viernes, 12 de agosto de 2011

La fiesta de los 471 años



El alcalde no tuvo mejor idea
que ahuyentar a los turistas
con ansias de diversión



Dice el historiador Romel Arce que la celebración del 15 de agosto que recuerda la fundación española de Arequipa, recién comenzaron a ser realidad en 1947, cuando la ciudad cumplió 407 años de existencia.

Lecherita en su burrito entra a la plaza

Si lo dice tan calificado historiador debe ser cierto. En aquel año, gobernaba la ciudad, don Pedro P. Díaz, nombrado por la Junta Militar de Gobierno encabezada por el general Manuel A. Odría, porque las elecciones municipales aún no se practicaban.

Don Pedro P. Díaz era el propietario de una de las más afamadas curtiembres, establecida en lo que la gente llamaba el Resbalón, la última cuadra de la calle Palacio Viejo, que caía desde su crucero con Cruz Verde, en un ángulo de casi 40 grados hasta lo que hoy es la avenida La Marina, casi colindante con el río Chili.

No pocos memoriosos acusan a don Pedro de haber sido el precursor de la terrible contaminación del Chili con aguas provenientes de su curtiembre a través de canales convenientemente subterráneos.

Pero la verdad es que esa era una suerte de barrio de las curtiembres, todas las cuales arrojaban rojas y espumosas venenosas al cercano río, que dicho sea de paso, hasta ahora no se libra de otras contaminaciones, a pesar de los esfuerzos, aparente sin éxito de algunas autoridades.

Danza de Cailloma

Pero ahora se trata de la fiesta de los 471 años de edad de la Ciudad Blanca y, en contraste con otras celebraciones anteriores, la autoridad municipal metropolitana, ha dispuesto la restricción en el horario de atención y el cierre de varios establecimientos de la acogedora calle San Francisco cuando en realidad debiera abrir más en estas fechas para atraer a los turistas ávidos de unirse al jolgorio de estas fechas .

Recordando a Tirso Borja

Y ya que el historiador recuerda el origen de las fiestas de aniversario hay que señalar que en los años 50s tuvieron un despliegue en su organización, gracias al entusiasmo e imaginación del periodista deportivo Tirso Borja Vizcarra, emprendedor hombre de empresa que creó los Festidanzas.

Festidanzas fue un concurso de danzas y música típica americana y atrajo a decenas de delegaciones extranjeras. Tirso ya no se encuentra entre nosotros, pero su contribución a que las fiestas de agosto en la Ciudad Blanca sean lo que hoy son, no debe quedar en el olvido.

Festidanzas trajo delegaciones del exterior

Borja era profesor de educación física del Colegio Corazón de Jesús, cuyas alumnas lucían un traje azul oscuro y y una hilera de botones rojos en el pecho. Combinaba sus tareas magisteriales con la plaza de redactor de deportes del diario El Deber, que desapareció también por la década del 60.

Su entusiasmo lo llevó a organizar los bailes de carnaval en el vestíbulo del cine Fénix, que algunos contemporáneos míos deben recordar, y más tarde, los Festidanzas en que intervinieron la Municipalidad de Arequipa y los clubes de Leones y Rotary, contagiados por la idea de hacer las cosas en grande.

Las varias fechas de Festidanzas se desarrollaban en el recién inaugurado coliseo cerrado, llamado oficialmente Coliseo Arequipa, y en torno al cual, la gente le jugaba bromas al entonces ministro del Interior de Odría, general Armando Artola, quien habría reflexionado: “No sé para qué quieren los arequipeños un coliseo cerrado… ¿por dónde va a entrar la gente?”.


Camiones adornados

Plaza llena de luces en la víspera

Después se organizaron los desfiles de carros alegóricos. Cada empresa o individuo que se sintiera capaz, podía inscribir su coche, automóvil o camión, para el desfile. Los camiones debían ser adornados como la imaginación le dictara al participante y, por lo general, llevar una belleza en la plataforma.

Los distritos se esmeraron en realizar concursos de belleza, a fin de que sus reinas desfilaran por las calles de Arequipa el día principal de la celebración, esto es, el 15 de agosto.

El historiador Arce recuerda que antes de 1947, “la celebración se reducía solo a una actividad protocolar entre autoridades y personajes reconocidos”. Dijo a la prensa hace poco que cada año la fiesta se ha ido modificando y a estas alturas poco queda de las actividades de antaño.

Entrada de "ccapo"

En el pasado -y ahora se han reeditado-, se celebraban las vísperas en la Plaza de Armas con una típica “entrada de ccapo”, a la usanza campesina, caracterizada por la presencia de asnos cargados con aquel arbusto seco, precedidos por una banda de músicos populares, llamados por eso precisamente “ccaperos”.

Se hacían al atardecer grandes hogueras con aquel arbusto y por la noche se encendían castillos de fuegos artificiales y tanto la plaza mayor como las distritales se llenaban de gente que bailaba al son de las bandas de música hasta el amanecer.

El día central tenía lugar el gran desfile de carros alegóricos. Ahora son grupos de danza los que desfilan a lo largo de unos cinco kilómetros, desde la avenida Mariscal Castilla de Miraflores, hasta la Plaza de Armas, bailando aires típicos de cada localidad.

Y como se decreta feriado grande, la gente concurre a los espectáculos públicos o se va a la campiña donde aún quedan picanterías tradicionales para degustar comidas como se cocinaban antaño, acompañadas por un refrescante “cogollo” de chicha para que la fiesta parezca fiesta.


Luis Eduardo Podestá


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