miércoles, 1 de abril de 2015

Ministro, ¿me permite que lo tutee?

Los funcionarios tutean a los
periodistas y estos no les
devuelven la misma moneda

Fue Patricia del Río, panelista de RPP, quien en una entrevista al exministro delInterior, Daniel Urresti le dijo con toda claridad: “Ministro, me gustaría que me trate de usted porque yo a usted no lo estoy tuteando”. El entonces ministro se revolvió en el asiento, acusó la pegada y no respondió pero en el resto de la entrevista no volvió a tutear a nadie.

Incómoda escena para el tuteador
Que recuerde, si retrocedemos a la historia de las dictaduras, fue Juan Velasco, quien aventaba el tú por doquier no solo a los periodistas que concurrían al palacio para cubrir informaciones, sino a todo aquel que se le ponía a tiro.

Esa –¿mala, buena, regular?– costumbre fue practicada por los ministros y luego por muchos de los funcionarios de medio pelo que creían estar tratando –no solo a los periodistas sino a cualquier ciudadano– con un hombre o mujer de otro nivel. Por debajo de ellos, por supuesto.

Y Ollanta Humala, presidente de una democracia, ha seguido el ejemplo y ayer martes nomás, cuando visitaba la zona de Chosica afectada por los deslizamientos, respondió con sorna a un reportero de la televisión que le hizo unas preguntas sobre quiénes integrarían su futuro gabinete ministerial.

Dijo que ya lo tenía pensado y ante la insistencia del periodista se soltó: “qué pesado el gordo”, y luego “qué más quieres, gordo”. Más adelante le sugirió que fuera ministro pero “primero baja de peso”.

Tutear es falta de respeto
Dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua que tutear es “hablar a alguien empleando el pronombre de segunda persona. Con su uso se borran todos los tratamientos de cortesía y de respeto”.

Así que, sepa usted señor, señora, sepa usted colega periodista, que cuando alguien lo tutea sin recibir un trato recíproco, le está faltando el respeto.

Bien por Patricia del Río que cuadró al exministro. Pero hay casos de funcionarios de esta democracia que siguen el mal ejemplo de los dictadores y creen que todo aquel que está frente a ellos es de una estirpe que debe ser tratada sin respeto.

Me viene a la memoria el caso vivido en la Arequipa de hace unos treinta años, cuando un joven empleado de la Municipalidad de esa ciudad, frente a un alto funcionario que tuteaba a diestra y siniestra, le preguntó de sopetón:

–Señor, ¿me permite que lo tutee?

–¡Claro que sí, encantado, amigo! – no tuvo otro remedio que responder el funcionario.

–¡La tuta que te tateó!

No digo que esto sea aconsejable, sobre todo si el interlocutor tiene la sartén por el mango, pero algo hay que hacer y lo que hizo Patricia me parece lo correcto y adecuado. Porque dice un antiguo adagio “respetos guardan respetos”. (Luis Eduardo Podestá).


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