Palabra
que incluyo en mi
diccionario
y que hasta hoy
me era
totalmente ajena
Como
cada día se aprende algo nuevo –o debiera aprenderse– me tropecé con la palabra
hipocorístico, hasta hoy totalmente desconocida para mí, por lo que me llamó la
atención, tanto como la que me causó hace unos años, la palabra “colombroño”
pronunciada por el cómplice del exdictador japonés, Vladimiro Montesinos, ante
los jueces que lo procesaban.
Permite crear los diminutivos cariñosos o de los otros |
Los jueces
se quedaron mudos, se miraron entre sí y uno de ellos, le pidió: “Por favor,
podría repetir la palabra que acaba de decir y explicarla”. Y claro, el reo se
lanzó a dar cátedra. Colombroño era una suerte de conocido con el mismo apellido.
Montesinos
se dio el lujo de explicarlo ante los jueces, porque en el proceso se trajo a
colación a alguien de su mismo apellido, y el acusado dijo que no era nada de
él, “debe ser mi colombroño”, dijo.
Pero Montesinos
cometió otro fraude, esa vez idiomático, porque entonces la palabra colombroño no
figuraba en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE), que recién en 2012 la incluye en su edición 23 y dice simplemente "tocayo".
¿Alguien se atreverá a decirle Paco? |
Sorpresa igual me despertó la palabra hipocorístico, pero
en este caso estaba en la sección "La palabra del día" que publica el académico argentino Ricardo
Soca en internet y que por lo tanto es de plena confianza.
Dice
Soca que “Llámanse así los apodos cariñosos, habitualmente de origen familiar,
formados mediante alteraciones de los nombres originales, tales como Pancho,
Mingo, Charo o Lola, o a partir de la pronunciación errónea de los niños que
están aprendiendo a hablar”.
Tienen la palabra en la punta de su media lengua |
Como
buen profesor, Soca explica que “la palabra llegó al español por vía culta,
procedente del griego hypokoristikós 'acariciante', derivada de hypokorizomai
'hablar como los niños pequeños'. En la composición de este último vocablo está
contenida la palabra griega koré 'niña'”.
Informa,
asimismo, que “esta voz está atestiguada en castellano por lo menos desde 1867,
pero apareció por primera vez en el diccionario de la Academia en la edición de
1927”.
Ahora
bien, para despejar toda duda sobre la legitimidad de la palabra, sepa que el
DRAE dice al respecto: “hipocorístico, ca. (del griego. ὑποκοριστικός,
acariciador). Dicho de un nombre: Que, en forma diminutiva, abreviada o
infantil, se usa como designación cariñosa, familiar o eufemística; p. ej.,
Pepe, Charo”.
De modo
que si tiene un bebé que en lugar de Sergio pronuncie “Seco” o “Toto”, sepa que
acaba de producir un hipocorístico, que quizá se respete la vida entera.
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