jueves, 11 de diciembre de 2014

556 bólidos cayeron sobre la Tierra

La Nasa publica mapa de
las bolas de fuego que han
caído en los últimos 20 años

Según el astrónomo Rafael Bachiller, se trata de uno de los fenómenos más espectaculares que nos obsequia el Universo y son tema de frecuente investigación cuando no de daños sobre la obra que los hombres realizan sobra la faz del planeta Tierra.

Algunos solo son un espectáculo, otros son peligrosos
La NASA publicó recientemente un mapa sobre los por lo menos “556 cuerpos rocosos que han creado meteoros brillantes de los denominados bólidos o bolas de fuego” que han caído sobre la tierra, escribió el científico en el diario español El Mundo.

En el mapa referido la NASA indica que los 255 puntos anaranjados representan los bólidos observados durante el día mientras que los otros 301 puntos azules son los que pudo observarse durante la noche, todos ellos durante el periodo 1994-2013.

Eso significa, dice Bachiller, que “se observan unos dos bólidos al mes por término medio” y que “el tamaño de cada punto es proporcional a la energía óptica radiada durante el estallido, que a su vez es una función del tamaño del meteoroide al penetrar en la atmósfera”.

Cuerpos celestes caídos en la Tierra en los últimos 20 años
Añade que “los tamaños de estos cuerpos rocosos están comprendidos entre uno  y 20 metros aproximadamente”.

Los astrónomos llamar “meteoroides” a las partículas de polvo y hielo o rocas de hasta decenas de metros que se encuentran en el espacio como residuo del paso de algún cometa o de la formación del Sistema Solar.

Cuando un meteoroide atraviesa la atmósfera de la Tierra produce un fenómeno luminoso que, dependiendo de su brillo, puede ser llamado meteoro, bólido o bola de fuego.

Se usa la palabra meteorito para nombrar a los meteoroides que alcanzan la superficie de la Tierra, cuando no se desintegran por completo en la atmósfera, escribió el astrónomo.

Rafael Bachiller
Bachiller recordó, asimismo, que caen sobre la Tierra diariamente unas cien toneladas de partículas de polvo y de material rocoso, “pero afortunadamente la atmósfera de nuestro planeta actúa como un eficiente escudo protector pues en la fricción con el aire, esas partículas y meteoroides quedan completamente calcinados en su inmensa mayoría”.

Sin embargo, llama la atención sobre experiencias extraordinarias y peligrosas como lo ocurrido en Cheliábinsk, Rusia,  el 15 de febrero de 2013, cuya explosión fue equivalente a la de 500.000 toneladas de TNT (500 kilotones de energía),  causó más de 900 heridos y daños en numerosos edificios de al menos seis ciudades, recordó Bachiller.

Señaló que el de Cheliábinsk ha sido catalogado como “el bólido más violento de los caídos en la Tierra desde 1908, cuando tuvo lugar el bólido de Tunguska en Siberia”, también en Rusia.

El bólido de Cheliábinsk, un cuerpo violento
En cuanto a los peligros de los asteroides escribió que “estos empiezan a ser peligrosos cuando superan un tamaño de unos 10 o 20 metros. Un asteroide mayor de 35 metros podría ser capaz de destruir una ciudad, uno mayor de 140 metros podría causar la devastación de toda una región, o un gran tsunami en caso de caer sobre un océano. Uno mayor de un kilómetro podría causar una catástrofe planetaria”.

Señaló, finalmente que , “por supuesto, una vez conocido el peligro, hay que desarrollar la tecnología necesaria para desviar la trayectoria de un gran asteroide que fuese observado camino de la Tierra. El disparo de proyectiles capaces de fragmentar el objeto o de alterar su órbita es posiblemente la propuesta más conocida, aunque existen otras posibilidades, como el aterrizaje de una nave sobre el asteroide que sea capaz de aplicar el impulso necesario para desviarlo hacia una dirección sin peligro”.


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