jueves, 16 de diciembre de 2010

El Perú condecoró a Vargas Llosa

Alan García le entregó
la medalla de la Orden
de las Artes y las Letras



“Pero el tiempo es justiciero y vengador”
(Corrido mexicano)



Estuvieron frente a frente, sonrientes. Uno, el Premio Nóbel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa y el otro, el presidente del Perú, Alan García Pérez, quien tiempo atrás (del que no querrá acordarse), dio la consigna a su Partido Aprista Peruano (Apra), de votar por el japonés que consagró la corrupción, la mentira y el fraude como sistema de gobierno, y de no permitir la llegada al poder del ilustre peruano que es Vargas Llosa.

Alan García, que no es ningún ingenuo en política, como lo proclamó alguna vez, confesó suavemente: "Hemos sido adversarios en algún momento, pero sé saludar a la inteligencia. Salve poeta, salve literato".

Con la Orden de las Artes y las Letras

Lo declaró al colocar en el cuello del laureado Vargas Llosa, la especialmente creada para la ocasión medalla de la Orden de las Artes y las Letras, para que el gobierno rindiera el debido homenaje al Premio Nóbel de Literatura 2010.

Cuando en 1987, Alan García intentó nacionalizar la banca peruana con la fuerza de tanquetas, la figura de Vargas Llosa se alzó para encabezar la masiva protesta ciudadana que acabó con aquella aventura. Todo lo cual fue el cimiento del apoyo que García prestó al japonés en 1990, cuando Vargas Llosa se decidió a postular a la presidencia del Perú.

Habría que agradecer a la fuerza del destino que jugó en aquellas fechas para no permitir que la política, ni siquiera la presidencia, nos arrebatara al creador literario porque es difícil pensar que si hubiera llegado al poder hubiera alcanzado el Nóbel de que gozamos hoy todos los peruanos como si fuera nuestro.

Frente a la escena del miércoles en el palacio de gobierno, forzoso era recordar que García puso a disposición del innombrable japonés que gobernó durante diez años al Perú, toda la maquinaria aprista para no permitir el triunfo de la “derecha” encarnada entonces por Mario Vargas Llosa, quien sorprendió a todos por la posición liberal de su discurso.

Defensor de las libertades ciudadanas y enemigo de las dictaduras, Vargas Llosa fue amenazados por el gobierno del japonés con quitarle la nacionalidad peruana y para no convertirse en un apátrida solicitó y obtuvo la nacionalidad española en 1993 sin renunciar a la peruana en virtud del acuerdo de doble nacionalidad existente entre Perú y España.

La dictadura se volvería también contra Alan García que debió exiliarse en Francia.

Y bien. Dos personajes de este drama –el tercero está condenado a 25 años de cárcel– estuvieron en el palacio de gobierno. Ambos parecieron haber olvidado lo malo del pasado. Y es bueno que así sea.



Luis Eduardo Podestá

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