sábado, 14 de mayo de 2011

Así es el Valle de las Maravillas

Ahora es muy fácil
ir al fascinante
Cañón del Colca




Muy acertado estuvo nuestro Premio Nóbel de Literatura Mario Vargas Llosa, al llamar en 1978 el Valle de las Maravillas al valle del Colca, que guarda en sus profundidades a uno de los más espectaculares cañones del planeta.

El Colca, y la provincia de Cailloma donde se encuentra, se han acercado a la ciudad de Arequipa, mil kilómetros al sur de Lima, gracias a una carretera que da acceso y facilidades a quienes quieran visitarlos.








Tierna recepción en Aguada Blanca

Para llegar a Chivay, la capital provincial, hay que pasar por la reserva de Aguada Blanca, el paraíso de las vicuñas y las rojiblancas parihuanas, algunas de las cuales están ya tan familiarizadas con los visitantes que se acercan a curiosear hasta casi el borde de la carretera.


Imponente paisaje desde todo ángulo

Visitar el Colca, no sólo es ir al Cañón y fotografiar a los cóndores, cuyos caprichos dejan algunas veces a los visitantes esperando horas enteras antes de concederles el favor de presentarse en sus majestuoso vuelo, generalmente solos para brindar evoluciones que evocan giros de ballet aéreo en el silencio que rodea la montaña.


Hay 14 hospitalarios pueblos en el camino


También se pueden y se deben visitar los 14 pueblos, cada uno con su iglesia de piedra, frente a la plaza principal proyectada en España y construida durante la Conquista, con planos que los convirtieron en dameros, según recuerda Mauricio de Romaña, el principal impulsor del desarrollo turístico del valle.

Hay tanto que ver en el Colca, que no es recomendable ir por solo un día, sino quedarse dos o tres y mejor cinco, a fin de llenar las cámaras de fotografías y la memoria de recuerdos imborrables.

Romaña recuerda que el Colca fue durante la Colonia el corregimiento Collagua, el más importante del Virreinato del Perú, a tal punto que Francisco Pizarro recomendó a su hermano Gonzalo establecerse en Yanque, a unos cinco kilómetros al oeste de Chivay, a fin de “ejercer el control del valle”.

También recuerda que en aquellos tiempos el valle tenía unos 60 mil habitantes dedicados a la agricultura y la ganadería, y que a comienzos de la República solo quedaban unos 15 mil.

Desde la Conquista en que tuvo una decisiva importancia estratégica, el valle del río Colca fue “totalmente ignorado”, según Romaña.

La historia refiere que fueron dos aviadores norteamericanos, Robert Shippee y George Johnson, quienes en cumplimiento de una misión destinada a realizar un levantamiento aerofotográfico, descubrieron a fines de la década de los años 20, lo que llamaron un "desconocido Valle de los lncas".

Picados por la curiosidad, los aviadores regresaron más tarde y construyeron un aeropuerto en las cercanías el pueblo de Lari y desde allí realizaron mediciones que los hicieron exclamar de sorpresa cuando comprobaron que aquel cañón tenía “el doble de la profundidad del cañón del Colorado”.

Un panorama impresionante

Por supuesto, los aviadores hicieron un informe que causó sensación en los Estados Unidos, y en enero de 1934, el National Geographic Magazine publica un artículo e invita a los descubridores a ofrecer conferencias sobre el tema en universidades y foros geográficos.

Romaña, propulsor de estudios sobre el Colca, dice que las investigaciones realizadas con posterioridad, cuando se ejecutaban las obras de la irrigación de Majes en 1975, dieron nuevas luces sobre la enorme riqueza de la zona del Colca.

Dice, por ejemplo, que esos estudios permitieron conocer con certeza que allí, en las faldas del nevado Mismi (no Misti), uno de los picos de la cordillera de Chila, se encuentra el origen del río Amazonas.

Se encuentran, asimismo, “más de 20 especies de cactus y 170 de aves”, entre ellas el cóndor que ha establecido sus dominios en los cielos de la zona.

Río, planicie y montañas un todo espectacular

En cuanto a su formación geológica, se descubre que allí “se encuentran prácticamente todas las capas o estratos de las épocas más remotas de la formación del planeta”.

Se descubre, asimismo, que los habitantes actuales son herederos del “alto grado de desarrollo de la ingeniería agrícola aplicada por los collahuas, etnia de origen Tiahuanaco, que desarrolló maravillosos sistemas de irrigación y conservación de suelos con la construcción de extensos canales y más de 6 000 hectáreas de andenes modelo”.

En cuanto a turismo de aventura, el Colca brinda el magnífico escenario de su navegación en canoa a una profundidad de vértigo en sus agitado torrente y la oportunidad de escalar impresionantes macizos volcánicos como el Ampato de 6 300 metros sobre el nivel del mar y otras desafiantes cumbres de la cordillera de Chila.

El visitante puede codearse también con una gente muy hospitalaria, cuyas manos convierten la lana de alpaca en objetos de una singular artesanía que privilegia coloridas prendas femeninas como faldas, blusas y chalequitos bordados.

En ese escenario de maravilla, donde el turismo de aventuras va desde el canotaje hasta el andinismo, se busca desde hace varias semanas al estudiante Ciro Castillo Rojo y existe la esperanza de encontrarlo cualquier día.

Ahora bien, aunque las comparaciones resulten odiosas a veces, debe recordarse que el famoso Cañón del Colorado en Estados Unidos solo tiene 1 600 metros de profundidad, mientras que el Cañón del Colca se hunde a 3 400 metros y el vecino Cañón de Cotahuasi a 3 535 metros.


Luis Eduardo Podestá

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