viernes, 18 de mayo de 2012

Mi amigo Javier cumplió 103 años

Rechazó las dictaduras y
es un político por vocación

Es cierto: Mi amigo Javier de Belaúnde Ruiz de Somocurcio, cumplió hoy, 18 de mayo de 2012, 103 años de edad, por lo cual puedo decir que se trata de mi más viejo amigo, porque anudamos una amistad periodista-entrevistado que nunca fue mellada por ningún malentendido desde hace más de 50 años.

Buen bolivariano rodeado de amigos

Lo recuerdo en aquel diciembre de 1955, trepado en un muro a medio construir en la tercera cuadra de la calle Mercaderes de Arequipa, cuando bramaba un discurso contra la dictadura de Manuel Odría, y contra quien, en esos instantes, se realizaba una demostración de protesta.

Las autoridades habían negado la Plaza de Armas para ese acto, organizado por la naciente Coalición Nacional que encabezó Pedro Roselló, por lo que a última hora se decidió realizar la reunión en el Teatro Municipal.

Y hacia allá se dirigía la ciudadanía cuando fue frenada por una contramanifestación. Javier de Belaunde se encaramó en aquel muro de la construcción de lo que sería una sede del Banco Internacional y lanzó su vibrante arenga, y exhortó a quienes lo escuchaban a no perder la oportunidad que esa ocasión nos daba para luchar por la democracia.

Los manifestantes se lanzaron sobre el teatro, cuyo vestíbulo estaba repleto de comerciantes, hombres y mujeres, del mercado de San Camilo, tradicionales partidarios de Odría, y los arrolló.

Ingresó en el salón, ocupó butacas y pasadizos y esperaba que los oradores subieran al estrado, cuando desde lo alto, desde la galería, la policía lanzó granadas de gas lacrimógeno.

Ese fue mi bautismo de gas y el motivo que me llevó a entrevistar más tarde a Javier Belaunde, entonces militante de la Democracia Cristiana.

Habla en su cumpleaños número 100

Después cambié de camiseta, porque de La Prensa en cuya corresponsalía trabajaba entonces, me fui primero a El Deber, aquel diario donde él escribía y eran periodistas de planta Luis Rey de Castro, Jorge Bolaños Ramírez y Enrique Chirinos Soto, entre otros, y luego a El Pueblo.

De él, sé que solo cambió de camiseta cuando la Democracia Cristiana decidió respaldar la dictadura de Juan Velasco, lo que lo obligó a renunciar en mayo de 1972.

En 1978 fue invitado por Fernando Belaunde para incluirse en Acción Popular, y fue elegido diputado por Arequipa para el periodo 1980-1985.

Cuando estuve a punto de entregar a la imprenta mi libro Cuatro días de junio, que relata el episodio de la huelga del Colegio de la Independencia Americana de Arequipa de 1950, le pedí permiso para incluir el texto de un artículo que él publicó con motivo de los trágicos y sangrientos acontecimientos de ese año en la Ciudad Blanca y de los cuales él fue protagonista directo.

Con suma generosidad me mostró su complacencia y su artículo que retitulé Días de fuego, muerte y sangre, apareció para honrar la segunda edición de mi libro aparecida en 2003.

Desde que nos conocimos, en 1955, comenzamos a ser amigos y nunca hemos dejado de serlo, lo cual me llena de legítimo orgullo.

En un encuentro que tuve con su hijo, también Javier de Belunde, en el Palacio de Justiucia, hace unos meses, me dijo que su padre estaba bien. “Sobre todo lúcido, aunque tiene dificultades para oír”, me dijo.

Hoy llamé a su casa para saludarlo y Adrián Valdivia, encargado de su cuidado, me dijo que le trasmitiría mi saludo, que se encontraba bien de salud pero que no podría escucharme.

Don Javier, lúcido a sus 103 años

Asistí hace tres años a la celebración de su cumpleaños número 100 y pude ver que el cariño y estimación que había despertado entre políticos e intelectuales de todos los pelajes, era algo cierto y comprobable.

Allí, en el museo de Bolívar de Pueblo Libre, donde tuvo lugar la reunión en que estuvieron no solo quienes comulgaban con su acendrado amor a la democracia, sino quienes habían apoyado dictaduras.

Pronunciaron discursos elogiosos el historiador Eusebio Quiroz Paz Soldán, los políticos Javier Alva Orlandini, Luis Bedoya Reyes y hasta llegó con retraso para tomar el micrófono al cierre de la ceremonia, el entonces presidente Alan García Pérez, quien recordó sus años juveniles y le dijo que lo había escuchado “rugir desde su escaño”.

Dijo una verdad. El verdadero León del Sur es don Javier de Belaunde, quien ese 18 de mayo de 2009 estuvo rodeado de viejos enemigos y amigos.

Yo me cuento entre los últimos y concluí así la nota que escribí con motivo de ese acontecimiento: “La fiesta del centenario fue como Javier de Belaunde la había deseado. Estuvo rodeado de familiares cercanos y lejanos, amigos, paisanos y rivales políticos de antaño, unidos en el sentimiento común del reconocimiento a un hombre de bien y a un mejor político que con las banderas en alto de la rebeldía contra las dictaduras, marchó a través de la difícil vida de un país con eterna democracia en formación, por el único camino que conocía: la honradez, la transparencia y el servicio a su patria y a sus semejantes”.

Hoy, tres años después y con la seguridad de que don Javier tiene para rato repito mi homenaje a un hombre de bien, a un político de vocación, como él mismo se califica, con el profundo deseo de que nos acompañe muchos años más.

Luis Eduardo Podestá

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