martes, 31 de marzo de 2015

La Torre Eiffel que Barcelona no quiso

Iba a ser convertida en
chatarra pero la salvó
una protesta popular

Si el ayuntamiento que administraba Barcelona en 1888 hubiera aceptado la propuesta de un casi desconocido ingeniero francés amante de los fierros, la Torre Eiffel estaría en aquella ciudad y no en París, adonde atrae a siete millones de turistas cada año y cuyo 126° aniversario se cumple hoy.

Ilumina las noches de París
El aniversario ha merecido uno de los escogidos “doodles” del buscador Google, y la mención de numerosos medios de comunicación del mundo.

Google recordó el día
La torre fue ofrecida por Gustave Eiffel a la ciudad de Barcelona que en 1888 debía inaugurar su Exposición Universal pero los miembros del Concejo la rechazaron tras examinar los planos de esta construcción de tan raras características que “no encajaban” en su ciudad y que, por lo demás, les pareció demasiado cara.
  
Eiffel, entonces la ofreció a los organizadores de la Exposición Universal de París, que tendría lugar al año siguiente. El proyecto Eiffel fue aceptado pero con una condición: Terminada la feria, la torre de hierro tendría que ser desmontada y convertida en chatarra.

Tuvo el primer lugar en la Exposición
Pero ocurrió algo singular. Al enterarse de esta decisión, se produjo una masiva movilización popular y las autoridades decidieron no tocar esa rara construcción que parecía -y parece- un esqueleto de hierro, que aparte de haberse conquistado el cariño de la gente serviría como magnífica ubicación para una antena de radio de la Armada Francesa.

Como es posible ver, la torre que es hoy el símbolo de París tiene cuatro pies que la sostienen y al lado de los cuales, están las dependencias que le permiten a uno subir hasta lo alto de sus 300 metros de altura en ascensor o caminando.

Si se quiere ir a pie, hay que resignarse a sufrir 1 665 escalones. Ir en ascensor tiene precio variable, una suma hasta el primer descanso, otra hasta el segundo y una cantidad superior para llegar a la cumbre, donde está la oficina en que Eiffel trabajaba.

París entre los hierros de la torre
Los patrioteros franceses, que también los hay, intentaron en alguna ocasión, elevar la cifra de escalones a 1792, para hacerla coincidir con el año de la Primera República Francesa, pero el intento fue rechazado en todos los idiomas.

Sin lugar a dudas, la torre es una de las grandes construcciones de la ingeniería mundial y demuestra hasta dónde puede llegar la imaginación del hombre. Sus cuatro patas se asientan sobre cimientos que tienen nada menos que 30 metros de profundidad, debido a la cercanía del río Sena que humedece demasiado los terrenos vecinos.

Además, tiene una altura real de 324 metros, pero si descontamos los 24 metros de la antena de radio, se queda en simples 300 metros, que se elevan a 300.08 (300 metros con ocho o diez centímetros) durante las épocas calurosas debido a la dilatación de sus hierros.

Era verano cuando visitamos la torre mi hija Beatriz y yo, de modo que  se puede  decir con  propiedad que subimos ocho centímetros más que el resto de los mortales que visitan el armazón de hierro en otras épocas del año.

La visitan siete millones cada año
Aunque uno no lo perciba, la torre se mece con el viento hacia la izquierda o la derecha, adelante o atrás, entre 15 y veinte centímetros, pero nadie se da cuenta de ello. De lo contrario, se pensaría que la torre no es tan segura.

La torre debió tener 350 metros de altura, pero conforme la veían crecer, los pobladores de las cercanías temieron que un edificio que no estaba hecho de concreto armado ni piedras que lo amarraran al suelo, podría tambalearse y caer sobre sus propiedades, así que no tardaron en expresar su reclamo y las autoridades lo escucharon. Le mocharon más de 70 metros.

El peso de la torre fue originalmente de 7 300 toneladas, pero con el correr de los años, ha aumentado, no por la gordura natural de los años sino por la adición de un museo, restaurantes, almacenes y tiendas. Ahora pesa 10 mil toneladas.

Uno de los peligros que corre la torre es el de la corrosión debido a la húmeda cercanía del Sena y es necesario aplicarle siete toneladas de pintura cada siete años. Como en toda democracia que se respeta, la opinión pública decide de qué color quiere ver su torre.

En unos buzones al pie de la estructura, la gente deposita un papel con su opinión sobre el color con que le gustaría ver pintados los hierros. Esa votación es rigurosamente respetada y luego del examen de las boletas, la empresa concesionaria compra la pintura del color que la mayoría de visitantes quiso.

El Sena desde la plataforma más alta de la torre
A finales de 2011, surgió la idea de cubrirla de enredaderas para darle un sentido ecológico y de defensa de la naturaleza por lo que no sería raro ver dentro de un tiempo una Torre verde cubierta de enredaderas y con jardines en sus plataformas.

La construcción de la torre precisó del concurso de 200 obreros, uno de los cuales murió en un accidente cuando se instalaban los ascensores.

Sus 18 038 piezas de hierro forjado se unieron con dos millones de tornillos de cabeza redondeada y se entrecruzan en un infernal y aparente desorden. Todo ese peso se asienta en cuatro pilares situados en los vértices de un rectángulo.

Dedicada a la Marina Francesa
Su construcción comenzó en 1887 y se concibió como un espectacular arco de ingreso a la sede de la Exposición Universal, con que se conmemoraría el centenario de la Revolución Francesa. Fue inaugurada el 31 de marzo de 1889 y abierta al público el 6 de mayo de ese mismo año.

Durante las noches, la iluminan 352 haces de luz proyectados por focos de mil vatios y nosotros tuvimos también la oportunidad de verla desde un ferry en el que hacíamos un recorrido nocturno por el Sena y, en verdad, es una vista espectacular.

La torre es propiedad de la municipalidad de París pero está cedida en concesión a la Societé Nouve- Ile de l’Explotation de la Tour Eiffel.

Creo que el mundo entero, aunque no haya visitado París, saludará este nuevo aniversario de la Torre Eiffel y le deseará muchos años de existencia para verla no solo en fotografías sino para tener la ocasión de visitarla y elevarse hasta sus 300 metros de altura. (Luis Eduardo Podestá).

(Adaptación de un artículo del libro Un cholo descubre Europa, del autor)


No hay comentarios.: