sábado, 18 de julio de 2009

Santa Bárbara, fuente de riqueza y de tragedia






La mina que oculta una
ciudad subterránea con
plaza de toros y capillas





Los buzos rojos de unos cien estudiantes de Huancavelica colorean el árido paisaje de los cerros que rodean la mina Santa Bárbara, cuya antigüedad de más de cinco siglos, no ha disminuido su fama por haber producido las más grandes riquezas del virreinato, unidas a felicidades efímeras y tragedias que la historia no ha ocultado.

Los estudiantes escuchan clase de historia en el cerro

Fue una mina extraordinaria y en sus entrañas podían pasear hombres a caballo y asistir a españolas corridas de toros, mientras una legión de esclavos nativos trabajaba hasta morir sin la esperanza de volver a ver la luz del sol.

La bocamina es el comienzo de un misterio

Era en realidad, cuentan los historiadores, una ciudad subterránea que fue considerada hace siglos una maravilla del mundo, porque en sus socavones se construyeron calles, plazas, talleres y hasta tres capillas donde se oficiaban misas.

Un estudioso confirma que “en una de las calles, llamada Jáuregui, se realizaban corridas de toros y en cinco capillas con sus respectivos altares se celebraba la misa para los empleados y operarios”.

Añade que “también es famoso el socavón ‘Belén’ que fue comenzado en 1601 y terminado 40 años después con una extensión de 508 metros. En la entrada es posible apreciar el escudo del Rey Carlos III y la figura de San Cristóbal en alto relieve”.


Escudo real y advertencia de peligro


Quienes llegan a la bocamina pueden observar que eso es cierto. Aún se ve el escudo real en el arco de la entrada, que se encuentra tapiada y cubierta por una recia reja de hierro. Un letrero anuncia el peligro para los visitantes.

Los conocedores recomiendan, asimismo, a los eventuales visitantes, tener especial cuidado durante una improbable caminata por el interior de la mina pues en sus socavones pueden existir gases tóxicos en latencia capaces de producir la muerte.

La mina se encuentra a unos 4,200 meros de altura sobre el nivel del mar y fue cerrada hace unos 30 años, cuando se consideró que el yacimiento de mercurio –también lo llamaban azogue o cinabrio- se encontraba agotado.

Ya entonces había hecho la riqueza de España durante el virreinato y del Perú de la república, cuando fue declarada propiedad del estado. Posteriormente fue alquilada a particulares que también se hicieron ricos y crearon la fama de Huancavelica como ciudad minera y que paradójicamente nunca salió de su pobreza.

La tragedia nunca estuvo ausente en Santa Bárbara, llamada también la mina de la muerte. La historia señala que en
1786 “dentro de sus socavones murieron más de 200 personas, entre indios y españoles, al derrumbarse los portales del Brocal hasta la punta de Nombre de Dios”. Añade que “por la alta toxicidad del mercurio, la mina de Santa Bárbara tuvo uno de los índices de mortalidad más elevados de toda América”.

La mano de obra eran los peruanos de la región. “Los españoles capturaban a los nativos de la zona, siendo forzados al trabajo y llevados encadenados, sus familias los acompañaban hasta la mina Santa Bárbara y en presencia del sacerdote en la única Iglesia colonial que existe se hacía un misa de defunción pero en cuerpo presente (antes de morir) como si fuera de difuntos porque sabían que nunca más volverían a ver la luz después de entrar a lo más profundo del socavón”.

“Algunas mamás, para no ver morir a sus hijos (como esclavos de la mina) tomaban medidas drásticas como el de cercenar la mano o crearles algún tipo enfermedad y así no ser llevados a la mina de la muerte”, cuenta la historia.

Cualquier lugar es bueno para escuchar la lección

Los colegiales de Huancavelica suben hasta la mina por atajos que les evitan las curvas de la carretera afirmada, acompañados por sus profesores, quienes al pie del cerro, junto a la bocamina, les ofrecen lecciones de historia sobre lo que fue Santa Bárbara para los españoles y los empresarios republicanos.

Les relatan que la mina Santa Bárbara dio origen a la fundación de la ciudad, pues tuvo un papel preponderante y durante más de 150 años fue la mayor productora de mercurio en el mundo.

Les cuentan, asimismo que, no fueron los españoles los primeros en tratar el mercurio, porque los antiguos peruanos ya habían hecho excavaciones para extraer el cinabrio (sulfuro de mercurio).

Roja portada de la catedral de Huancavelica

Los nativos lo llamaban “llimpi” y lo utilizaban para pintarse el rostros, por lo que su uso se generalizó principalmente entre las mujeres. También los guerreros de Huancavelica y Huamanga usaban el llimpi para dar a sus rostros el color bermellón característico del cinabrio no cristalizado para atemorizar a sus enemigos.

La puerta de la iglesia del pueblo también luce el color del cinabrio

Con el tiempo, españoles y criollos lo utilizaron para la pintura de las casas y hoy mismo, la artística portada de la catedral tiene el rojo color del cinabrio. El templo de Santa Bárbara, en el pueblo abandonado del mismo nombre a unos 200 metros más lejos de la mina, también luce ese color en su puerta principal.

La mina fue en tiempos pasados, uno de los más importantes complejos industriales, cuyos métodos de explotación eran los más modernos del mundo. Atraía a mineros y aventureros, cuentan los historiadores, y su importancia fue tal que “los virreyes hacían viajes a ese lugar para dar órdenes personalmente y por ello se la denominaba ‘preciosa alhaja’ de la Corona Española”.



1 comentario:

ORLANDO CONTRERAS OSORIO dijo...

Dentro de la libertad está la responsbilidad de felicitar al autor por la seriedad histórica de su información, más aún, cuando los datos incluidos son poco difundidos.
Si algo de conciencia y tradición historica nos falta es precisamente porque no conocemos ni valoramos nuestro pasado, ello nos hace indiferentes y silenciosos. Esperamos más información histórica de esta clase.
Luis Orlando Contreras