domingo, 10 de diciembre de 2017

La ternura del poeta policial Carlos Ney

Aislado, quizá para disfrutar a
solas sus recuerdos, Carlos Ney
Barrionuevo se fue sin ruido

Con retraso, merced a mi búsqueda en archivos desordenados -quería que supieran que sí lo conocía- encontré el homenaje de recuerdo que deseaba brindar a mi amigo, colega e interlocutor de cien conversaciones, Carlos Ney Barrionuevo Córdova, sobre cosas de este mundo y de los mundos que vendrán.

El periodista que difundió poesía
En octubre de 1993 tuve el gusto de tener ante mis ojos el libro de poemas del periodista policial Carlos Ney Barrionuevo Córdova y la sorpresa no fue menor que mi alegría al descubrir que en el interior de ese duro periodista se alojaba un espíritu sensible extrañamente enternecedor.

Entonces, fuera del periodismo formal, en el periódico “Siempre”, que contradictoriamente tuvo breve vida, tuve la ocasión de escribir sobre la nueva cara de Carlos Ney.

Alguna vez me contó que eso de “Ney”, fue un involuntario apelativo que su madre le dio cuando era un niño de escuela.

-Mis amigos me venían a buscar y ella me llamaba ¡Ney, te buscan!

A él aparentemente, no le disgustó que en el próximo futuro, en los periódicos en que trabajó antes de que nos conociéramos en el viejo Expreso del jirón Ica, su nombre adoptara finalmente la placa de Carlos Ney Barrionuevo.

Carlos Ney murió a los 91 años hace dos semanas y de inmediato me vino a la memoria la imagen de ese periodista exultante, emocionado con las noticias que traía, que merodeaba la mesa de redacción hasta que se aseguraba de que su noticia estaba titulada y sería entregada a edición para publicarse al día siguiente.

Descubriendo al poeta Ney
También recuerdo su conversación sobre mil temas que iban casi sin transición de la literatura a la ciencia y al esoterismo, mientras degustaba un cigarrillo y se echaba un trago de cerveza para animar con gestos las imágenes de los relatos que poseía y que no eran publicables.

No me he privado de volver a leer sus poemas -solo unos cuantos porque el libro desapareció de mi biblioteca en algún momento- y no resisto la tentación de entregarlos una vez a lectores nuevos que, es más que posible, desconocen la vena poética de ese mi amigo y colega que fue Ney Barrionuevo.

El artículo y los poemas que siguen fueron, reitero publicados en el periódico Siempre de Arequipa en diciembre de 1993.

“Los poemas nada tardíos de un periodista veterano

“Siete Caras de una vida

“He disfrutado Las Siete Caras de la Muerte mas El Fracaso de Pigmalión, de Carlos Ney Barrionuevo, -¿poeta encubierto a quien recién conozco?- periodista, lector contumaz de todo, -ciencia ficción, ciencia pura, literatura-
bohemio, si el sentido de la palabra es sentarse en la mesa de un bar, beber cerveza y conversar sin mirar el reloj.

En trazos de Marcelo Martínez

“La primera vez que con Ney -así llamado simplemente en el Expreso de los años 60s- bebimos de nuestra propias inclinaciones por lecturas y aficiones similares, fue una noche de abril en que yo acababa de ingresar a la llamada ‘mesa’ del periódico.

“Vi a Ney, a quien acababa de conocer dos horas antes, rondar la mesa, para saber la suerte de las informaciones policiales que había traído durante el día.

“Al final, esa era una ronda inútil, pues sabía que todo -o casi todo, lo cual era una suerte loca en un periódico donde el espacio era lo más preciado que existía- iba a ser publicado y, además, bajo su firma.

“-¿A qué hora sales?- me preguntó directamente.

“-A las once- le respondí.

“-Para que vayamos a tomar un trago- replicó.

“-Ya, pues.

“Y el trato quedó cerrado. A las once y media -porque uno sabe a qué hora entra en un periódico, pero jamás sabe a qué hora va a salir- abandonamos el local del jirón Ica y nos fuimos a un bar de buena muerte llamado La Llegada, a una cuadra del Parque Universitario.

“Tomamos cuatro botellas de ron con cocacola y limón. Pero lo significativo no fue la tremenda borrachera que nos dimos sino la conversación que anudamos,
entre medianoche y seis de una brumosa mañana en que me di el lujo de llevar a su casa a uno de los más conspicuos bebedores de la redacción y quien, con toda seguridad -siempre he tenido esa sospecha- habla sido encomendado para darme el bautismo de alcohol en mi primer día de trabajo.


Gran lector de amplia conversación

“Hablamos de Isaac Asimov, de la poesía de Vallejo, de ciencia-ficción y astronomía, de la evolución de la humanidad, de los viajes espaciales y del tiempo que ocupaban y de por qué diez años en el cosmos podrían equivaler a 300 años de la vida en la Tierra, de la escasa lectura de que disfrutan los peruanos, del precio de los libros y de lo difícil que era publicar algo.

“Creo que entonces -como ahora- ambos teníamos iguales aficiones por perpetrar poesía y lo hacíamos en silencio, cuando retornábamos a nuestras casas y nos arrebujábamos en esa soledad deseada todo el día.

“Y creo que él en ese tiempo hacía lo mismo, que yo, sobre todo cuando nuestra llegada a casa había sido precedida por unas horas de ‘bohemia’.

“Ver su libro de carátula rojinegra precisamente el 1 de octubre pasado, cuando se celebraba el Día del Periodista, me conmovió profundamente. Había llegado Ney a lo que muchos queríamos llegar: parir un libro.

Conversación con el Premio Nobel de Literatura 2010
“Creo que no ha sido cosa fácil, sobre todo aquí, donde el libro es artículo de lujo y un lujo que muchos autores no pueden darse ni dar a sus lectores.

“Es posible que aparte de nada fácil, el parto tampoco haya dejado de ser doloroso para Ney, porque describe el inicio, al éxtasis y la lejanía de un amor.

“Esa tarde, en el segundo piso de la Federación de Periodistas, frente a las cervezas de las celebraciones, dijimos que era el fruto de un amor de los 60 pero nunca dijimos que por ello dejaba de ser bello y magnífico.

“Ismael Pinto, comentarista y respetado crítico literario y amigo común, dice en su ‘a modo de prólogo’ que ya Ney hablaba de publicar algo en 1992 y que no se trata de una recopilación o de una selección de poemas sino de un ‘poema largo’ con varios títulos.

“Eso es. Un poema en que -me parece sin dármelas de critico ni analista literario ni sicológico- Ney nos entrega un tramo muy recóndito y sentido de una etapa de su vida, en que sus celos y su ansia de vivir lo hacen acercarse a la muerte que es, en resumen, la solución y el comienzo de la eternidad.

La "Catedral" de la Conversación
“Su ternura, gozo y esperanza se tornan en la víspera de un drama de frustración y dice en su Poema Tercero:

“En la caja de Pandora / también están mis celos / Jamás la abran. / Desatarán iras infernales. / Los celos míos son / como los antiguos ladridos / que los lobos y las sierpes hicieron suyos. / Sé que, liberados, me aniquilarán”.

“Y halla consuelo en la espera:

"Por eso, me entretengo, / pensando sin pensar, de martes a martes / cuando ella no llega”.

“Y concluye:

"La distancia se hace, de ese modo, / larga y plácida; / borra los espejismos y los infiernos / que, residuales, / habitan en mi pecho".

“Me gustó especialmente el Poema Sexto -nunca me atreveré a decir que una obra de arte es buena o mala- así como me gustaron todos los de Las Siete Caras… porque diseña un sentimiento común de todas -o casi todas- las historias de amor:

"Yo sé que te Irás un día / Sin abrazos / Sin despedidas / Sin ningún adiós".
"Fuiste tierna y salvaje / cada vez que mi amor te atrapó / bajo las sábanas y frazadas / que ocultaron el frenesí del sexo / y apagaron la gloria de los quejidos / que el tiempo cuajó en horas petrificadas"
"Porque el por qué de los por qué / no servirán de constatación ni de lacre / para cerrar la carta del adiós".

Distinguido por el gremio junto a colega Marcoz
“Quienes conocen a los periodistas y su trabajo cotidiano, su aparente encanallamiento frente a la canallada de una sociedad que se mata también cotidianamente mientras habla de paz y de concordia, no podrán menos que mostrarse desengañados -por lo menos incrédulos- ante la ternura desencadenada por un periodista policial como Ney Barrionuevo, que estuvo más de 40 años en contacto con lo peor de los acontecimientos de una ciudad, como Lima, que se ha convertido en una selva.

“Bueno es saber que dentro de una aparente cáscara de cinismo e indiferencia, no estaba oculto ni muerto el ser humano ni su capacidad de enternecerse por el amor, de sentir el dolor de las despedidas cuando ellas son -quizá- definitivas.

“Y a quienes no nos atrevíamos a entrar en el mundo de los libros con sentimientos que creemos deben permanecer para solo nosotros, egoístamente, Las Siete Caras... nos estimulan y nos invitan a salir a la calle y a difundir literatura y poesía como si cumpliéramos una misión periodística, una vez más.

Junto a su joven pupilo Mario Vargas Llosa en La Crónica
“Todo ello nos lo hace sentir Ney con su primer libro, que ojalá no sea el último, porque abre la caja de Pandora de la humanidad en su más primitivo, eterno, hermoso sentimiento que es capaz de mover montañas y de convertir en dioses a los hombres.

“Por todo ello, gracias Ney, hermano”.

“Junto a ese comentario, publiqué dos de sus poemas:

Poema Segundo

Ese rostro tuyo parece labrado
en piedra y refleja luces del Sol
y Luna andina cuando te inclinas para
escribir esa carta que diriges a quien
está frente a ti, contemplándote

Tu corazón es un misterio
Y no hay palabra para nombrar
ese instante detenido

Tienes la actitud
de una niña que se interroga y
ensaya respuestas caprichosas
en el examen de fin de año

Yo proyecto, entonces
tu infancia
y tu futuro.
Porque eres
la constancia
Y porque eres lo concreto
y porque soy el Nigromante
que desperdigó sus elíxires
en un desafío a Dios y a la vida.

Sé que has amado
a otros hombres
y a todos
les has dado tu amor
y, generosa, tu ternura

Mujer, mujer,
has encendido estrellas
al tenebroso ocaso mío

Y sé que tratas de hacerme sentir
hombre infinito
en la hora en que, enfermo por el tiempo,
recorro la última estación
en busca de la senda que me lleve a heladas
regiones donde no crezcan árboles ni pájaros

Jamás pienses
que soy un desesperado.
Aún guardo ramos de ternura y de alegría
para quienes de mí nunca dudaron
Y sé que tu amor es cruel
y que tiene carburantes letales
que me harán sucumbir
en la hora en que, anhelantes,
nos abracemos en unión insólita
a la que temo como un condenado.

Lo felicitó cuando se enteró de que escribía poesía

Poema séptimo

Yo aquí, solitario, miro el cielo
y veo resplandecer un astro único
¿Es el Sol? Me pregunto
Y una niña que pasa por la calle
me responde: Sí, es el Sol. ¿Es usted ciego?
No hay respuesta
ni tiempo de darle las
gracias a la pequeña:
iHelena ya se fue!

Carlos Ney: que estas palabras, las tuyas y las mías un poco a destiempo quizá, sean mi homenaje a tu memoria, a los días y noches que anudaron nuestra amistad frente a una mesa con botellas, sobre la cual entregabas tu palabra modestamente sabia para que un día como hoy la recordemos. (Luis Eduardo Podestá).

(Imágenes captura de AméricaTV, de La República y archivo del autor)

No hay comentarios.: