jueves, 26 de abril de 2012

Sí hay moros en la cuesta


Para disfrutar los sabores
árabes solo hay que salir
de la Plaza de Armas

Que en Arequipa se puede comer todo lo que el mundo desee, lo prueba el fascículo de reciente aparición Sabor arequipeño internacional, que dedica su edición número 1 –¡extráñese!– a la comida marroquí y los productos que se incluyen en su especial preparación.

El autor de esta nueva aventura editorial es Álvaro “Lessness” Podestá Cuadros, creador de El Gallito, un semanario mensual que aparece cada 15 días, del cual se precia de ser director, editor, reportero, distribuidor, canillita y hasta chulillo de sí mismo.

Portada de Sabor dedicada a la comia marroquí

La partida de nacimiento de la nueva publicación de Podestá –por sus obras conoceréis que es de la familia– la certificó nada menos que el centenario diario El Pueblo en su edición del último domingo, el cual, no obstante ser pegado a las tradiciones mistianas, invita a que el sabor de la comida marroquí no quede huérfano.

Los moros están cerca de la Plaza de Armas

Se sabía muy poco de ese exotico sabor que habla del desierto, de bereberes, tuaregs, de mujeres que solo muestran los ojos, y de camellos, pero no mucho de que sus antepasados llevaron su cocina a España, donde se quedaron más de 800 años, hasta cuando Boabdil, lloró en una colina de Toledo la pérdida de tan hermosa y gran península y recibió la invectiva de su madre: “Lloras como mujer lo que no pudiste defender como hombre”.

Fueron, me imagino, las mujeres árabes quienes conservaron el sabor de sus potajes, y lo introdujeron en España, el que a su vez, fue traído por los conquistadores que comenzaron a llegar en mancha siguiendo a Pizarro y sus huestes.

Los más sabrosos postres provienen de Arabia

De ese modo, explica “Lessness”, los sabores marroquíes llegaron a la Ciudad Blanca y se asentaron mediante el restaurante Ras el hanout, de la cercana calle Santa Catalina, para recordarnos que ese sabor viejo, de cordero, verduras y especias, no debe sernos tan extraño.

El primer fascículo de Sabor nos entrega un artículo que explica como aquellas comidas llegaron “De Magreb a la Ciudad Blanca”.

Luego nos ofrece un sabroso “Sí hay moros en la cuesta”, para contarnos cómo Arequipa, que no es sierra ni costa sino todo lo contrario, recibió aunque parezca mentira, la influencia árabe.

Fumar también es un placer... para los árabes

Describe más adelante los “Sabores marroquíes en Arequipa”, que se pueden degustar con solo salir del cuadrado de la Plaza de Armas y, entre otros temas que usted debe leer, cómo el viejo y el Nuevo Mundo, intercambiaron sus productos agrícolas, para hacernos la vida más placentera y no quedarnos con solo lo que tenemos como herencia de nuestros ancestros.

Y, como buen postre, Sabor arequipeño, nos regala “La dulce herencia árabe en Arequipa”, a través de la cual nos enteramos de que los alfajores, el “mil hojas”, las mazamorras, el manjar blanco y otras exquisiteces fueron inventadas por los árabes y traídas por los invasores españoles para que nosotros las disfrutemos hoy y todos los días.

Luis Eduardo Podestá

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