martes, 1 de noviembre de 2011

El juez que sentenciaba en verso

A veces hay que contratar
un abogado para que
traduzca las resoluciones



¿Cómo reaccionaría usted si en la culminación de un litigio, por equis razones, recibiera una sentencia o una resolución redactada poéticamente, con rimas incluidas?

Perplejidad es la respuesta. Y eso es lo que acaba de sufrir el público de la Gran Canaria, España, al informarse de que el juez Álvaro Gaspar Pardo emitió una sentencia en verso que motivó la queja de la condenada ante la Inspección del Consejo del Poder Judicial de Canarias.

Juez aplicó justicia poética

En cumplimiento de su misión, el Consejo abrió una investigación al juez por redactar una sentencia en verso, porque su sentencia fue denunciada como "agravio personal de un juez contra un ciudadano".

Según el diario El País, el Consejo archivó la denuncia y se limitó a "no compartir" la forma en que se halla redactada la sentencia.

Ocurre que María Teresa Cabo Vizo, directora de una academia de azafatas, fue sentenciada a pagar 7,300 dólares a una alumna que la denunció por "incumplir sus expectativas laborales".

La sentencia incluía versos como "Tinieblas del corazón / ¿Por qué asistió la señora Cabo Vizo al juicio / si no se había pedido su interrogatorio? / Porque le dolía, le duele el corazón. / Acaso, ojalá contribuya la presente / a derivar tal dolor hacia el bolsillo".
La ciudadana se quejó sobre todo porque la sentencia la aludía a ella y no a la empresa de que forma parte. Pero en fin...

El juez, además, es reincidente. Ya las autoridades judiciales le aplicaron en 1999 una multa de 50 mil antiguas pesetas (unos 410 dólares) por "falta leve".

Les da sabor a sus fallos

En aquella ocasión el juez Pardo sentenció la separación de un matrimonio: "Procede acceder a la separación / que imploran tanto el señor Triana, / al que no le da la real gana / de soportar la tensión, / como la señora Sarmiento / que no sufriendo escarmiento, / tras su primer tropezón, / persiste en el mismo tono, / y aduciendo el abandono, / suplica solución".

Cuando lo multaron el juez Gaspar se defendió sin versos pero sí con prosa: "Si el fallo es bello además de justo, el derecho sale ganando"

Hace unos años, el Poder Judicial del Perú convocó a un seminario de capacitación, entre cuyos varios temas, figuraba el de tratar de perfeccionar la redacción de las sentencias y la Academia de la Magistratura tenía preparado, hasta donde yo sé, un manual de redacción para agilizar la lectura de las resoluciones judiciales.

Se habló de simplificar las resoluciones

El seminario fue motivado, entre otras cosas, por reiterados pedidos de los litigantes que llegaron a decir que debían contratar a un abogado para que "tradujera" las resoluciones porque no podían interpretarlas. Creo que después de aquel esfuerzo no volvió a hablarse del asunto, porque a la luz de algunas consultas realizadas entre litigantes, el fenómeno de las resoluciones difíciles de entender se mantiene.

Frente a la situación planteada, ¿sería preferible insistir en un cursillo de cómo redactar resoluciones de lectura fácil o recomendar que sean hechas en verso como lo ha ensayado con tanto éxito el juez poeta de las Canarias, cuyas sentencias acaban de dar la vuelta al mundo?

Nota - Una versión de este artículo fue publicada en el diario El Peruano el 1 de noviembre de 2011

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