viernes, 27 de diciembre de 2013

Algo que podéis ver en Arequipa

Los candados del amor eterno,
los quesohelados, los tunos de
la Católica y otros etcéteras

En mi breve reciente estada en la Blanca Ciudad pude observar algunas novedades –algunas viejas, valga la contradicción– que vale la pena comunicarle para que no se sorprenda si estimulado por el espíritu santo se anima a hacer una visita a esa pujante urbe a mil kilómetros al sur de Lima. Algunos perfeccionistas dicen que son en realidad 1.011 kilómetros, pero no voy a discutirlo.

Queso helado Charito

El quesohelado Charito ha adquirido nivel internacional –se presentó en todas las Misturas de Lima– según su creador y principal animador, José Pázara Delgado, quien no muestra blasones de chef ni heladero profesional. 

Don José en su queso
Es un retirado, de cuando la Policía era la Guardia Civil, quien con mucha imaginación renovó el concepto del “quesohelau” arequipeño. Conserva el tonel de madera que es la herramienta principal y los ingredientes a los que ha agregado algo de su personal cosecha. 

Por ejemplo, ha ideado por lo menos tres variantes del “quesohelau” para servirlo: el vaso ccala –persona que vive en la ciudad, según el Diccionario Gráfico del Lenguaje Loncco de Willy Galdos–, el vaso loncco y la leche helada. 

Para todos los gustos
Cada uno tiene su característica pero al final, todos tienen el sello de los viejos quesohelados del mercado de San Camilo, segundo piso, sin ascensor, entrando por la puerta de la derecha. Lo que ha logrado don José es que su industria crezca hasta convertirse en el trabajo de toda la familia y, lo que es importante, dice, en la conservación de una tradición. 

Claro que él le ha hecho agregados e inventó el “quepí”, que es un quesohelau con pisco del bueno, de su tierra, el valle de Majes. Para qué más.

Semáforos y freno manual

Como algunos cruceros cruciales –me salió frase redonda– del centro histórico aún no tienen semáforo como en cualquier ciudad que sus autoridades respeten, en la Arequipa de hoy –y de hace tiempo– el peatón tiene que cruzar a la mala, a la prepo, porque si no lo hace, llegará atrasado a sus quehaceres. 

Aplicar freno manual (mano en alto)
En varias esquinas -Rivero-San José, Santa Catalina– San Agustín, por solo nombrar dos– el peatón debe meterse entre decenas de coches que se pelean por entrar primero. Entonces, lo que usted debe hacer para conservar la vida y la salud es levantar la mano y mostrársela abierta al conductor que haya cometido el error de detenerse un par de segundos. Recién, con ese freno manual, usted podrá pasar. 

Eloy Vera: orden en el crucero
En la esquina de San Agustín-Santa Catalina que es el ingreso a la Plaza de Armas, antes estaba generalmente de servicio, el policía ejemplar Eloy Vera Alfaro, a quien postularon para el Peruano más amable y quedó tercero, para protesta y lamento de la gente que alegaba que merecía el primer puesto. 

Pero el hombre pasó al retiro y en ese crucero no hay policía que lo remplace (*) ni en los otros sin semáforos tampoco.

Fin de la huelga dulce

La Plaza de Armas logró convertir su nochebuena en noche de paz, como debía ser. Frente a la catedral y entre dos gigantescos árboles de navidad con materiales reciclables, estaban, como ya le informé anteriormente una brigada de ayunadores de la emblemática fábrica de chocolates La Ibérica, cuyos gerentes se negaban a conversar con los huelguistas. 

Terminó la huelga y vino la nochebuena
Felizmente la paz llegó el 23 de diciembre y la huelga se levantó el 24. Los que ayunaban también levantaron sus colchones y catres de campaña y se fueron a sus hogares para celebrar su nochebuena y su navidad, después de más de 40 días de pelea. 

Habían conseguido gran parte de lo reclamaban, según dijo  Pamela Valdivieso Palma, su secretaria general. Se acabaron entonces, las proclamas a favor de “los trabajadores unidos jamás serán vencidos” y esos “¡abajo la empresa explotadora!”. 

Lucha a cuerpo desnudo
Como le conté anteriormente, La Ibérica, fundada por el español Juan Vidaurrázaga, ocupaba antiguamente un inmueble en el crucero de las calles San José y Jerusalén en pleno centro histórico, y luego extendió sus dominios a una gran instalación en el Parque Industrial y a varias sucursales, dos de ellas en el aeropuerto internacional Rodríguez Ballón. 

Tiene 393 trabajadores, pero según sus altos funcionarios, una mínima parte se halla sindicalizada. Bueno, los beneficios logrados no solo serán para los miembros del sindicato sino para todos, salvo error u omisión o peor opinión de los funcionarios.

Candados del amor en los malls

Yo creí que el enorme corazón de hierros entrelazados del mall Aventura, en las inmediaciones de Porongoche –de donde desapareció el viejo hipódromo del mismo nombre solo existía en ese lugar, para invitar a los enamorados a cerrar su compromiso con un candado de acero, cuya llave se echaría al río Chili. Pero no. 
Un corazón en esqueleto

Un informante me dijo que esos corazones existen en todos los malls (lea centros comerciales) que han invadido los cuatro conos de la ciudad. Lo edificante es que, por lo menos en el momento de cerrar el candado y perder la llave, dos seres humanos se juran amor eterno hasta el próximo año, en que, según las viejas costumbres mistianas decretan “año nuevo, amor nuevo”. 

Pero no importa. Mientras haya cariño del bueno, no importa lo que dure sino su intensidad grado 9 de la escala de Richter, por ejemplo. 

En mi ya no tan reciente viaje a Europa, vi algo parecido en un tramo del Puente Viejo que atraviesa el río Arno en Florencia, casi junto a un jardincito y busto dedicados a Benvenutti Cellini el genio de la escultura italiana. Colgados y atrapados unos de otros, hay cientos de candados, algunos de ellos oxidados por los años y la humedad del río. 

Amores eternos guardados con candado
Quizá los arquitectos que proyectaron los malls al pie del Misti quisieron hacer algo parecido, pero sobre una plataforma de cemento.

Los Tunos en su Antena

Cuando hace poco le conté algo sobre el camarón en el día previo a la veda disfrutado en la picantería La Antena en Cerro Colorado, no tuve espacio para agregar que durante el almuerzo nos visitó un cuarteto de tunos, esos jóvenes vestidos a la usanza española del siglo XVI, que llevan sus guitarras y panderetas y dan saltos atléticos al bailar. 

Los muchachos de antes y los "tunos" de hoy
En efecto, hubo uno de estos grupos que se presentó como originario de la Universidad Católica de Santa María. Entonaron varios valses criollos, tan de antaño, que algunos de los de mi promo, se animaron a acompañarlos. 

Los tunos en acción
Aparte de las guitarras de orden, uno de los tunos católicos ejecutaba con destreza una flauta traversa. Otro dijo que era su cumpleaños y se ganó el aplauso de quienes estábamos aquel sábado glorioso en La Antena, y digo glorioso porque es una picantería cuyos platos conservan el sabor de otros tiempos.  

El rompeolas del Capitán

El Capitán César Zegarra inauguró su nuevo local justo a media cuadra de lo que fue y será por siempre el glorioso Colegio de la Independencia Americana en la avenida 15 de Agosto del barrio IV Centenario. 

Recuerdo ese local porque en la antigüedad clásica fue un almacén cuyo propietario, el papá del Capitán, no tenía ninguna dificultad para poner unos cajones como asientos y atender el pedido de un par de chelas que le formularan quienes estuvieran vinculados con el colegio. 

El Capitán inventó su "rompeolas"
En ese almacén bebí unas cervezas con mis profesores, recuerdo, cuando ya me había metido de lleno al periodismo, trabajaba en el diario El Pueblo, y celebrábamos un aniversario del glorioso. Ahora ya no es más el almacén del papá Zegarra. 

Es una gigantesca cebichería, con varios y elegantes ambientes, donde el Capitán prepara platos tan extraños como el tacu-tacu de corvina y el rompeolas, gigantesca combinación de pescado con mariscos y otros secretos culinarios que guarda celosamente. Allá él.

Luis Eduardo Podestá

(*) Atrévase a acatar al Diccionario de la Real Academia Española y escriba "remplace" o "remplazo" con una sola "e". Ya no es falta de ortografía.


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