jueves, 30 de julio de 2009

La poesía del no poeta

Ascenso a la nada, nuevo libro del
magistrado, escritor y … ¿poeta?
Alfredo Cornejo Chávez





Mi amigo Alfredo Cornejo Chávez –debía decir el doctor, pero sé que se disgustaría–, escritor de renombre que no quiere serlo, que niega ser poeta pero hace poesía, quien rehúye los honores y por ello pasó unos veinte años, sin dar la cara a quienes querían saber de él, acaba de publicar un libro de poemas.



Ahora sé que viajó mucho por Europa y que ya que no nació allá, quisiera terminar sus días en el viejo mundo. Tendrá sus razones.

Pero no quería contarles de eso que él trata de esquivar, sino de su libro ¡de poesía! titulado Ascenso a la nada, algo que no puede ser más nerudiano y más poético para mi gusto y el de algún amigo que me sorprendió en la calle con el volumen y me dijo “no, no puede negar que es poeta”.

Hace muchos años, quizá unos cincuenta, había leído los cuentos contenidos en El juego del diablo, que creo es su primera incursión literaria. Me dejó una huella de amarga complacencia, porque eran textos extraídos de la cruda realidad que a él le llegaba durante su función de juez penal.

Caminamos un tiempo juntos, durante la década de los años sesenta me parece, cuando el Perú le retorcía el cuello a la dictadura de Manuel Odría, haciendo periodismo en el diario El Pueblo, dirigido entonces por Luis Durand Flórez. Discutíamos sobre los temas editoriales e informativos que debían ocupar las columnas del día siguiente y en eso a veces nos pasábamos la mañana entera con Carlos Montoya Anguerri y José Valdez Pallete.

Alfredo era jefe de la página de opinión del diario, y aunque yo era un reportero, me daban el honor de acompañarlos en la mesa editorial porque escribía una columna que la gente creía de opinión y a través de la cual me divertía.

Pero ese es otro cuento. El flaco Cornejo Chávez de entonces, se consagró al estudio del derecho, y lo perdí de vista porque emigré de las páginas de El Pueblo a las de otros periódicos y él ascendía, no a la nada sino a los más altos cargos de la respetabilidad jurídica.

Son testimonio de ello, el homenaje que se le rindiera en la celebración del Día del Juez en 2001, después de un largo silencio de veinte años, según cálculos austeros, en el mismo Palacio de Justicia de Arequipa, cuya construcción gestionara y alcanzara para que la justicia tuviera la dignidad, prestancia y solemnidad de que carecía en el viejo local de la calle San Francisco.

A ese homenaje se sumó el que la Corte arequipeña le rindió también en el Día del Juez en 2001, ceremonia a la que Alfredo Cornejo Chávez asistiera, presionado y hasta chantajeado con argumentos filiales por quienes querían exaltar su figura de magistrado y deseaban tenerlo presente en aquel acto.

Supe que durante años estuvo dedicado a la pintura y que produjo decenas de obras que no mostró a nadie por razones que él no quería explicar.




Pero de lo que se trata hoy es de hablar –escribir en mi caso- de su poesía y como me falta mucho para erigirme en crítico o comentarista de la poesía ajena repetiré palabras ajenas, según las cuales, no hay poesía buena o mala sino la que me gusta o no me gusta.

Alfredo divide su libro en tres partes

La primera parte, Poesía Elegíaca, es una emotiva evocación de su hija tempranamente fallecida, Patricia Cornejo.

Dice un fragmento de Tu muerte y mi vida:

“Inaceptable por su esencial injusticia / es la idea de tu ausencia definitiva / a pesar de que ese hecho terrible / es grito estridente o susurro quedo / en mi realidad simple y cotidiana.
“Menos aceptable (¿puede serlo?) es hoy día / tu primer cumpleaños de cuerpo ausente, / que conmemoro en la médula de mi estar / con soledad plural y a la vez absoluta: / en medio de tanto amor de tantos faltas tú.

En la segunda parte que titula Poesía mística, que chocará con ideologías, religiones y espíritus intolerantes por su crudeza,escribe Resortes:

“Ya lo sabemos: las mujeres lloran / cristales, perlas y hasta brillantes / (solo basta leer a los poetas), / mas, diferentes, los hombres lloramos / punzones, puñales… ¡hasta balazos! / (solo basta estrujar el alma).

Por supuesto, hay otros poemas que serán de lectura escondida por lo duros y hasta clamorosamente irrespetuosos pero si el arte se toma sus licencias, ¿por qué no la poesía del rebelde arequipeño Alfredo Cornejo Chávez?

De Vanidad, extraigo el fragmento siguiente:

“Contra el dictado de la razón me enseñaron / que el hombre fue creado con la imagen de dios / (cuando dios fue creado con la imagen del hombre); / y que esa cajuela contiene un alma eterna.
“También me enseñaron que solo dios es inmortal; / así, mi alma comparte la sustancia perenne. / Con la forma divina y un alma eterna… / ¡soy dios! Lo repito con entera humildad: soy dios.

De Bagatelas, la tercera parte del libro, escojo un fragmento de El muro de cristal:

“Así, nadie lo creerá, durante muchos años, / tantos que me avergüenza decir cuántos; / lustros y décadas sin que el muro fuera violado. / Quizás si mi amor se hubiera realizado en ti / hoy haría mucho tiempo que sería / una cansada rutina buscando salida, / un olvido descendido de la mutua estafa / o un ocultamiento forzado por vergüenza. / Quizás debiera estallar de gozo porque te gozo / diariamente en el mundo de mis sueños; / pero me duele que solamente fuera un amor / irrealizable, imposible, prohibido, secreto, / y por eso mismo un amor eterno.

Y eso es todo lo que puedo decir y glosar de Ascenso a la nada, cuyo análisis y crítica, estudio de la métrica y la rima, dejo a los expertos.

Pero al autor, a Alfredo Cornejo Chávez, que niega su calidad de poeta, le diría que si esto no es poesía, la Gioconda no sería de Leonardo da Vinci sino de Miguel Ángel.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Sr. POdestá, un favor, si me puede enviar el correo de contacto del Dr. Alfredo Cornejo, es para un estudio de la literatura arequipeña, le agradeceré me lo envíe a mi correo jcordova_arq@hotmail.com
Atte: José Córdova.