domingo, 23 de agosto de 2009

Réquiem para Selecciones




La vieja revista de bolsillo

dejará de circular tras

declararse en quiebra

Juan Gargurevich la ha llamado recientemente “la querida y reaccionaria Selecciones” y en una ocasión más lejana, alguien que quiso insultar a Raúl Villarán Pasquel, el creador de los más exitosos diarios del Perú, dijo de él que tenía “cultura de Selecciones”.

En ambos casos, los protagonistas aluden a Selecciones del Reader’s Digest, de la cual algunos dijeron que nos traía la “lectura digerida” y para ser verdaderamente cultos había que leer los libros y no solo aquellos que Selecciones traía resumidos en su Sección de Libros.

El cable trae la noticia: la empresa editorial que fundó Dewitt Wallace y que publica Selecciones del Reader`s Digest “se declarará en quiebra para refinanciar casi dos mil millones de dólares en deudas acumuladas”.

A decir de Gargurevich el negocio, “parecía el más sólido del mundo, el que resistiría la crisis porque su público parecía inamovible y fiel. Sin embargo hasta Selecciones está siendo abandonada y ya no se vende como antes”.

Edición de Selecciones de julio de 1941. Costaba 60 centavos peruanos



La verdad es que como dice el tío Gargurevich, Selecciones era más insultada por reaccionaria que por el material que traía, que ciertamente era para los lectores entonces jóvenes como yo, un texto de obligada lectura mensual, a despecho de quienes proclamaban que había que elevarse a lecturas “sin condensaciones”.

La lectura de Selecciones, por ejemplo, me inspiró para buscar y poner en las páginas de los periódicos en que trabajaba, a esos seres sin importancia que hacían la crónica humana y que desempeñaban oficios tan humildes que nadie les hacía caso. Selecciones los traía en aquella sección denominada Mi personaje inolvidable.

Hace poco abríamos los ojos incrédulos ante la noticia de que el New York Times tenía que ser venido a un recontramillonario mexicano porque había llegado a la lona y estaba imposibilitado de pagar sus multimillonarias deudas.

Eran los evangelios por tierra, según los cuales, uno de los monstruos del periodismo caía por tierra a pesar de la enormidad de su tiraje, cuyas ediciones dominicales arrasaban bosques enteros convertidos en papel y a pesar también de su influencia de todo orden.

Ahora es Selecciones. Gargurevich nos hace recordar que “era el más eficaz propagandista del conservadurismo pronorteamericano porque llegaba a vender, en los años 50 y 60, hasta 100 millones de ejemplares en sus 48 ediciones en 19 lenguas”.

En mi tiempo, sabía que lo que yo leía, también lo estaban leyendo unos 15 millones de personas en diez idiomas. Tengo en mis manos el ejemplar de enero de 1978, cuyo precio es de ¡100 soles! como que es de aquella época aciaga de la hiperinflación, como habrá de comprenderse. Y debajo de su título nos informa que es “publicada mensualmente en 30 países y 13 idiomas”

Edición de enero de 1978. Costaba ¡100 soles!



Este es una edición relativamente moderna. Las muy antiguas, recuérdelo, venían impresas en papel cuché. Esta de enero de 1978 está en papel periódico y para disimular la caída en la calidad del material algunas páginas están en papel de otro color. Solo están impresas sobre papel cuché algunas páginas informativas y de publicidad.

Era una edición de bolsillo... que no entraba en el bolsillo del saco por sus dimensiones, 13 por 19 centímetros, un poco menor que un libro de tamaño A5 normal. De todos modos era cómoda para leer en tranvías y ómnibus.

En la década de los años 50 del siglo pasado, cuando adquiría y leía religiosamente Selecciones, en algunas ocasiones tuve la satisfacción de ver algunas de las “frases para la histeria” creadas por mi entrañable amigo y colega Marcelo Martínez Gómez, en su sección Citas citables. Por cada una de ellas, me contó Marcelo, recibía diez dolarillos y el crédito que era lo más ambicionable.

Quizá Selecciones no nos enseñó a leer ni escribir a los periodistas bisoños de la mitad del siglo pasado, pero sí nos enseñó a construir crónicas y material periodístico de manera que otras personas sintieran alguna emoción con su lectura.

Por eso y muchas otras razones más, este réquiem por Selecciones y un ruego para que –aunque ya no es lectura habitual nuestra– su muerte no sea cierta.




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