jueves, 4 de febrero de 2016

"El Benito" Guzmán dejó este mundo

El experto reportero gráfico
también dejó una lección
de modestia y profesionalismo

Le decíamos simplemente “el Benito” y cuando era preciso cubrir una comisión arriesgada no vacilábamos en encargársela, porque sabíamos que la dejábamos en buenas manos.

Benito Guzmán
Benito comenzó a codearse con el periodismo alrededor de 1953 en la corresponsalía de La Prensa, en cuyo departamento de Circulación trabajaba, y donde aprovechaba la cercanía del cuarto oscuro de fotografía, donde Humberto Bonilla trabajaba, para aprender lo que en poco tiempo se convirtió en la profesión de su vida.

En los azarosos días de diciembre de 1955, cuando un grupo de políticos rebeldes se agrupó alrededor de la Coalición Nacional (CN), fundada por Pedro Roselló, para poner fin a los abusos de la dictadura de Manuel Odría, Benito tuvo su bautismo de gases lacrimógenos junto a otro reportero gráfico de La Prensa, Benito Melo.

Teníamos la misión de cubrir la manifestación que la CN convocó para la tarde del 22 de diciembre en la Plaza de Armas, pero fue desautorizada por una una decisión prefectural y los manifestantes marcharon hacia el Teatro Municipal, donde supuestamente, tendría lugar una concentración.

El vestíbulo del teatro estaba ocupado por partidarios de Odría que formaron una cadena que fue prontamente rota y los manifestantes ingresaron a la platea. Con Benito Guzmán y Oswaldo Cuadros, nos situamos en la primera fila de asientos.

Desde allí vimos que el local se llenaba apresuradamente y, de pronto, escuchamos estampidos en la galería del teatro, desde donde la policía disparaba sobre la platea.

Unos segundos más tarde todo el local estaba lleno de gases mientras la gente desesperada pugnaba por encontrar una salida y tropezaba con quienes entraban en tropel por la puerta principal.

Departiendo con colegas (Foto Correo)
Alguien a nuestro lado gritó por allá y corrió hacia una escalera delante del escenario. Lo seguimos y encontramos la salida hacia la calle Rivero. Luego nos perdimos entre cientos de personas y cada uno siguió rutas diferentes.

Cubrimos juntos una serie de misiones, entre ellas, un curso acelerado de corresponsales de guerra para cubrir, embutidos en uniformes militares, maniobras en las pampas de Clemesí, en Moquegua.

Benito se metió en un tanque para experimentar lo que siente un soldado dentro de esa caja de acero recalentada por el sol del desierto durante varias horas.

Unos diez años más tarde, ya en las fila de Correo, fuimos a ver las pampas donde Puno quería construir su aeropuerto, algo que hasta ahora no se cristaliza.

Benito (centro) con grupo de periodistas (Archivo del autor)
Cubrió los terremotos de Arequipa de 1958 y 1960 y La Prensa hizo gran despliegue gráfico con sus fotos.

Fuimos a Mollendo azotado por un destructivo huracán y al regresar, el auto en que veníamos se salió de la pista y nos salvamos de milagro, porque el coche saltó a una explanada pedregosa hasta chocar con un cerro.

Si el accidente hubiera ocurrido a unos cincuenta metros más adelante o más atrás, caíamos a un abismo de 200 metros.

Benito, aunque estaba muy golpeado, salió hasta la carretera, detuvo a un ómnibus que venía de Mollendo y lo transportó a Arequipa, donde cumplió con presentar las fotos a tiempo para la edición.

Leo en una semblanza que le ha dedicado el diario Correo, que “Guzmán fue parte del inolvidable trío de ‘los reyes del lente de Correo’, integrado por el también desaparecido Beto Hugo Salcedo y Jorge Esquivel, quienes por más de dos décadas impusieron su calidad en cada fotografía que traían para su publicación”.

Distinguido por su trayectoria profesional (Archivo del autor)
Descubrió quizá un poco tarde su afición por la música seria y le hice escuchar en mi casa a Tchaikovski, Dvorak, Bruch y un día me sorprendió con la cinta sonora de la inolvidable película Rey de reyes, y una colección de obras musicales que escuchamos en su casa de la calle José Gálvez de Miraflores, el distrito donde vivió gran parte de su vida.

El tiempo me llevó por otros rumbos pero cada vez que visitaba Arequipa lo buscaba, nos íbamos a almorzar y a tomar unas cervezas, aunque él prefería el pisco con cocacola y recordábamos aquellos incidentes de nuestras experiencias periodísticas.

En octubre de 2014 recibió con mucha alegría un inesperado diploma de honor otorgado por el Centro Federado de Periodistas de Arequipa por su trayectoria periodística y, que yo sepa, fue una de las escasas distinciones que recibió.

Benito Guzmán Canazas, experto reportero gráfico, amigo leal, querendón con su familia, nos ha dejado para siempre, pero subsistirán creo que para siempre, su bonhomía, su carácter que abría su corazón a los demás, y sobre todo, la huella de su paso por las redacciones donde su trabajo ilustró los suceso de una ciudad en marcha.

Benito, hermano de cien misiones reporteriles, que disfrutes de la paz eterna.(Luis Eduardo Podestá).


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