Falleció el icónico periodista
Víctor Salas Bartra, quien invitaba
a la alegría en las citas
gremiales
Por Luis Eduardo Podestá
Difícil será olvidar la imagen de Víctor Salas Bartra, veterano periodista, quien al iniciarse los congresos de la antiguamente prestigiosa y respetada Federación de Periodistas del Perú (FPP) pedía la palabra para invocar la alegría de los participantes.
“Invoco a que comencemos
este congreso con alegría, que no sea una reunión de amargura ni
resentimientos, porque sé que así vamos a conseguir buenos resultados al final
de este encuentro”, decía.
El hombre de barba blanca y cabeza calva que era Víctor Salas, quien se ganó el apodo de ‘Padre Eterno’ por su imagen, su sencillez, su bondad y la amistad sin recortes que ofrecía a sus colegas y relacionados, murió anoche en Arequipa a los 92 bien vividos años.
Vivió sus últimos años en Arequipa en el hogar familiar que construyó en el apacible distrito de Yanahuara y donde, probablemente, será velado porque, confieso, aún no he recibido información sobre si será velado allí para que lo despidan sus amigos.
Una larga y sincera amistad
A Víctor Salas me une una larga y estrecha amistad, porque nuestras actividades en el periodismo nos conectaron desde cuando, muy jóvenes, quiso el destino que nos conociéramos para una amistad sincera y sin resquebrajaduras.
Recibe distinción de la Cofradía del PalacioEn 1958 –hace solo 62
años- nos conocimos en un congreso de la FPP, durante una recepción que ofrecía
a los periodistas, la ya desaparecida en el Perú, International Petroleum
Company, en la sede del club de empleados de la empresa en Tumbes.
Nos tomamos un par de tragos en la orilla de la piscina del club, como antesala del almuerzo y, desde entonces, anudamos una amistad que solo la desaparición de uno de los dos habría de romper.
Desde entonces hemos sino no solo colegas, sino amigos entrañables. Cuando trabajé en la corresponsalía de The Associated Press, él, Víctor Salsa Bartra, fue mi corresponsal voluntario y sorpresivo en Puno.
Lo llamaba cada vez que
la noticia estaba en el altiplano, en los alrededores del lago Titicaca, porque
sabía que él estaba enterado de cuanto ocurría en esa tierra, que lo hizo su
alcalde durante una etapa de su historia.
Alcalde de Puno
También fue miembro destacado de la Cofradía del Palacio, una institución informal que alguna vez me eligió como su “presidente de facto vitalicio”, encargado más que todo, de mantener la amistad de los periodistas que tuvieron entre sus funciones cubrir el palacio de gobierno como su fuente habitual.
Víctor Salas fue nombrado alcalde de Puno durante el gobierno de Juan Velasco Alvarado, pero -así se lo decíamos a menudo- no se contagió con el carácter dictatorial del régimen.
Y de eso dio una clara muestra cuando, convaleciente de un accidente y con la pierna derecha fracturada y enyesada, encabezó una demostración de protesta del pueblo de Puno contra el régimen que lo había nombrado.
Su justificación ante nosotros sus colegas, porque nunca las dio al gobierno que lo nombró, fue que con él a la cabeza de la protesta, la policía no se atrevería a usar los métodos represivos de que hacía frecuente gala en situaciones similares en todo el país.
Una ‘mulita’ de pisco
Cómo no recordar que Víctor Salas concurría al restaurante “El Firme” de la segunda cuadra del jirón Ica, en Lima, para participar en las reuniones de la Cofradía, armado de una minúscula pero moderna cámara fotográfica, “para guardar testimonio”, decía, “de esta reunión memorable”.
Cuando cerró “El Firme”, y buscamos una nueva sede para nuestras reuniones, era infaltable la imagen del “Padre Eterno” quien decía tener predilección por el pisco -de hecho se llevaba una “mulita” en el bolsillo- pero no tomaba sino una o dos copas durante toda la reunión mientras los demás consumíamos cerveza.
En ocasiones -sábados poco antes del mediodía- lo buscábamos, César Terán y yo, en la oficina que el Padre Eterno tenía en Camaná y allí teníamos oportunidad de disfrutar de su hospitalidad, traducida en bocaditos y cerveza cusqueña, mientras duraba la espera.
A fines de noviembre de
2018, la Cofradía del Palacio, encargó a su presidente vitalicio, ofrecer una
distinción al periodista Víctor Salas Bartra, “en mérito a su extensa
trayectoria, virtudes humanas y desempeño en favor de la comunidad donde vivió
gran parte de su vida”.
El encargo fue cumplido por quien escribe estas líneas, que formuló en esa ocasión, el deseo de una larga vida para el Padre Eterno, nuestro amigo, nuestro colega, que hoy comenzará a disfrutar de su segunda eternidad, un merecido descanso, luego de dejar esta tierra de múltiples problemas.
Hermano Víctor Salas Bartra: como antaño, quienes nos quedamos aquí te saludamos con un abrazo que no quiere ser una despedida porque siempre te recordaremos en tu nueva eternidad como el mismo ser humano lleno de alegría, de sabiduría y bondad que demostraste a nuestro lado.
(Imágenes del archivo de Podestá te cuenta)