domingo, 28 de febrero de 2010

Los símbolos de la democracia

El día se inicia con honores a las
banderas en el Poder Judicial



Este artículo fue publicado en la
página editorial del diario oficial
El Peruano el viernes 26 de enero de 2010


Por Luis Eduardo Podestá
Periodista


Desde el 1 de febrero, la escolta de turno de las fuerzas armadas en el Palacio Nacional de Justicia, sede del Poder Judicial del Perú, inició una práctica cívico patriótica olvidada, de elocuente simbolismo, en la puerta principal del imponente edificio.

Un corneta ejecuta la marcha de banderas al izarse el pabellón del Perú, mientras la guardia rinde honores. Luego se repite la escena y es la bandera del Poder Judicial del Perú la que se iza, para flamear durante todo el día, hasta cuando por la tarde, se desarrolle la ceremonia de descenso de las banderas.

Destacamento de la Fuerza Aérea rinde homenaje a las banderas


Después del izamiento de las banderas, la escolta también rinde honores al Presidente del Poder Judicial, doctor Javier Villa Stein, en su calidad de representante de uno de los tres Poderes Constitucionales, en que se asienta la vida pública de la nación.

Con esa ceremonia se ha recuperado una perdida práctica que fue progresivamente eliminada durante la década en que el Poder Judicial fue intervenido drásticamente por la dictadura que se inició el 5 de abril de 1992 y subsistió, para mal de la juridicidad peruana, hasta el retorno a la democracia, con la presencia del Gobierno Provisional de don Valentín Paniagua.

La guardia saluda al Presidente del Poder Judicial, doctor Javier Villa Stein


La ceremonia de honor a la bandera y al representante del Poder Judicial, equipara actos similares que tienen lugar en las sedes principales de los otros dos Poderes del Estado, léase el Palacio de Gobierno, sede del Poder Ejecutivo y en el Palacio legislativo, sede del Congreso.

Durante la oscura última década del 90 al 2000, la ceremonia quedó reducida a su mínima importancia, lo cual era natural en un Poder que no lo era y que, por el contrario, estaba sujeto a las decisiones del Ejecutivo, como lo recuerda la historia reciente.

La reedición de estos actos encierra un significado que destaca la igualdad de los Poderes en que reposa el Estado Peruano y proclama ante la ciudadanía que los peruanos vivimos en un estado de derecho democrático.

Quizá sea un Estado con frecuencia conflictivo, pero es igualmente creador de la esperanza y de la convicción de que el futuro desaparecerán para siempre los nubarrones de aventuras dictatoriales que nos priven por tiempo indeterminado, de la saludable experiencia que es vivir en democracia, en paz por muy agitada que esta sea, y con la seguridad de que los términos del juego ciudadano serán respetados sin recortes.

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