años antes, lo invitó a visitarlo en Arlés, donde se había refugiado una vez más para pintar los cipreses que tanto amaba, los amplios y dorados campos de trigo, las carretas de los campesinos, los puentes sencillos de un solo ojo y los retratos de la gente. En ocasiones, cuando hacía mal tiempo, se quedaba en su cuarto y pintaba su cama, la silla donde había acomodado su pipa, sus zapatos.



Autorretratos. Muestran los efectos de su ataque a Gauguin



A los dos meses de su estada en Arlés, Gauguin fue atacado con una navaja por Van Gogh, quien sufría cada vez más frecuentes accesos de locura. Horas más tarde, arrepentido, Vincent se cortó parte de la oreja derecha con la misma navaja y llevó el trozo sanguinolento envuelto en un sobre a una bella prostituta de la que estaba enamorado. Gauguin abandonó Arlés y nunca volvió a verse con Van Gogh.
Vincent continuaba pintando mientras su salud se deterioraba. Después de una breve estada en París donde vivió en casa de su hermano Theo, a quien entregó abundantes cuadros, partió para Auvers-sur-Oise donde hizo amistad con el doctor Paul Gachet, un antiguo médico del hospital de la Salpetierre, gran aficionado a la pintura.
Vincent alquiló un cuarto en el hospedaje de Arturo Raveaux, en la plaza principal, pero pasaba la mayor parte de su tiempo en casa del doctor Gachet, quien le tenía gran estimación.

Frente a un trigal

Fue el mismo doctor Gachet, quien escribió a Theo una breve nota el 28 de julio de 1890: «Lamento en sumo grado venir a turbar su reposo, pero, sin embargo, creo mi deber el escribirle inmediatamente. Hoy, domingo, han venido a buscarme a las 9 de la noche de parte de su hermano Vicente. Cuando llegué junto a él, lo encontré mal. Se ha herido».
Ese día, Vincent había salido a pintar a una colina desde donde dominaba un dorado campo de trigo. De pronto sacó una pistola y se pegó un balazo en el pecho, debajo de la tetilla derecha. Luego plegó su caballete, regresó a su casa y se acostó en su cama.



Trigal a la puesta del sol. Kunsmuseum de Basilea



Dice Luis Pierard, quizá uno de sus más acuciosos biógrafos: “A pesar de toda una vida de privaciones y de sus terribles sacudidas nerviosas, este campesino brabanzón había conservado una asombrosa robustez física”.
Aún tuvo ánimo para conversar con el doctor Gachet, quien vino a verle:
–Creo que he errado el tiro, doctor, ¿qué piensa usted?
El médico trató de reconfortarlo, pero Vincent prosiguió:
– Ah, bueno… ¿quiere pasarme la pipa que está en el bolsillo del saco?
En la mesa de noche cercana había una carta, la última, para su hermano Theo.
Parte de ella decía: «Pues bien, en mi propio trabajo, arriesgo mi vida, y mi razón se ha disuelto a medias».
En la madrugada del 29 dejó de existir. Se levantó una capilla ardiente y en los cortinados que cubrían las paredes se exhibieron algunas de las más bellas pinturas del difunto, que Theo había dispuesto y que fueron admiradas por algunos pintores que llegaron de París. Fue enterrado en un pequeño cementerio en la colina desde la cual se veían campos de trigo y los cipreses que tanta admiración, respeto y amor le despertaron.



Trigal con amapolas y alondras. Museo Nacional Van Gogh en Amsterdam



En la alcaldía del pueblo, se conserva un documento que da cuenta del deceso.
“Acta de defunción de Vincent Van Gogh:
“Del veintinueve de julio de 1890, a las diez de la mañana, acta de defunción de Vincent Wilhem Van Gogh, artista pintor, soltero, de treinta y siete años de edad, nacido el treinta de marzo de mil ochocientos cincuenta y tres, en Groot Zunder, Holanda, fallecido hoy, a la una y media de la madrugada, en casa del Sr. Ravoux, hotelero, en esta comuna de Auvers–sur–Oise, donde residía momentáneamente, sin domicilio fijo, hijo de Teodoro Van Gogh, fallecido y de Ana Cornelia Carbentu, domiciliada en Leyde, Holanda. La presente acta se levanta de acuerdo a la declaración de Teodoro Van Gogh, comerciante en cuadros, de treinta y tres años de edad, hermano del fallecido, domiciliado en París, cité Pigalle, número ocho, y de Arturo Ravoux, hotelero de edad cuarenta y un años. Alejandro Caffin, alcalde, oficial de estado civil, después de hacer su lectura y comprobado el fallecimiento que abajo firmamos».






Trigal con cipreses. Colección particular




Seis meses más tarde, en París, en enero de 1891, su hermano Theo también dejaba de existir y su cadáver fue llevado en abril de 1914, a reposar junto al del pintor de los girasoles y los cipreses en la colina rodeada de campos de trigo.





Fotos son de ArtHistoria