El hombre que hablaba
con el Solitario Jorge
en las islas Galápagos
La muerte del Solitario Jorge, una tortuga centenaria de las islas Galápagos, Ecuador, tuvo varias consecuencias. Privó a la ciencia de un descendiente con lo que la subespecie Chelonoidis Abingdoni a la que pertenecía, desapareció de este mundo. Y en segundo término, dejó a su amigo Fausto Llerena tan solitario como el mismo lo fue.
Dos amigos frente a frente
Fausto Llerena, el guardaparque que cuidó durante 30 años al Solitario Jorge, no ocultaba su pena cuando conversó, a finales de junio pasado, con la periodista Alejandra Martins de la BBC-Mundo, porque, decía, con Jorge desapareció el amigo que más quería.
La amistad del Solitario Jorge con Fausto, era tan reconocida por las autoridades del Parque Nacional Islas Galápagos, que denominaron Centro de Crianza de Tortugas Gigantes Fausto Llerena, en la isla Santa Cruz, al lugar donde el símbolo de las islas murió quizá con más de cien años de edad.
Alejandra Matins escribió una conmovedora nota sobre el cuidador de Jorge, y señaló que “con la muerte del Solitario Jorge, el mundo perdió al último sobreviviente de una subespecie y Ecuador al gran símbolo de las islas Galápagos. Pero don Fausto Llerena perdió a su mejor amigo”.
El Solitario Jorge en su hábitat
Fausto cuidaba al Solitario Jorge desde cuando este fue encontrado en la isla Pinta, el año 1972. Entonces comenzó la amistad y la carrera de los años que los hacía envejecer juntos.
Ahora Fausto tiene 72 años y muy vívido el recuerdo de Jorge, una tortuga “que parecía querer hablar” cuando lo veía y salía a darle el encuentro en el corral donde vivía.
"Se paraba enfrente y estiraba el cuello y abría la boca. Y ahí se quedaba parado con la boca abierta un buen momento, con la mirada fija, sin parpadear, como si quisiera decirme algo", relató Fausto.
Dijo que lo cuidó desde 1983, y que el quelonio tenía una "personalidad compleja" porque sólo "aceptaba hasta tres personas en su corral a un mismo tiempo”. Cuando había más se retiraba. Si estaba yo solo se quedaba más tiempo", añadió.
"Yo lo acariciaba en la cabeza, le daba unas palmaditas y él estiraba más el cuello, y cuando yo salía del corral él se iba al lugar donde descansaba".
Se fue y dejó a su amigo tan solo como él
Fausto Llerena dice que cuando el Solitario Jorge “subía la cabeza y estiraba el cuello, quería comunicar un saludo, darme la bienvenida, como si me preguntara, ¿cómo estás?".
Llerena refirió que él tenía mucho afecto por la tortuga. Limpiaba su corral y la laguna donde se bañaba, y le proporcionaba la dieta de vegetales que alimentaba al Solitario Jorge.
Refirió que la tortuga tuvo dos veces problemas de salud. "Una vez estaba más lento, no se movía, y yo le decía, ¿qué te pasa? Y él solo alzaba la cabeza y miraba".
Tuvo una indigestión que le fue curada con una dosis de papaya.
Dos veces tuvo problemas de salud
En otra ocasión "se le cayó una uña” y aparente a causa del dolor “no se movía. Fui a verlo y tenía inflamado el brazo. Los veterinarios le pusieron unas inyecciones y se compuso".
Alejandra Martins cuenta que “la fascinación de Llerena con las tortugas comenzó a los 12 años, cuando el guardaparque, que había nacido en la provincia de Tungurahua, en el centro del Ecuador, llegó por primera vez con su familia a Galápagos”.
"Mi ambicion era tener una tortuga en mi casa, en aquellos tiempos no había todavía un parque nacional. Yo traje una tortuga y la tuve en mi casa 20 años, hasta que se escapó", refirió Llerena.
Llerena conoció al Solitario Jorge cuando fue encontrado en 1972 en la isla Pinta, donde se desarrollaba una operación para “remover cabras, una especie introducida por el hombre que devastó el hábitat de las tortugas”.
"Yo siempre tuve en mi pensamiento que alguna vez se iba a morir”, dijo Fausto. "Tenía la esperanza de que dejaría un descendiente pero no fue así"
Ahora, luego de la muerte del Solitario Jorge, Fausto se conmueve: "Siento como que se ha ido el mejor amigo, hay un vacío y me da mucha pena, especialmente cuando veo las fotos. En mi corazón es como que no estoy convencido que se ha muerto. Pero hay que resignarse y seguir adelante y tener al Solitario Jorge siempre en el corazón y en el pensamiento toda una vida".
Martins concluye indicando que “se cree que en el pasado existieron cerca de 300 mil tortugas gigantes en las Galápagos, pero fueron diezmadas por piratas que las cazaban por su carne y que introdujeron especies depredadoras”.
Añade que el Solitario Jorge formaba parte de un programa de crianza en cautiverio del Parque Nacional Galápagos.
Es una lástima que haya desaparecido sin dejar descendencia. Solo nos queda resignarnos a cultivar el recuerdo del emblemático Solitario Jorge y rendir un lejano homenaje a Fausto Llerena, el hombre que lo cuidó tan devotamente como si fuera alguien de su familia y hoy se siente tan solitario como el amigo desaparecido.
Luis Eduardo Podestá
(Fotos de BBC-Mundo)
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