domingo, 17 de enero de 2016

Crónica de un corto viaje a Arequipa

Se conservan el caos del tránsito,
el chaque y el chairo, y estrena
“perromuerto” patrimonio mundial

Un viaje de cuatro días no es para propiciar un exhaustivo análisis de la vida en cualquier ciudad del mundo, pero vale para confirmar que el caos del tránsito de Arequipa se conserva como antaño, que el programa picantero sigue la tradición pero con notables omisiones o alteraciones y que la Municipalidad Provincial pelea con cerveceros artesanales y hace frente a un “perromuerto” que amenaza en convertirse en patrimonio de la humanidad.

Plaza de Armas peatonal... con excepciones
Se conservan, por ejemplo, y ya se ha hecho tradición, la falta de semáforos en importantes cruceros del llamado centro histórico, cuyo corazón, la Plaza de Armas, es “peatonal” pero deja uno de sus cuatro costados para el tránsito vehicular, porque dicen que no pueden privar a un supermercado de facilidades para su carga y descarga de mercaderías.

Otros dicen que no había más remedio que preservar esa vía como canal que alivie la congestión del centro y para que los turistas tengan cómo fotografiar el caos vehicular sin salir de la plaza.

Para atravesar cualquiera de los cruceros sin semáforos, usted tendrá que lanzarse al torrente de vehículos y estirar la mano en señal de paz para que los conductores –que no se distinguen por su respeto al peatón– frenen obligados por su presencia en la calzada.

En un solo carril de la Plaza de Armas
Además, si toma un taxi, tenga en el bolsillo la plata necesaria porque las tarifas impuestas por la oferta y la demanda, las han colocado en el nivel de Lima y otras ciudades del mundo calificadas como “caras”.

Algunos atribuyen ese fenómeno económico al boom minero porque mucha gente gana más de lo que debiera y gasta más de lo que puede. Y esto que la Tía María se cansa de esperar.

Una costumbre nacional

Como es costumbre nacional, también tiene plena vigencia en Arequipa el escaso respeto por las canas y vi largas, inmensas, interminables colas de “pobres viejitos” –según la socorrida frase del exlegislador Xavier Barrón–, bajo un sol inclemente frente a las diversas oficinas del Banco de la Nación, donde cobrarían pensiones o realizarían alguna gestión.

Colas para cobrar
También es costumbre nacional seguida religiosamente por las autoridades –desde guachimán a gerente– molestar a los que progresan o se salen del carril y no aceitan la mano de los que tienen poder de firma.

Así, los muchachos de la Promoción 1951 del glorioso Colegio Nacional de la Independencia Americana, que se reúnen religiosamente algunos mediodías para aplacar la sed en un restaurante de la Alameda de San Lázaro –segunda cuadra de Carlos Llosa– me contaron las vicisitudes de un fabricante y vendedor de cerveza artesanal, ubicado en ese sitio.

Ocurre que al norteamericano dueño del snack, bar, restaurante o lo que sea, fabricante de cerveza artesanal, le cerraron el negocio por orden municipal diz que por promover la reunión de gente de “mal vivir”.

Mis hermanos de la Promo 51, que no son devotos de la cerveza, comentaban que “cómo podía ser posible que se reuniera ‘gente de mal vivir’ en un local donde la botella de cerveza cuesta entre 12 y 15 soles y un sánguche 25 soles”.

“Emborracharse a ese precio costaría una fortuna, hermano”, comentó Rafael Vizcardo. Yo le creo. Pero el establecimiento permaneció cerrado unos días por disposición municipal que esgrimió aquellas razones.

Chaque a la moderna

Sigue sin alteraciones, felizmente, aquella santa tradición de lunes chaque, martes chairo, miércoles chochoca, jueves chuño molido, vienes menestrón, sábado caldo de lomos y domingo sancochado.

El verdadero chaque de tripas
Lo que es de extrañar es que –por lo menos en el restaurante adonde fui– las papas del chaque no son las mismas de antes, cuando las mamás las chancaban en un batán. Ahora las sirven sin pudor cortadas a cuchillo y sin aquellas tripitas que le daban su sabor característico. ¡Qué lástima!

Conste que la estada de cuatro días no me permitió hacer visitas a picanterías que se respetan por su tradición y anduve por el centro y pedí chaque en un restaurante donde lo ofrecían. Para la próxima vez será.

Los que no pierden su sabor son los buñuelos de doña Goyita en la esquina oeste de la plaza de Yanahuara. Hay que darse un pase por allá, porque aparte de ser económicamente para todo bolsillo, le recuperan a uno el sabor de la miel de otros tiempos.

“Perromuerto” patrimonio mundial

Para cerrar con broche de plata, le cuento que por la prensa y los comentarios de la gente me encuentro con un “perromuerto” de fábula cuyas víctimas fueron los proveedores de los servicios que hicieron el éxito del  Congreso de Ciudades Patrimonio que tuvo como sede nuestra nunca bien ponderada Ciudad Blanca.

El alcalde Alfredo Zegarra ha negado toda responsabilidad en el suceso, y declaró que un señor Freddy Padilla fue encargado por la Municipalidad para organizar y contratar servicios para tan magno certamen.

La arruga se eleva a alrededor de un millón de soles, que relaman los proveedores a la Municipalidad, y se han dirigido a la propia Organización de CiudadesPatrimonio del Mundo (OCPM) para quejarse y reclamar su pago.

Promete arreglar problema en 30 días
Una reciente información señala que el alcalde ha prometido, que “pese a que el Municipio no tiene mayor compromiso con las deudas, se verá la forma de pagar a los proveedores” en un plazo de 30 días, luego de una auditoría de los informes financieros remitidos por el Buró de Convenciones y Freddy Padilla.

Lo malo es que las malas lenguas dicen que a Freddy Padilla se le busca y no se le encuentra, mientras la Municipalidad de Arequipa se ruboriza y la OCPM espera marcando el compás con el pie.

Y eso es todo por esta vez. Para la próxima prometo estar más tiempo y ser más exhaustivo, sepa usted. (Luis Eduardo Podestá).

No hay comentarios.: