sábado, 22 de enero de 2011

Nos dio la historia grabada en piedra

La muerte silenciosa de Eloy
Linares Málaga, descubridor

de petroglifos de Toro Muerto



El descubridor e infatigable defensor de los petroglifos de Toro Muerto, el doctor Eloy Linares Málaga, acaba de morir en Arequipa, después de 17 días en estado de coma luego de sufrir un derrame cerebral el primer día de 2011.


Muestra uno de sus libros

Cuando lo enterraron en el cementerio Parque de la Esperanza, en medio de un impresionante cortejo fúnebre, su colega y excatedrático de la Universidad de San Agustín, Rómulo Gonzales Paredes, en representación del Comité de Historia y Tradición de Arequipa, recordó en sentidas frases la vida sin descanso de Eloy Linares.

Había que soportar su cólera cuando, de regreso de sus innumerables viajes a Corire, donde se encuentran los petroglifos que descubrió, cuidó y defendió toda su vida, relataba que personas irresponsables habían dañado alguna de aquellas imágenes insuperables de un desconocido pasado de los peruanos, a las que él convirtió en un museo de sitio y denominó Toro Muerto.

Extraños dibujos sobre la piedra

Linares Málaga no se arredraba en enfrentarse cuantas veces fuera necesario a los directores, jefes de redacción y editores de los periódicos de Arequipa para reclamar campañas que crearan en las autoridades la convicción de que aquel legado de los antiguos peruanos había de preservarse porque en él se encontraba nuestra identidad y parte de nuestra propia eternidad.

El doctor Eloy Linares Málaga, nacido en Yarabamba, hacía 84 años, fue mi profesor de historia del Perú en el Colegio de la Independencia Americana, y los de mi generación fuimos testigos del cariño y respeto que tenía por la herencia de nuestros más alejados antepasados que nos legaron una historia tan rica que hasta la escribieron en las piedras.

Animales eternizados en la roca

Años más tarde, en 1951, descubrió lo que sería el más grande museo de sitio de petroglifos del mundo, en Toro Muerto, en dl distrito de Uraca, provincia de Castilla, a 162 kilómetros al noreste de la ciudad de Arequipa y a siete kilómetros de Corire.

Allí, sobre un área de más de 500 metros cuadrados de desierto se encuentran 5000 piedras que muestran miles de grabados, a los que los estudiosos han dado distintas interpretaciones que van desde una conexión con antiguas civilizaciones del hemisferio norte hasta inspioradas en presuntos visitantres extraterrestres.

Pues bien, Linares Málaga, clasificó las piedras, los dibujos y difundió su importancia histórica en libros y artículos que escribía para periódicos y revistas del país y del exterior, y gracias a él, la fama de los petroglifos de Toro Muerto se extendió por el mundo, y atrajo a estudiosos de diversas disciplinas relacionadas con el tema.

Estilizados camélidos, plantas y hombres

Los bloques de roca exhiben desde hace más de 800 años dibujos en alto y bajorrelieve de imágenes humanas estilizadas, plantas, animales y una lluvia figurada.

Tenía un doctorado en Historia, Geografía y Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA), con postgrados en las universidades de Berlín y Munich de Alemania, fue becado por la Organización de Estados Americanos (OEA) en México para perfeccionarse en Museología, Museografía y Museotécnia.

Junto a su fauna recibe la lluvia

En su modestia de estudioso in cansable, fue director del museo de la UNSA y director honorario del Museo Municipal, decano de las facultades de Educación y Medicina de la esa universidad, autor de numerosos libros, entre ellos, “Prehistoria de Arequipa”, “Arte Rupestre en el Perú”, “Arequipa, Tierra Mía” y “El libro de Piedra de Toro Muerto”.

Durante su vida recibió como reconocimiento la Medalla de Oro de la Ciudad de Arequipa y honores similares de las municipalidades provinciales de Camaná, Caravelí y Cailloma; el Hexágono de Oro del Colegio de Arquitectos y la Municipalidad de Yarabamba lo declaró su Hijo Predilecto.

Recibió honores en vida

En sus últimos años, paseaba por las calles de Arequipa y en encuentros con periodistas que conocía les reclamaba hablar, escribir y difundir el valor de Toro Muerto. Su imagen de hombre bajito, grueso, con un gorrito para protegerse del sol como lo hacía en Toro muerto, continuará en las veredas y portales de su ciudad que, felizmente, le dio la satisfacción, en vida, de reconocerlo como a uno de sus más distinguidos hijos.



Luis Eduardo Podestá

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