viernes, 14 de julio de 2017

Dos tras las rejas, ¿quién es el próximo?

Es traumático ver a un exgobernante
en la situación de Humala… quien
perdió la brújula del buen gobierno

Uno se pregunta por qué, por qué al Perú le ha tocado esta clase de gobiernos y gobernantes. Pero debe establecerse que hay diferencias entre uno y otro caso.

En la antesala de la carceleta judicial
El uno, reo en cárcel privilegiada en la Diroes, quien se convirtió en dictador para dar curso a todas las acciones que -en la visión internacional- lo elevaron al nada virtuoso octavo lugar entre los presidentes más corruptos del mundo.

Estuvo comprometido en crímenes de lesa humanidad y convertido respetables instituciones del Perú en comparsas de la corrupción generalizada y comprado al kilo la opinión de la prensa que aceptó ser comprada.

Pero este recuerdo se queda corto. Se necesitarían kilómetros de espacio para describir a cabalidad lo que significó aquella dictadura de alguien que hoy, purga sus delitos en una cárcel, dorada, pero cárcel al fin.

Hay que precisar, por si alguien lo olvidó, que huyó del país en dirección a Brunéi para asistir presuntamente a una cumbre presidencial, pero en realidad se iba a la patria de sus ancestros, el Japón, para ocultar el voluminoso equipaje que llevaba.

Recuérdese que renunció por fax y que el Congreso de entonces, desestimó la renuncia y simplemente lo destituyó y que pretendió ser senador de la Dieta japonesa y fracasó.

El caso Humala y compañía

Sin tratar de defenderlo, el caso de Humala es diferente, lo que se puede comprobar a simple vista, sin necesidad de recurrir o meterse a las profundidades de las razones jurídicas.

Concurrieron a las citaciones

Ollanta Humala no fue un dictador y si bien cayó y recayó en la debilidad de permitir la injerencia de su esposa Nadine Heredia en asuntos del Estado, no sucumbió a la tentación de la dictadura.

Tampoco se ha ido del país como el japonés encarcelado. Y se ha presentado a los requerimientos de la justicia cuantas veces ha sido convocado.

Sí sucumbió a la tentación de la vida muelle y aceptó coimas que han sido descubiertas por quienes siguieron la ruta del dinero que sirvió para adquisiciones que estaban fuera del ámbito de los ingresos naturales del presidente y su esposa.

Ahora se enfrenta a la justicia y es bueno, que al lado de los delitos cometidos por quienes recibieron la confianza del país, los jueces respondan con responsabilidad a la confianza -harto mellada, por cierto- que el país deposita en ellos.

De ningún modo deben tomarse estas líneas como una velada defensa de Ollanta Humala y esposa. Ni de la corrupción harto demostrada, y en algunos casos plenamente probada, de los últimos gobiernos del Perú, nuestra patria.

Faltan dos

Pero creo que aún faltan personajes en este drama que nos enfrenta diariamente a la realidad peruana.

La casa de Humala y señora en Surco
Uno es el expresidente Alejandro Toldo, virtualmente refugiado en los Estados Unidos de donde solo vendrá cuando la justicia del Perú lo reclame en forma que no deje lugar a dudas ni contradicciones.

Del otro, Alan García, ni hablar. Supo cómo utilizar la prescripción y las amistades y “compañerismos” del Poder Judicial para esquivar toda responsabilidad. Roguemos para que un día -ojalá no lejano- también pague sus culpas.

Así se habrá completado una faena que pondrá una cruz sobre la corrupción ejercida con toda impunidad e inmunidad, por quienes ejercen el poder, en abuso arbitrario de las facultades que los electores les dimos alguna vez.

Y, como lo han demostrado las estadísticas, esos robos a los dineros de todos los peruanos, hubieran servido para mejorar hospitales, proporcionar techo a quienes carecen de él y alimentar a miles de niños que ayunan cotidianamente, por señalar asolo unas carencias de las más notorias. (Luis Eduardo Podestá).

(Imágenes de GettyImages, difundidas por BBC Mundo)

No hay comentarios.: