martes, 1 de septiembre de 2015

Defenderse sin quemar ni linchar a nadie

Jefe de policía y arzobispo
de Arequipa coinciden en que
la población debe defenderse

El jefe de la Policía Nacional en la Región Arequipa, general Enrique Blanco se adelantó en calificar a los pobladores que “promueven linchamientos” como "anarquistas, leninistas y promotores del pensamiento Gonzalo", en alusión al encarcelado jefe de la banda terrorista Sendero Luminoso.

General Blanco: linchar es un acto terrorista
Según el diario La República el general de la policía calificó así “a los ciudadanos que incentivan el ‘linchamiento popular’ de los delincuentes" y en la misma línea estuvo el arzobispo de Arequipa, Javier del Río, quien dijo que “es necesario que la población se defienda, pero sin agredir a nadie”.

Las declaraciones de ambos personajes se originaron cuando en diversas ciudades del país, incluida Arequipa, azotadas por la delincuencia y la falta de capacidad policial, decidieron tomar la justicia por mano propia.

Advertencia a los delincuentes
En el populoso distrito metropolitano de El Agustino, aparecieron carteles que decían “Chapa (captura) un ladrón y déjalo paralítico”, y declaraciones de los vecinos afirmaban que estaban hartos de ser víctimas de asaltos y robos en sus casas. En  otros sectores, la advertencia también era clara: "Te vamos a linchar".

En Arequipa, mil kilómetros al sureste de Lima, enfurecidos comerciantes del mercado Andrés Avelino Cáceres secundados por pobladores del cercano barrio de la avenida Dolores, en el distrito de clase media José Luis Bustamante y Rivero, capturaron a cuatro delincuentes y los golpearon hasta dejarlos malheridos, según informes de la prensa local.

El general Blanco anunció que si esta situación se repite “la Policía no dudará en detener a los agresores”, según informe del diario La República.

Semidesnudo, golpeado y amenazado 
En Juliaca, departamento de Puno a unos 1,300 kilómetros al sureste de Lima, se han hecho habituales las capturas de delincuentes sorprendidos infraganti,  quienes son severamente golpeados y rociados con gasolina con amenazas de quemarlos vivos, algo que por lo general es evitado por la policía.

Aunque el presidente minimizó en una reciente entrevista la situación de inseguridad del país, la sensación generalizada es que la delincuencia, que no vacila en hacer uso de armas de fuego, incluso contra policías, ha colmado la paciencia de la población, que ya no confía ni espera la acción de la autoridad.

Paseado con letrero en Cajamarca
Quizá un ejemplo de ello sean las llamadas “rondas campesinas” de Cajamarca, 850 kilómetros al noreste de Lima, que castigan a latigazos no solo a los delincuentes, sino a las personas que juzgan autores de actos como infidelidad conyugal con o sin pruebas.

Ningún miembro de las “rondas campesinas” es sancionado por sus actos y las autoridades miran a otro lado, porque son parte de un sector de campesinos de Cajamarca que luchó contra los terroristas de Sendero Luminoso, en lo más crudo de la guerra popular que este grupo maoísta emprendió contra la democracia.

El ejemplo de las Rondas Campesinas se extendió
Todo parece indicar que a las amenazas policiales y la reflexión del arzobispo de Arequipa, la población responderá con violencia frente a la acción cada vez mayor de la delincuencia.

Arequipa fue escenario ayer de una reacción popular frente a un delincuente que robó un coche en el distrito de Cerro Colorado, al norte de la ciudad. Una radioemisora informó que el propietario del vehículo ayudado por vecinos siguió las huellas y capturaron en la madrugada al ladrón.

El informe dice que el presunto ladrón fue encontrado dentro del coche cuando manipulaba unos fusibles para ponerlo en marcha, fue capturado por unos “60 enardecidos vecinos (que) tomaron justicia por sus propias manos y golpearon cruelmente al delincuente hasta que llegó la policía” que lo trasladó a la comisaría.

El comentario humorístico de algunos ciudadanos es que ahora, la policía no solo tendrá que luchar contra la delincuencia sino contra los ciudadanos que capturen y traten de linchar a ladrones, violadores y toda laya de malhechores.

Pero lo cierto es que, para frenar los linchamientos o los intentos de hacerlo, será necesaria una intensa campaña de convencimiento para que la población no los utilice como actos de justicia y, adicionalmente, demostrar que la acción policial es más eficiente y poderosa que la mano de los criminales.



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