sábado, 5 de julio de 2008

El más chambón de los espías


Cuando el fiscal le preguntó si se pueden
cometer delitos por razones de estado dijo sí


Todos vimos sus gestos y algunos, asqueados, apagaron el televisor en que veían el último show de los siameses ya sentenciados por delitos cometidos durante la nefasta década en que manejaron el Perú, contra la voluntad de los peruanos que creemos en la democracia.
Y como todos lo vimos es ocioso repetir la descripción de aquella matonería, patanería, guiños de ojos entre los dos mafiosos, demostración de una autosuficiencia que no tenía, contradicciones y cien actitudes más. Lo bueno es repasar lo que interpretaron y dijeron connotados periodistas que comentaron el show.
Por ejemplo, Gustavo Gorriti en Caretas, comentó que “Montesinos dijo que viajó el 74 a Estados Unidos, bajo cubierta, enviado por el entonces jefe del SIN, Rudecindo Zavaleta, en una operación de inteligencia, para algo que tenía que ver con Cuba, y que a su regreso se le hizo una baja ficticia”.



Los socios se encuentran... ¡y pensar que ocho años no son nada!



En realidad, añade Gorriti, Montesinos no viajó en 1974 sino el 5 de setiembre de 1976 en el vuelo 974 de Braniff y con el pasaporte civil Nº 488332, obtenido tras falsificar un permiso militar.
Fue un viaje tan “encubierto”, que se hizo como parte del International Visitors Program y otras entidades y que también con un Robert Hawkins, de la CIA.
Fue detectado en una reunión pública por el general Ángel de la Flor Valle, quien reportó su presencia. Cuando regresó el 21 de setiembre, Montesinos “fue arrestado apenas descendió del avión”.
Luego, prosigue Gorriti, Montesinos fue dado de baja el 28 de setiembre de 1976 con RS Nº 0552-76-GU/DP, publicada el 6 de octubre de 1976. El 11 de octubre el ministerio de Relaciones Exteriores envió un memorando a la embajada norteamericana el 11 de octubre quejándose por la invitación a Montesinos. La embajada se disculpó con una nota del 12 de octubre.
Montesinos estaba preso por disposición de general Alberto Vargas Ruiz de Somocurcio, auditor de Justicia Militar, quien le abrió instrucción por abandono de destino, falsificación, falsedad, desobediencia. Quiso ampliar la instrucción a traición a la patria, pero consideró que Mercado Jarrín hubiera sido arrastrado en el proceso, y omitió la acusación por este delito, que hubiera determinado el fusilamiento del asesor.

Hildebrandt lo dijo

César Hildebrandt en su sección del diario La Primera, dice de arranque “Pobre Montesinos, de quien dice que este es el de siempre, “el Montesinos que se arrastra ante sus superiores y que es soberbio y mandón delante de quienes cree inferiores de carácter y subordinados en asuntos de inteligencia, (…) el valiente cuando era escoltado por cincuenta truhanes pagados por el Estado y la ardillita que hace de sus dientes castañuelas cuando de enfrentan a los deudos de La Cantuta se trata”.
Agrega que “el pobre Montesinos se cree culto (y lo es comparado con la familia Fujimori, la señora Luz Salgado, los generalitos de dos por medio y los almirantitos con patadecabra en la maletera) pero es capaz de decir, como lo hizo en su excitado monólogo de imitador de Mantilla, ‘onceava vez’ en vez de undécima o décimoprimera”.
Hildebrandt prosigue: “Se imagina enciclopédico (y lo es ante Raffo o ante el fiscalito que ya tasó por la tele) pero cree firmemente que eso de ‘la sociedad civil´, es un ´invento caviar´ que intenta separar a los milicos del paisanaje. Ignora que el concepto de sociedad civil, inherente a los marcos de lo público y lo privado, es tan viejo como Tocqueville, fue tocado por Marx en el libro ´La ideología alemana´ y resultó modernamente reformado por Antonio Gransci”.
“Pobre Montesinos. Habla de `lapsus lingüis´ cuando debió decir lapsus linguae y cuando él mismo estaba incurriendo en un solo interminable lampsus memoriae. Y asusta a un magistrado con eso de ´colombroño´, que es un término en desuso, una antigualla de esas que memorizan los ridiculotes para impresionar a las tías que van a hacer su culturita a las charlas de Trapecio. Hace mil años que no se dice colombroño sino tocayo, que suena mejor y es menos retorcido”, agrega Hildebrandt.



"Yo me hago el disimulado y tu..."

"No te hagas que ya te vio todo el mundo"



Más adelante, señala que Montesinos dijo tener “memoria mnemotécnica, que es como decir, sangre roja o inescrupuloso ladrón. Porque la mnemotecnia es precisamente el ejercicio de las asociaciones mentales que facilitan el recuerdo”.
“Pobre Montesinos. Quiso ser el salvador de quien podría salvarlo (en el incierto futuro) y lo hizo tan mal que hasta Nakazaki, acostumbrado a hacer clavados en los Everglades, tuvo que tomar distancia”, agrega el Chato.

El Cholo San Román

Pero aún hay más, oiga usted.
El ex vicepresidente Máximo San Román, a quien el “Doc” quiso endilgarle la tarea de mozo del japonés –imagínense, un cholo sirviendo a un japonés-, lo calificó de “payaso que hace reír a su jefe”, en recuerdo a lo que ocurrió en la memorable audiencia del lunes 30 de junio.
San Román, quien se conquistó el odio del “Doc” porque lo denunció ante su jefe por sus pésimos antecedentes de capitán del ejército dijo: “(Montesinos) es el mafioso que miente para hacer reír a su jefe” y añadió que “nunca me he reunido con Montesinos, solo dos veces nos cruzamos, la primera en el hotel Crillón y la segunda el 29 de julio de 1990, cuando él llegó cuando yo estaba conversando con Fujimori y este me pidió que me retire”.
Y el circunspecto diario El Comercio, en su editorial al respecto que titula “La dupla cómplice Fujimori-Montesinos”, no se queda atrás. Dice que el reencuentro “sirvió principalmente para comprobar cómo, a pesar del tiempo, mantienen su relación de afinidad y complicidad, no exenta de cinismo y frío cálculo personal”.
Luego dice que “la voceada intención de Montesinos de limpiar de toda responsabilidad a Fujimori en graves delitos contra derechos humanos contrasta con sus declaraciones previas” … “que constan en diferentes documentos judiciales y como tales deben ser apreciadas por el tribunal, enfatizan que el ex presidente sabía y urdía todo, y que Montesinos ejecutaba”.
El Comercio puntualiza luego: “En lo formal, aparte del exagerado y hasta ridículo histrionismo del ex asesor, hay que llamar la atención sobre su actitud arrogante y altanera respecto de los jueces y fiscales. Es más, las autoridades judiciales tienen que evaluar críticamente la manera en que Montesinos abusó del derecho al silencio, para hablar o interrumpir abruptamente la sesión según su interés y conveniencia”.
Bueno, finalmente, ante la solicitud del abogado Nakazaki para que llamara nuevamente a Montesinos para interrogarlo, fue el propio presidente del tribunal, el vocal supremo César San Martín quien anunciara que “ese señor (así lo dijo) nunca volverá a esta sala”.

… y Abelardo

Abelardo Sánchez León lo toma a broma y señala que “es preferible ver a Abimael Guzmán bailar borracho la danza de Zorba que contemplar, incómodo, al lado de su novia Elena Iparrafuirre, a Frank Sinatra cantando `My way´. El camino de Abimael es completamente distinto al de Frankie, es más bien un sendero, pero debo aclarar que esta sofisticada disquisición solo viene a cuento gracias a las argucias mediáticas de Vladimiro Montesinos, quien, durante el juicio que se le sigue a su socio de maldades, Alberto Fujimori, entregó al tribunal, este video para que los canales de televisión entretuvieran a la plebe y volvieran a colocar en el centro del escenario a los fujimoristas como salvadores de la patria”.


"Salud, socio"

"No hagas mucha luz que la gente nos mira"



Más adelante dice: “Vladimiro Montesinos le tiene un desprecio olímpico a los administradores de justicia y al periodismo televisivo, pues los compró por una bicoca. No llega a entender cómo este Poder Judicial, que estuvo en su bolsillo, lo puede juzgar con criterios independientes. Todavía no asimila que pueda existir una prensa que no haya vendido su línea editorial por un dinero que estaba en un saco de papas”.
“Después del 6 a 0 contra Uruguay, este ha sido el espectáculo más desagradable de las últimas semanas. El cinismo, la inmoralidad, la pedantería, nos recordaba tiempos idos pero que amenazan con volver si las alianzas políticas les son favorables”, advierte finalmente.
Y para cerrar estas glosas, permítame añadir que Caretas califica al “Doc” como “el agente más chambón de la historia”, pues durante las tres horas cometió más infidencias y nombró por su nombre a quienes debía guardar en el más absoluto secreto por haber desempeñado misiones que así lo eran y debían mantenerse por siempre, absolutamente secretas.
Finalmente, hay que recordar algo que pinta de puerco entero (no es una equivocación) a esos dos personajes que manejaron el país durante la época más sombría de su historia. Cuando el fiscal le preguntó si consideraba lícito cometer crímenes por razones de estado, el “Doc” con toda la bocaza dijo: “Sí”.
Hay que recordarlo siempre a la hora de tomar decisiones, ciudadanos.

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