domingo, 3 de julio de 2016

Cinco días en los Caminos del Inca

Argentinos describen
lo que les costó llegar
a pie a MachuPicchu

Nota del editor: La siguiente es una información difundida el 2 de julio por el Portal RíoNegro, de Neuquén, Argentina y relata la aventura de 30 argentinos para llegar a MachuPicchu, Cusco, Perú, a pie, por el Camino del Inca. Se han conservado el texto y las imágenes en la versión del Portal. Sin embargo para los efectos de una mayor agilidad en la lectura y diseño de esta página se ha dividido y modificado el orden de algunos párrafos.

Machu Picchu: cinco días en el camino del Inca

por Dardo Gobbi (*) y Jeremy Cruz Arroyo
Fotos de Dardo Gobbi

Tres semanas atrás, treinta viajeros del Alto Valle cruzaron montañas y cerros, recorrieron tesoros arqueológicos y durmieron en campamentos entre las nubes. ¿El premio? El mejor: llegar a Machu Picchu.

Al comienzo del Camino del Inca
El Camino del Inca es una forma diferente de llegar a Machu Picchu. Es acercarse hacia la mítica ciudadela y disfrutar del recorrido en la montaña.

La travesía empieza en un pueblito llamado Piscacucho (5 esquinas), a 2.800 msnm. Hasta allí llegamos en micro.

Luego de abastecernos de abundante agua, víveres y hacer unos km más, nos encontramos con nuestros porteadores y el resto del equipo que nos acompañaría en la travesía.

Nos colocamos nuestras mochilas e iniciamos la caminata. Nos registramos en Piscacucho, puesto de control que regula el ingreso a Inca trail. Aquí comenzó nuestra aventura.

Willca Racay, contemplada el primer día

Willca Racay (construcción sagrada). La contemplamos en el primer día de caminata desde el gran mirador Llactapata.

Día 1 

Distancia de camino: 12 kms. Altura de inicio: 2.800 m. Punto más alto: 3.100 m.
Altura de campamento descanso: 3.000 m.

Este primer día fue relativamente liviano. Caminamos por un valle, siempre teniendo al lado el río Vilcanota o Urubamba.

Después de dos horas y media de recorrido, llegamos a la comunidad de Meskay. Allí nos esperaba un mini campamento junto a un delicioso almuerzo autóctono.

Luego de almorzar nuestros primeros platos típicos, alejándonos del valle del río Urubamba, retomamos la caminata.

El sol nos castigaba con dureza. En unos minutos, luego de cruzar el río Cusichaca, comenzó una sección muy empinada que nos llevó al gran mirador de Llactapata, donde encontramos nuestro primer sitio arqueológico: Willca Racay (construcción sagrada).

Junto a vegetación poco común para nuestros ojos patagónicos, desde este lugar pudimos ver otros sitios arqueológicos que nos invitaron a sacar las cámaras de nuestras mochilas.

Después de dos horas de recorrido y varios litros de agua consumidos, rodeados de flora que solo crece a esa altura, llegamos a la comunidad agrícola más grande del camino inca: Wayllabamba.

Allí nos esperaba un nuevo campamento. Pasaríamos nuestra primera noche a 3.000 msnm.

El primer campamento para almorzar

Día 2

Distancia de camino: 8 km. Altura de inicio: 3.000 m. Punto más alto: 4.230 m. Altura de campamento de descanso: 3.600 m.

Un té de hojas de coca nos despertó por la mañana. Luego de preparar nuestras mochilas, nos zambullimos en un suculento desayuno. Era el primer paso para una jornada muy dura.

Una empinada caminata de unas cinco horas nos hizo ganar 1.200 m de elevación. Nos llevó al punto más alto de la travesía: el paso Warmwañusca. Un regular camino empedrado y escalinatas, también de piedra, todo un regocijo para los ojos.

Saliendo de Wayllabamba a una hora y media de camino sinuoso encontramos Ayapata (cementerio). Allí realizamos el primer descanso del día. Luego caminaríamos durante dos horas por un bosque de alta montaña rodeado de árboles polileptis.

Llegamos a Llulluchapampa. Un paraíso a 3.800 msnm. Parada para comer algo, reunir al grupo y controlar que todo marche bien, en especial saber cómo reaccionábamos al mal de altura.

Comenzamos a caminar y todo nuestro alrededor nos sorprendía. El “mal de altura” a algunos nos afectaba más que a otros. Dolores de cabeza, agitación, vómitos, en algunos casos eran los síntomas de comenzar un ascenso que llegaría a los 4.200 msnm.

Caminar lento, respirar diferente, mascar hojas o caramelos de coca fueron una constante. Finalmente, todos logramos adaptarnos y llegar a cada punto de ascenso.

Continuamos. Dos horas más tarde llegamos a un escenario abierto de puna andina. Habíamos llegado a la cima del paso de montaña Warmiwañusca (mujer muerta). Nuestro objetivo más alto, 4.230 metros.

Emoción, fotos, hidratación y descanso. Continuamos nuestros pasos bajando por una vereda empedrada durante dos largas horas, hasta llegar a nuestro segundo campamento: Pacaymayu (río escondido), a 3.600 m.

Seis viajeras en "espesa tundra" a 4 mil metros
Día 3

Distancia de camino: 8 km. Altura de inicio: 3.600 m. Punto más alto: 4.000 m. Altura de campamento de descanso: 3.600 m.

Nos encantaba despertarnos cuando amanecía. Seguían té, desarme y desayuno abundante; ya eran rituales para nosotros.

Empezamos a caminar temprano. A la hora de hacerlo por el camino sagrado de los Incas, llegamos a una construcción conocida como Runcuracay (construcción oval) a 3.750 m. Un lugar ceremonial y astronómico.

Mientras observaba el cambio en el paisaje, nos introducimos en una espesa tundra de montaña hasta arribar al punto más alto de esa jornada: 4.000 msnm.

Luego de casi dos horas, una gran bajada escalonada terminaría en nuestro campamento con un delicioso almuerzo calórico en Chaquicocha (Laguna seca).

Después continuamos por pleno bosque de nubes. Hora y media de recorrido. Humedad, helechos, musgos, enredaderas, árboles frondosos nos acompañaron hasta los 3.600 msnm, el campamento llamado Phuyupatamarca (el sitio sobre las nubes).

Dormir entre las nubes la tercera noche
Día 4

Distancia de camino: 12 km. Altura de inicio: 3.600m. Punto más alto: 3.600m.

Viajar en esta época del año a Perú tiene eso, un día espléndido en las montañas, el aire puro y fresco. Todavía nos quedaba el último tramo.

Desarme del campamento. Té de coca, desayuno y a descender hasta Intipata (altar del sol). Bajamos unos 1.000 m entre gran variedad de ecosistemas y vegetación.

Mirábamos hacia atrás y lo recorrido era impensado. Habíamos cruzado montañas y cerros durante días y noches. Un último esfuerzo nos hizo llegar al Inti Punco a 2.700 m. La Puerta del Sol, un lugar difícil de describir.

De allí vimos toda la Ciudadela de Machu Picchu. Caminamos hacia ella. Ese día descendimos hasta un pueblito entre montañas: Aguas Calientes (o Machu Picchu pueblo). Allí pasaríamos la noche y descansaríamos en un muy deseado hotel.

Día 5

Desayunamos y subimos otra vez a la montaña. Ahora sí, recorreríamos toda la ciudadela de Machu Picchu, con la tranquilidad y dedicación que se merece. Un momento para disfrutar y reflexionar.

Estábamos seguros de algo: nunca olvidaremos esta forma de conocer los orígenes de América Latina.

¡Machu Picchu a la vista!
El momento más esperado, en el cuarto día: la visión de Machu Picchu desde la Puerta del Sol.

Porteadores llevan bolsos y equipos

Se llevan el gran mérito: transportan gran parte del equipo utilizado en los cuatro días de la travesía. Carpas, utensillos, colchonetas, comida y hasta 6 kg de indumentaria de cada caminante, un total de 30 kilos sobre sus espaldas. No faltó en nuestro grupo la admiración y los cuestionamientos éticos y morales por su sacrificio.

Porteadores, los héroes de la jornada
Algunos hablan castellano, otros solo quichua. Son una fuente de mitos, leyendas, tradiciones, voluntad y servicio inagotables. El último día de campamento realizamos una ceremonia de despedida, agradeciendo todo lo compartido y vivido con ellos.

Coca contra el soroche

El mal de altura (o soroche) marea, baja la presión, nos obliga a ser más lentos. Algunos se descomponen, a otros les duele la cabeza y al exigirse físicamente casi todos se agitan.

Desde que uno llega al aeropuerto de Cusco es recibido con hojas de coca. Luego las ofrecen en todos lados de manera ambulante. También en supermercados, farmacias y puestos de golosinas venden caramelos de coca. Al llegar a cada hotel, en la recepción hay termos de los que uno puede servirse y tomar su té de coca.

En hojas para mascar, caramelos o en té, la coca está presente como una medicina y como un elemento cultural.

(*) Dardo Gobbi es docente de la Universidad Nacional del Comahue.


(Imágenes de Río Negro - Pies de página de www.podestaprensa.com)

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