miércoles, 1 de septiembre de 2010

Misteriosa lluvia roja extraterrestre

Células extraterrestres se
reproducen a 121° C y
llegaron en un meteorito



Seis años después de que se produjera una extraña lluvia roja sobre el estado hindú de Kerala, un estudio reciente ha demostrado que lo que daba ese color a la precipitación eran microorganismos extraterrestres, que se reproducen a la alta temperatura de más de 121 grados Centígrados.

Un informe publicado ayer por el diario ABC de España, refiere que en 2001, los pobladores de Kerala, al sur de la India, recibieron durante dos meses una lluvia de color escarlata.

Lo que se creyó en principio un caso de simple contaminación se convirtió después en un fenómeno de interés científico cuando Godfrey Louis, físico de la Universidad de Cochin de Ciencia y Tecnología, estudió los componentes de la lluvia roja.

Un grupo de las misteriosas células

Louis recogió varias muestras que fueron sometidas a exámenes de microscopio y encontró que en el agua que examinaba no existían rastros de polvo ni arena, sino algo mucho más impactante: estaba plagada de células rojas, muy parecidas a los microbios de la Tierra, pero sin rastros de ADN.

“Louis (foto a la izquierda) sugirió que las células podían ser extraterrestres”, dice ABC, algo que en la comunidad científica causó sonrisas “de escepticismo”.

Sin embargo, la revista científica Astrophysics and Space en 2006 publicó la experiencia y estudios de Louis, lo que contribuyó a que el tema fuera considerado con más seriedad en los círculos científicos.

Acercamiento de ls células rojas

Louis eliminó la posibilidad de que se tratara de glóbulos rojos porque se habrían disuelto en el agua, y tampoco microbios terrestres porque ninguna de las células examinadas poseía la peculiar escala de ADN que es el sello particular de todos los seres vivos de la Tierra.

Aventuró entonces la posibilidad de que “un cometa podría haberse desintegrado en la atmósfera superior y salpicado las nubes cuando flotaban sobre la Tierra, de ahí la lluvia roja. De hecho, aseguró que se recogieron informes en la región de un ruido similar al de un objeto que superaba la barrera del sonido, lo cual podría haber sido provocado por la supuesta roca espacial por al desintegrarse”, informó el diario.


Louis prosiguió sus estudios y recibió la colaboración de de un equipo que incluyó a Chandra Wickramasinghe, investigador de la Universidad de Cardiff (Reino Unido) y uno de los principales defensores de la teoría de la panspermia, según la cual la vida en la Tierra, como en otros mundos, “fue sembrada por el impacto de un cometa o un asteroide, de forma que todos somos extraterrestres”.

Sin embargo, no todo el tema estaba agotado y lo verdaderamente espectacular que ha conmovido al mundo científico es que Louis y sus colegas han confirmado que estas células, “que ellos creen provienen de otro mundo, se están reproduciendo”.

Imagen "individual" de una célula roja


De acuerdo con una publicación de la revista Technology Review, los investigadores “aseguran que las células rojas se están reproduciendo a temperaturas de 121 grados C. A temperatura ambiente, son inertes”.

“Esto es extremadamente raro. Las esporas de algunos extremófilos pueden sobrevivir a este tipo de temperaturas y reproducirse a temperaturas menores, pero nada que conocemos se comporta así a esas temperaturas”, dice la revista.

Señala sin embargo que “aunque este comportamiento no implica, desde luego, el origen extraterrestre de estas células, Wickramasinghe y compañía no pueden resistirse a señalar una explicación tan exótica”.

El misterioso Triángulo Rojo del espacio


El equipo científico comprobó también que las células misteriosas ”brillan cuando son bombardeadas con luz, (en algo) que es notablemente similar a distintos espectros de emisión no explicados en diferentes partes de la galaxia”.

“Uno de estos lugares es el Triángulo Rojo, una nube de gas y polvo alrededor de una joven estrella en la constelación de Monoceros. Aunque no se puede admitir semejante teoría sin más pruebas, nadie puede negar que se trata de un fascinante misterio”, concluye la publicación.

Luis Eduardo Podestá

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