En Estados
Unidos construyen
flotas
de globos para transportar
cargas
a lugares sin caminos
El
empresario ucraniano asentado en California, Estados unidos, Igor Pasternak, “cree
estar a punto de cambiar al mundo de los grandes cargamentos con un dirigible
lleno de helio de 235 metros de largo capaz de entregar fruta fresca a Alaska,
dejar unidades de socorro en sitios de desastre o depositar maquinaria pesada
en locaciones remotas”.
El dirigible de Pasternak en EU (Foto NYTimes) |
Lo dice
el periodista Billy Witz y lo publica en New York Times, lo cual lo rodea de un
áurea de seriedad, porque se trata de un periódico de alta credibilidad que
distribuye una separata junto con la edición de un diario local en Lima.
Igor Pasternak delante de su dirigible |
Desde
que el enorme dirigible alemán Hindemburg estalló en llamas en el momento de
aterrizar en Lakehurst, Nueva Jersey, en 1937, esos enormes elefantes voladores
de largas distancias, fueron estigmatizados, pero algunos empresarios soñaban
con ponerlos nuevamente en el aire para dar bienestar a la humanidad.
Uno de
ellos, el peruano Jorge Libacque, empresario maderero de Satipo, tuvo la idea
de transportar grandes cargas por sobre la cordillera de los Andes para
entregarla de ida y vuelta en localidades de la selva y en Lima.
Realmente
no sé qué pasó con Libacque. Lo entrevisté cuando trabajaba en el diario Ojo en
1974 y la información apareció el 30 de julio. Me pareció un visionario que
describía su proyecto con entusiasmo contagioso.
Libacque
pretendía una autorización del ministerio de Transportes de entonces, en manos
del general Raúl Meneses Arata, ministro del ramo entre el 31 de diciembre de
1972 y el 30 de agosto de 1975, del gobierno dictatorial de Juan Velasco.
Lo más
probable fue que no tuvo éxito en sus gestiones, quizá le fue mal con la burocracia
militar que manejaba el Perú. Lo cierto es que nunca volví a verlo, no regresó
a la redacción y no me dieron razón de él cuando algunas veces fui en misión
periodística a localidades amazónicas.
Libacque quería unir localidades de la selva peruana |
Libacque
decía que era alumno de don Emilio Castañón Pasquel, a quien debía su amor por
la selva, proyectaba una constituir una empresa de transportes con globos
aerostáticos. Hablaba entusiasmado del “día en que veríamos descender en algún
aeropuerto “dirigibles cargados de pasajeros y
productos”.
Su plan
era comprar o alquilar un dirigible en los Estados Unidos. Decía que las
posibilidades del dirigible eran enormes frente a medios de transporte
tradicionales.
Mientras
las avionetas que hacen servicio colectivo entre distintos puntos de la selva,
solo alcanzan a llevar seis o siete pasajeros y carga hasta un total de 200 o
300 kilos, proclamaba con entusiasmo, un dirigible puede levantar unas 20
toneladas.
Además,
pensaba que en un dirigible podía transportar a la costa pasajeros y productos
diversos en cifras que ni el ferrocarril central ni los autobuses o camiones
podrían hacerlo. Lamentablemente nunca se supo del final de su gestión si la
hizo.
El hidrógeno quemó al Hindenburg alemán |
Pero
ahora, el NY Times, mediante Billy Witz nos recuerda que es posible, porque el
dirigible “no necesitarían puertos,
líneas ferroviarias, carreteras o pistas aéreas”.
Pasternak,
ingeniero ucraniano ha instituido la empresa Aeros Corporation al mudarse a Estados
Unidos, dice que “su dirigible Aeroscraft volaría a una velocidad de hasta 120
nudos, cuatro veces más rápido que un buque carguero”.
La capacidad
del globo sería de 225 toneladas, “casi el doble de la de un avión de carga
C-5, y tiene un alcance de aproximadamente 9 mil 450 kilómetros, suficiente
para ir de Boston a Burkina Faso”, dice Witz.
Ahora se dedican a la publicidad |
Pasternak
dijo que sus ingenieros “han resuelto el principal problema de las aeronaves
más ligeras que el aire: el control de flotabilidad. Si un dirigible descarga
un cargamento pesado, debe ser atado o subir el mismo peso para evitar que se
aleje flotando”.
Por lo
demás, no existe en el presente el riesgo de un incendio como ocurrió con el
Hindenburg en 1937. El artefacto alemán estaba lleno de hidrógeno que ardió
como una antorcha en cuanto la nave chocó con unos cable eléctricos que
produjeron chispas, pero los actuales dirigibles están llenos de helio, un gas
que no arde.
Así
vuelan los cientos de dirigibles que se hacen ver en el cielo durante determinados
días con publicidad comercial.
En una
geografía tan arisca como del Perú donde un kilómetro de carretera cuesta los
dos ojos de la cara porque hay que derribar montañas o esquivarlas, la idea de
Jorge Libacque podría ser una solución que ya se ensaya en otras latitudes y
que no se diga una vez más que vivimos en el país de las oportunidades perdidas.
(Luis Eduardo Podestá).
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