jueves, 14 de mayo de 2020

La médica venezolana que vendía arepas

Ahora ocupa un lugar en el
equipo médico que combate
al coronavirus en el Perú

Mientras Felimar Luque, médica venezolana ginecóloga, preparaba arepas para venderlas en un mercado de Lima, pensaba que quizá no volvería a ponerse la bata que abandono cuando decidió viajar al Perú en busca de un mejor destino.

Volvió a vestir la bata médica
Hoy luce la bata médica, no necesariamente para atender los partos, especialidad que ella escogió porque la llegada al mundo de un nuevo ser trae la felicidad a las familias, sino en el combate sacrificado contra el coronavirus, que la amenaza tanto a ella como a los pacientes que atiende.

El conmovedor relato de cómo esta profesional vino al Perú y sus esfuerzos para vivir, mientras gestionaba la convalidación de su título en el Colegio Médico del Perú, fue difundido por la agencia del Reino Unido BBC Mundo, cuya redactora, Stefania Gozzer, recibió la narración de la protagonista de esta historia.

Ingreso tres veces superior

“Felimar Luque era especialista adjunta del servicio de ginecología de un hospital del mayor nivel en Caracas, Venezuela”, relata Gozzer, quien destaca que la médica preparaba arepas diariamente en la habitación que compartía con su hermana, en Lima.

Luego salía a venderlas en un mercado de la capital peruana.

La ginecología es su especialidad
"Vendíamos unas 30 o 35… No eran muy grandes porque la harina P.A.N. es importada y costosa y queríamos obtener un poquito de ganancia", le dijo a BBC Mundo por teléfono en un descanso de su turno en el hospital.

Gozzer escribió que “a dos soles cada arepa (US$0,6), ganaban entre US$18 y US$21 cada día”, lo que significaba “tres veces más que su sueldo mensual en el Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo (de Caracas), conocido porque allí murió en 2013 el exmandatario venezolano, Hugo Chávez”.

Añade que ese dinero “era insuficiente para vivir cómodamente en Perú. Así que, recién llegadas a Lima, las hermanas vendían las arepas por las mañanas y dedicaban el resto del día a buscar trabajo”.

"El choque emocional era demasiado", cuenta Luque. "Aparte, jamás había vendido nada".

Volver a ejercer su profesión

“Hoy, tras un año en el que vendió arepas en un mercado y medicamentos en una farmacia, vuelve a ejercer la medicina en un hospital. Una oportunidad que ansió durante meses y que no le llegó hasta que ocurrió una tragedia: la pandemia de covid-19”, refiere el informe.
     
La crisis hospitalaria los obligó a irse 
"La esperanza era bastante lejana por el tema económico", cuenta esta ginecóloga de 34 años, a quien se le hacía imposible asumir el costo de homologar su título cuando llegó a Perú el año pasado.

Pero ahora, “ante la falta de profesionales de la salud para atender los casos de coronavirus que hay a nivel nacional, Luque ha sido contratada para trabajar en el Hospital Edgardo Rebagliati Martins, el complejo hospitalario más importante de la seguridad social peruana”, dijo la BBC.

Precisa que en su puesto, Felimar “se encarga de evaluar cómo evolucionan cerca de 200 afectados por covid-19”.

Empezar de cero

“Como a muchos de los 900.000 venezolanos que emigraron al Perú en los últimos años, a ella, le había tocado empezar desde cero en su nuevo destino”.

“Es decir: dejar atrás 11 años de estudios universitarios y cuatro de experiencia laboral, para, en cambio, comenzar los días levantándose a las cinco de la mañana para amasar agua y harina P.A.N”, anota Gozzer.

“Poco a poco, fue reuniendo y validando los papeles que necesitaba para homologar su título de médica general”, prosigue.

No le fue fácil volver a su profesión
"Registré mi título… pero hubo un freno porque me exigían estudiar un año más", cuenta. No podía permitírselo: su hermana tenía problemas para encontrar empleo y de su salario salían la manutención de las dos y el dinero que enviaba a sus padres, en Venezuela”.

"Decidimos oye, nada, a reunir plata. A ver si se puede lograr de alguna forma en algunos meses".

Un anuncio providencial

El informe relata que “casi a finales de 2019, vio un anuncio en Instagram: la ONG Unión Venezolana en Perú estaba ayudando a médicos venezolanos a convalidar sus títulos. La organización ha reunido en los últimos dos años un listado de 39.000 inmigrantes venezolanos con estudios, cuyos datos se los ofrece al gobierno peruano para ayudar a cubrir vacantes difíciles de llenar”.

Luque refirió que “recibió la ayuda de la ONG y de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) para poder colegiarse en Perú”.

Prosigue: "Conseguí un puesto de asistente de cirugía plástica. Realmente, no es mi área, solo llenaba historias de los pacientes y hacía las tareas de las enfermeras".

La pandemia fue una oportunidad
Pero con la pandemia, la clínica cerró: "Lo que más me angustiaba era que yo tengo que enviar dinero a Venezuela porque mis papás lo necesitan… Era estresante: quedarte sin dinero en un país donde no tienes nada".

Por suerte, “un colega le avisó de que la seguridad social peruana, EsSalud, estaba contratando médicos para afrontar la pandemia de covid-19.

Hacen falta médicos

El informe de BBC comenta que “como muchos países de la región, Perú cuenta con menos médicos de los que necesita, según refleja un informe del Ministerio de Salud de 2018: apenas 13,6 médicos por cada 10.000 habitantes en vez de los 23 que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS)”.

“A esto se suma el hecho de que muchos se han dado de baja porque su edad o historial médico los hace especialmente vulnerables al nuevo coronavirus”, subraya.

“Por ejemplo, en Lambayeque, una de las regiones más afectadas por la pandemia y en la que se han tenido que construir cementerios temporales para enterrar a los muertos por coronavirus, el director del Hospital Regional explicaba a principios de mes que, pese a tener 60 camas libres con punto de oxígeno, no las podía usar”, informa.

"¡No tenemos gente! ¡No tenemos gente! ¡No tenemos gente!", gritaba con desesperación el alto funcionario del sistema de salud peruano en una radioemisora.

Ganar ocho veces más

"Me siento bien, a pesar de la pandemia, haciendo lo que más me gusta", dice Felimar. Ahora gana ocho veces más de lo que recibía en la farmacia (en que trabajó un tiempo). Su hermana, abogada, ha tenido menos suerte y ahora trabaja cuidando a una mujer mayor en una provincia al norte de Lima.

Ahora forma parte del personal del más grande hospital
Luque tiene un contrato de solo tres meses, prorrogable por otros tres meses más si la pandemia se extiende. Aunque, así como cuando soñaba con volver a ponerse la bata mientras preparaba arepas, le sobran esperanzas.

"Aunque el contrato dice 'solo pandemia', yo confío, Dios quiera, que nos dejen trabajando como tal. Ya ellos saben que soy especialista, que estoy en proceso de mi registro nacional de especialista acá en Perú. Y si no, bueno, como médico general, que ya tengo todo legal".

"Si la posibilidad está, sería genial quedarnos acá trabajando", añade confiada.

(Imágenes de Felimar Luque, GettyImages, difundidas por BBC Mundo y Andina)

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