martes, 15 de agosto de 2017

“El Gallito” hace confesión “arequipés”

Es un limeño del Rímac
que canta a sus raíces
de la Blanca Ciudad

Nota del editor – El artículo que se reproduce a continuación es obra de Álvaro Javier Podestá Cuadros, conocido en algunos ambientes como “Lessness”, una suerte de seudónimo literario y como “El Gallito” en homenaje a su “semanario quincenal” que tiene unos veinte años de existencia, gracias, a que creo, nació al pie un volcán, con carácter propio y sin miedo de decir las cosas como son o como uno quisiera que sean. Se reproduce tal como ha venido en el “feis”, con su carga emotiva y su sinceridad, que es lo que vale, en el día en que la ciudad que lo aloja, cumple 477 años de existencia.

Por Álvaro “Lessness” Podestá Cuadros

El autor
"Mírate ese pantalón todo wiswi, sácatelo que lo voy a lavar", me decía mi Má cuando era niño.

De mis 50 años, un poco más de la mitad de ellos los he pasado lejos de mi madre y debo reconocer que esa es la parte más jodida del desarraigo. Se puede estar en Arequipa, Alemania o Senegal y el desarraigo viene con su añadido de frustración y pena.

En la casa del Rímac, desde que tengo uso de razón, se habló y se habla siempre de Arequipa.

El rocoto relleno y el adobo son los platos casi obligados de varios de los cumpleaños que se festejan en aquella casa llena de arequipenses bajopontinos.

El vínculo con el terruño era y es pues, culinario, y también en la forma de hablar de mi Má.

Ella aún usa la palabra chuma cada vez que su té está carente de sabor. Guadameco también la he escuchado decir al enojarse con alguien y chognis para referirse a las legañas de los ojos.

Mi Pá y Má escogieron la mejor manera de estimular ese amor a la tierra lejana llevándonos en Morales Moralitos (en unos viajes interminables por carretera) en algunas vacaciones escolares.

Es por eso que desde chicos mis hermanos y yo conocimos de la forma más sabrosa, de esa tierra donde había cosas ricas.

Se hace querer...
Supimos lo que era un helado con forma de choclo que vendían en una tienda de la calle Jerusalén, conocimos los toffees de La Ibérica, las guaguas y bizcochos de La Lucha, los confites del Parque Duhamel, las salchichas Viena de La Alemana y el anís Nájar así como la Kola Escosesa.

La casa del Rímac era pues el reducto arequipés, una auténtica embajada characata y todos nuestros amigos limeños lo sabían.

Ahora cada vez que bajo a Lima, mamá me mira y me dice que me estoy quedando pajlita al ver menos cabello en mi cabeza.

Hoy recuerdo que mis hermanos arequipenses y yo estuvimos en el Estadio Nacional de Lima aquella noche que campeonó Melgar jugando contra el Cristal el año 1981. Cómo gritamos esa noche en una de las tribunas populares.

Siempre está allá donde tú estés

También alentábamos a los equipos de la región que iban a jugar la Copa Perú a la capital: el Aurora y el Pesca Perú de Mollendo.

Arequipa siempre estuvo y está en casa gracias a mi Má, la cual cumplirá 80 años pronto.

Como no puedo cuidar a mamá desde aquí, creo que por eso lo hago tanto con mi hijo que hasta de sobreprotector me ha "acusado".

Será por eso que trato de cuidar también esta tierra y me enerva y enoja cuando la maltratan.

Es pues Arequipa como mi mamá, y pienso que cuando todos los que la habitamos pensemos así, seguramente cambiaremos de actitud..., pero para bien.

Soy A.J. "Lessness" Podestá, "El Gallito".

(Imágenes de www.podestaprensa 

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