jueves, 5 de abril de 2012

En defensa de la democracia

Cómo rechazó la Federación
de Periodistas hace 20 años
el autogolpe de Fujimori

Nuestra Federación de Periodistas del Perú (FPP) no fue nunca una institución silenciosa frente a los abusos del poder y cuando, hace 20 años, el gobernante de tan triste y repudiable recordación dio un autogolpe de estado, elevó su voz en rechazo a esa quiebra de la democracia.

Primera Plana deunció el autogolpe

Hoy, Alberto Fujimori, aquel autogolpista que instauró en el Perú la compra de conciencias como política de estado, favoreció la corrupción e hizo del asesinato una práctica cotidiana, cumple una condena de 25 años por crímenes de lesa humanidad y corrupción.

Esa situación, no obstante, habría de durar diez años de oprobio, de una corrupción jamás vista y de violación de los derechos humanos que escandalizaron al mundo entero.

Proclamó su política de "disolver, disolver"

Pero es bueno recordar para que la memoria nos dé una llamada de atención cuando una situación de riesgo igual a la del 5 de abril de 1992 esté por perpetrarse, que el periodismo peruano a través de su Federación no estuvo ausente de la protesta y el reclamo por el retorno a la institucionalidad democrática.

Quien escribe estas líneas desempeñaba entonces la presidencia de la FPP y había estado el domingo 5 de abril en Chimbote, en cumplimiento de una obligación institucional.

Al comenzar la noche, reemprendi viaje de regreso en un ómnibus que debía llegar a Lima en la madrugada.
La fuerza militar ocupó el Perú

Así ocurrió. Llegué a mi casa y el cansancio del viaje me iba a obligar a tomar unas horas de sueño hasta que, como lo había acostumbrado en tiempos normales, concurriría a la sede de la FPP alrededor de las diez de la mañana. Pero en cuanto llegué a casa, mi hijo Sergio me informó con rostro dramático: ¡Fujimori ha dado un golpe de estado!

No lo quise creer. La televisión y la radio confirmarían luego que el Perú había sido víctima del zarpazo propiciado desde el palacio de gobierno y que los militares eran dueños de la situación.

Habían cerrado el Congreso merced a la orden del dictador de “disolver, disolver” y mantenían sitiados con guardias militares los domicilios de los congresistas, habían ingresado a los periódicos para censurar las ediciones y, una vez más, los ciudadanos sentían que ya no eran dueños de su opinión ni de su destino.

Media hora más tarde, convoqué a los miembros del Comité Ejecutivo Nacional de la FPP para una reunión de emergencia de rechazo a esta nueva quiebra de la democracia en el país.
Las tropas dominaban cualquier protesta

Concurrieron el vicepresidente Bernardino Rodríguez Carpio, los secretarios de Organización Pablo Riojas Bereche (+), de Actas Amador Navarrete Canales, de Defensa Ricardo Vásquez (+), de Disciplina José Hermoza Anguerri, de Cultura Oscar Vargas Romero, de Cooperativas Manuel San Martín (+), del Interior Luis Guerrero Uchuya, del Exterior Guillermo Sendón (+), de Prensa Pedro Arévalo, y el miembro de la Comisión de Patrimonio y Ética Diógenes Puente de la Vega (+).

He creído justo recordarlos porque entre ellos hay varios que ya no están entre nosotros y es menester que su memoria sea reconocida en su dimensión de luchadores en un momento muy difícil de su existencia.

Horas después el Comité emitía un comunicado de severos términos que condenaba el golpe y formulaba, a pesar de todo, una invocación al gobierno para que retome la vía democrática.
Condenado a 25 años por crímenes de lesa humanidad

“La Federación de Periodistas del Perú, de acuerdo con su tradición democrática, expresa su más firme protesta por la quiebra del sistema democrático que el pueblo peruano conquistó en 1980, tras doce años de dictadura militar, y que se ha traducido hoy en el cierre inconstitucional del Parlamento Nacional”, decía el documento.

Añadía que la FPP “denuncia que efectivos militares han aplicado censura a diferentes medios de información en Lima; hecho que constituye un atropello contra la libertad de prensa y la libertad de expresión y ubica al país en un sistema de vida incompatible con el de una sociedad civilizada”.

Luego invocaba “a las instituciones internacionales de prensa y defensoras de los derechos civiles, a promover una corriente de opinión mundial a favor de la libertad de prensa en el Perú, la democracia como Insustituible forma de gobierno y los derechos ciudadanos que la organización de la Naciones Unidas y la Constitución del Perú consagran”.

El comunicado está fechado el 6 de abril de 1992 y en su parte final exhorta al gobierno a retomar “el curso de la vida democrática y civilizada, bajo los ordenamientos de la Constitución y las leyes con cuyas normas puede y debe lograrse la moralización, la pacificación, el desarrollo y el bienestar que todos anhelamos”.

El documento fue entregado a las agencias informativas extranjeras y, a través del fax, enviado a instituciones del exterior y a los organismos del propio gobierno de facto.
La batalla continuó indesmayable

No fue el único. La Federación convocó a un Congreso Nacional Extraordinario al que fue denominado “César Vallejo, por la Paz, la Justicia y la Libertad” y se celebró el 22 y 23 de abril. El organismo deliberante de la FPP emitió un pronunciamiento que manifiesta su respaldo al Comité Ejecutivo y sus acciones inmediatas frente al golpe de estado y declara “su rechazo a cualquier intento de restringir la libertad de expresión; e invoca a sus federados a defender el libre ejercicio de la profesión”.

A continuación “exhorta al periodismo peruano a actuar con ‘responsabilidad en la expresión’ (lema de la FPP) a fin de contribuir a crear un ambiente propicio para un auténtico diálogo orientado a la recuperación, en el más breve plazo, de la democracia; y a la formación de una conciencia nacional por la paz”.

La revista Primera Plana, órgano de la FPP publicó in extenso en su edición de mayo-junio de ese año aciago, su posición frente a la situación creada con un expresivo título de portada que dijo: “Los dictadores están obsoletos”.

Luis Eduardo Podestá

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