lunes, 12 de octubre de 2009

Un Nóbel con bemoles

Andanada de críticas contra
la Academia Sueca por
reciente premio de literatura





Pocas veces como ahora, la comunidad internacional ha recibido con tantas dudas y murmuraciones la nominación del último Nóbel de Literatura, asignado a Herta Müller, una “autora sin relieve”, según los más suaves comentarios de los críticos que la emprenden más que contra ella, contra la Academia Sueca.

En esta ocasión, los comentaristas europeos fueron los primeros en reaccionar con crudeza en las páginas de la prensa europea, acerca del tema que, como nunca, salvo error u omisión, promovió los más variados y encendidos pronósticos, que a la postre resultaron frustrantes para los profetas.

La Academia Sueca basó su veredicto en que la obra de la novelista rumano-alemana “concentra poesía y franqueza”,
al “describir el paisaje de los desposeídos”.




De paso, se quedaron con los crespos hechos, las agencias que apostaban por Philip Roth, Amos Oz, Ismail Kadaré y Mario Vargas Llosa (foto), favoritos de la crítica cuya opinión y pronósticos no llegaron a los ojos ni los oídos de los miembros de la Academia.

T. García Yebra, en un minucioso artículo, señalaba poco después de la elección, que la Academia Sueca premia por décimo segunda vez, una obra escrita en alemán y que el último escritor alemán en recibir el premio fue Gunther Grass, después de nueve que lo recibieron anteriormente.

Añade que la “descarnada prosa” de Müller, según su editor Michael Grüger, “es un grito de rabia” a favor de las minorías alemanas que aún quedan en los países de la Europa Central.

Müller ha escrito 19 novelas de las cuales solo han sido traducidas al español 'En tierras bajas', 'El hombre es un gran faisán en el mundo', 'La piel del zorro' y 'La bestia del corazón', según la acuciosa investigación de García Yebra.

El escritor nos entrega una pequeña biografía de la reciente premio Nóbel que me permito reducir respetuosamente: Müller nació el 17 de agosto de 1953 en Nitzkydorf, cerca de Timisoara, una región tradicionalmente germanohablante de Ruamanía. Su padre fue un agricultor cuyas propiedades fueron expropiadas a raíz de la proclamación en 1947 de la República Popular de Rumanía. Su padre fue miembro de las SS alemanes durante la Segunda Guerra Mundial y su madre, al concluir la contienda, fue deportada a un campo de trabajo en Rusia.




La escritora (foto) quedaría emocionalmente marcada por todos estos avatares familiares. Estudió filología germánica y filología rumana, para tender puentes entre ambas culturas. Al terminar sus estudios en la universidad de Timisoara fue traductora en una fábrica de maquinaria. La dictadura de Ceacescu comenzó a vigilarla. En 1987 se exilió a la República Federal Alemana.

Desde aquel año reside en Berlín. Censurada o silenciada en Rumanía, fue descubierta por la crítica germana en 1984, cuando publicó el libro de relatos 'En tierras bajas'”.

García Yebra nos recuerda que cuando se creó la Academia Sueca en 1901, uno de los más grandes escritores de la humanidad, León Tolstoi, tenía en su haber obras famosas como Resurrección. Ana Karenina. La guerra y la paz, y que los académicos decidieron darle aquel año el premio a Sully Prudhomme, quien “no tenía gran relevancia, y pocas décadas después había quedado sumido en el absoluto olvido” y confirma la tradición de “dar la espalda a algunos grandes de la literatura”.

Tolstoi murió en 1910 y, según García, la Academia se perdió nueve veces la oportunidad de premiarlo.


Peter Englund preside la Academia desde junio y es consumado bloguero


En su análisis, destaca que la Academia, en teoría, “debería premiar a alguien de excelente trayectoria y que ejerza una gran influencia sobre la literatura de su tiempo. O descubrir a una personalidad relevante de una cultura alejada. No pocos críticos se preguntaban ayer si la calidad de Herta Müller es superior a la de los favoritos”.

Atribuye seguidamente a “la defensa a ultranza del liberalismo el supuesto veto del jurado” contra Mario Vargas Llosa.

“No debería ser así”, añade, “porque la Academia presume siempre de no tomar en consideración las circunstancias políticas. Sin embargo, se sabe que Borges se quedó sin premio en 1976 por motivos estrictamente ideológicos. Aquel verano, Borges era ya un Nobel virtual, a la espera de que un jueves de octubre se anunciara de manera oficial. Uno de esos galardonados irreprochables. Pero el argentino cometió la torpeza de aceptar a finales de septiembre un doctorado Honoris Causa de manos de Augusto Pinochet, a quien calificó de «excelente persona”.

Finalmente, el articulista carga con una pregunta lapidaria: “¿Me van a decir que Herta Müller ha escrito textos ‘más extraordinarios’ y que van más en ‘una dirección ideal’ que Cormac McCarthy, Thomas Pynchon, James Ellroy, Gonzalo Rojas, William T. Vollmann, Geoffrey Hill, Steven Millhauser, Jonathan Littell o –sí, también– Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y etcétera?”.

Por su lado, en alusión a la autora desconocida, Andrés Has se pregunta qué tienen en común León Tolstoi, James Joyce, Marcel Proust, Ezra Pound, Franz Kafka, Joseph Conrad, Vladimir Nabokov, Jorge Luis Borges, Jack Kerouac y William Burroughs.

Ël mismo se responde: “Que ninguno de ellos ganó el Premio Nobel de Literatura”.

Hace una segunda pregunta: “¿Qué tienen en común: Bjørnstjerne Bjørnson, Rudolf Eucken, Carl Gustaf Verner von Heidenstam, Carl Friedrich Georg Spitteler, Frans Eemil Sillanpää, Halldór Kiljan Laxness y Herta Müller?”.

Y se responde: “Me imagino que ya adivinó la respuesta. Todos ganaron el Premio Nobel de Literatura”.

Has dice luego que cualquier lector común “podría nombrar una obra de cada uno de la primera lista. Y apuesto que el mismo lector común (un amante voraz de la literatura) tendría gran dificultad en nombrar solo una obra de la segunda lista de autores”.

Y como si quisiera dar un golpe más a los miembros de la Academia Sueca, más cerca de nosotros que aquellos opinantes europeos, en Piura, el profesor universitario y periodista Miguel Godos Curay, señala que, con relación al Premio Nóbel de la Paz, la Academia Sueca ha premiado las buenas intenciones del presidente norteamericano Barack Obama.

“Últimamente el Premio Nóbel anda de capa caída por el desprestigio y desventura en las designaciones de la Academia”, comenta Godoy. “El prematuro Nóbel a Barack Obama no sólo demuestra que los miembros del jurado se hacen los suecos sino que el racismo les brota por los poros”.

“La ironía mayor es el que Nóbel le cae a Obama en vísperas de enviar un contingente de soldados americanos a una guerra que no empezó. Obama, no ha conquistado la paz en Afganistán, ni en Oriente Medio pues ni siquiera ha trazado una ruta para futuras negociaciones. Le han dado el premio a quien no lo merece ni tiene méritos suficientes”.

“No nos extrañe, pues, la demora en el otorgamiento del Nóbel de la Literatura a Mario Vargas Llosa. Últimamente la Academia anda con las pitas flojas y sus elecciones no son estimables aciertos. Mario Vargas Llosa ha sido relegado por motivos políticos pues la academia ve mejor con el ojo izquierdo”, fustiga.

“Escritores como Antonio Tabucchi, Thomas Pynchon, Milan Kundera son verdaderos clásicos de la postergación y el olvido sueco. Lo que contradictoriamente obra a favor de su prestigio universal. De autores premiados con el Nóbel de la Literatura como Sully Prudhomme, Władysław Reymont, Halldór Laxness o Ivo Andrić nadie en su sano juicio se acuerda pues vegetan en el perpetuo olvido de los lectores”, concluye.

Creo que la andanada aún no ha terminado y los próximos días, continuaremos dedicados a la lectura de artículos críticos contra los miembros de la Academia Sueca, que formalmente son 18 pero que en esta ocasión, solo habrían votado 16, pues dos de sus miembros, Knut Ahnlund y Kerstin Ekman
, están “inactivos”.





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