miércoles, 9 de mayo de 2012

Los tres pilares de la democracia

Cuando uno de los
tres Poderes se
cree el primero

Los ciudadanos de a pie –como se ha dado en llamar a la gente común y corriente, al hijo de vecino– creemos que la democracia se asienta en una mesa de tres patas iguales, tres poderes dice la Constitución Política, los cuales son: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.

El Poder Judicial imparte la justicia

De los dos primeros, no hay que decir mucho, excepto que desde hace algunos años, uno de ellos decidió autodenominarse el Primer Poder del Estado, con lo cual parecía querer establecer su supremacía en contradicción con el principio de la separación de poderes que caracteriza a un Estado de derecho, constitucional y democrático.

Pero esa es materia de un debate más amplio y esclarecedor en el que deben participar nuestros líderes políticos y los juristas especializados.

Lo que aquí se propone es plantear algunas reflexiones sobre lo que ocurre con la tercera pata de la mesa, a la que los otros dos poderes tratan como si no tuviera su misma estatura.

En teoría, el Poder Judicial debiera gozar de plena autonomía jurisdiccional, administrativa y también económica, pero este requerimiento no se cumple.

En efecto, los ciudadanos vemos que año tras año y década tras década, el presidente del Poder Judicial, acude al Congreso de la República –su igual– a plantear su presupuesto y solicitar que lo aprueben sin recortes –como quien rinde un examen ante un jurado–, cuyos miembros se elevan el sueldo cuando lo estiman conveniente y realizan gastos con plena autonomía.

El Congreso dispone del dinero como quiere 

Así lo afirma una reciente información periodística que nos abre los ojos sobre una nueva partida de 59'723,828 nuevos soles que el Congreso ha aprobado como ampliación de su presupuesto que se elevará este año a más de 467 millones de nuevos soles. La misma nota nos recuerda que con esa ampliación el Poder Legislativo duplica su presupuesto 2007 que llegó a solo 246 millones de nuevos soles.

Pero volvamos a nuestro Poder Judicial, cuyo presidente, luego de su paso por el Legislativo, tendrá que conversar con un organismo subalterno, que es el Ministerio de Economía y Finanzas para convencerlo, si cabe el término, de que la plata que reclama no va a ser empleada en cualquier banalidad de la vida o gastos superfluos, sino en cubrir las necesidades verdaderas que reclama el desarrollo de un organismo que necesita estar en el año 12 del siglo XXI para impartir justicia con celeridad, modernidad y probidad.

El PJ tendrá que convencer a ese organismo que maneja el dinero, de que sus trabajadores, que hace pocos días salieron a la calle para reclamar una mejora en sus haberes, son los peor pagados de la administración pública, situación que los sucesivos presidentes de este Poder Judicial no se han cansado de exponer ante sus pares del Legislativo y el Ejecutivo.

Si esta situación persiste, nuestra democracia cojeará siempre por uno de sus tres fundamentales pilares, lo cual no es saludable para nuestra sociedad.

Del Ejecutivo depende el ministerio de Economía

Los ministros de Economía debieran saber, además, como recordó hace poco el presidente del distrito Judicial de La Libertad, que una ley vigente desde hace 19 años establece el nivel de remuneraciones de los magistrados, y precisa que los vocales superiores deben tener haberes equivalentes al 80 por ciento de los que perciben los jueces supremos. Del mismo modo, esa ley fija el 70 por ciento para los jueces de primera instancia letrados.

Conste que aquí no hablamos de las condiciones franciscanas en que trabajan los jueces de paz diseminados por todo el territorio nacional y que a menudo constituyen la única presencia del Estado en los pueblos más olvidados por su lejanía, porque no se les paga nada, pero, mal que bien, se les da el honor de ser llamados "el primer escalón de la justicia peruana".

Nota - Este artículo fue publicado en el diario El Peruano del 9 de mayo de 2012

Luis Eduardo Podestá

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