miércoles, 17 de febrero de 2010

Hacia la legalización de las drogas (2)

El Estado debe abrir el camino
para una concertación
internacional antimafias



El diario El Comercio ha abierto una suerte de tribuna para que quienes pensamos en uno u otro sentido con relación a la legalización de las drogas, hagamos uso de ella.

En una reciente intervención, el abogado Alfredo Barreda ha dicho: “El whisky no es cocaína” y formuló un alegato en contra de la legalización y unos días antes el también abogado Alonso Núñez del Prado hizo un alegato a favor.

Núñez del Prado, en su “Alegato a favor de la legalización de las drogas”, acogido por el decano de nuestra prensa, señaló: ”Somos cada vez más las personas que pensamos que la forma de solucionar el problema del narcotráfico es legalizando las drogas. De esta manera los precios bajarían abruptamente y dejaría de ser el gran negocio que es hoy día. Por supuesto, la publicidad tendría que estar prohibida”.

Por su lado, mi colega y respetado periodista Ismael León Frías, después de la primera una entrega de Hacia la legalización de las drogas, me hizo algunas urticantes preguntas en torno a este asunto que, felizmente, ha entrado en el campo del debate serio.

Respondí al mensaje de Ismael: “Te agradezco el interés que has puesto en la nota sobre legalización de las drogas. Muchas de tus preguntas no tienen una respuesta inmediata”.

Creo que en el curso del debate, no solo yo sino quienes intervengan en él, darán respuesta adecuada a las interrogantes.

Lo positivo de todo es que, según leo en El Comercio de hoy miércoles 17, el doctor Alejandro Vassilaqui, Director ejecutivo de Cedro, titula su artículo “La legalización no es solución” y agrega un subtítulo que reza: “¿Está preparado el Estado?”.

Creo que ahí está la clave. ¿Está preparado el Estado para hacer frente a la contingencia de una ley de legalización y estuvo y está preparado para la guerra que el Perú libra desde hace casi 50 años contra las mafias de narcotraficantes que han escogido el Perú como su centro de producción y distribución?

Acabar con las drogas entre los jóvenes


En la respuesta que le dí a Ismael León dije en parte: “Puedo adelantarte que de lo que aún no han hablado los propulsores de la legalización es de que EL ESTADO, el gobierno, en acatamiento de una ley, asumiría no solo el control de los cocales, sino de la fabricación y comercialización de las drogas, para uso médico -como se emplea actualmente en determinados casos- y para el uso adictivo”.

Ahora, el doctor Vassilaqui, director de la respetada Cedro, cuyos miembros han dedicado su vida y los recursos institucionales a combatir la drogadicción, ha pronunciado la palabra mágica: El Estado.

Claro que primero tiene que ser el Congreso, parte del Estado, el que asuma el debate con seriedad y sin temores. Debe tener en cuenta que desde que figuras tan relevantes como Mario Vargas Llosa, Fernando Savater, entre otros, pocos serán quienes avienten la especie de que una medida así, convertiría al Perú en un narcoestado.

El Congreso, el Gobierno y cuanta institución y persona se hallen sensibilizadas por la tragedia que significa nuestra calidad de productor y distribuidor de cocaína hacia los mercados del mundo, estamos en la obligación de comenzar hoy a construir el futuro que queremos para nuestros hijos y nuestros nietos.

Y en esa lucha no debe haber vacilaciones ni falsos pudores.

Claro que las autoridades peruanas del más alto nivel deben comenzar el largo camino hacia una concertación mundial. Cuando comiencen las conversaciones con los Estados Unidos, con los gobiernos de Europa y Asia, donde se halla la gran masa de consumidores, tendremos oportunidad de saber -¡al fin!- quiénes y por qué se oponen a una legalización de las drogas.

Lo interesante de la propuesta lanzada hace varias semanas por Mario Vargas Llosa y comentada por numerosos medios de comunicación del mundo entero es que ya no suena como el afán de convertir a los países que producen coca en "narcoestados" ni como algo que colisiona con la moral pública sino en revertir la figura del fracaso de medio siglo que tiene la política antidrogas exclusivamente represiva y persecutoria.

Buena voluntad para el debate, sinceridad en la expresión y en los planteamientos y argumentos que se utilicen y sobre todo, la absoluta convicción de que con ello vamos a entregar un mundo nuevo a quienes nos sucedan en la vida, deben ser las pautas de este camino que recién comienza a construirse.
Luis Eduardo Podestá

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