domingo, 16 de diciembre de 2007

Acostumbrado a correr


Así es. Alberto Fujimori, el extraditado ex mandatario más japonés que peruano, que hoy se enfrenta a los jueces está acostumbrado a correr. Desde hace días está sentadito en lo que llaman el banquillo de los acusados. Pero tiene ciertos favores especiales, como escritorio, silla giratoria, vaso de agua. Esto lo diferencia de sus secuaces, que cuando fueron juzgados no tenían nada de esos elementos. Quiso una laptop, pero no se la dieron.

Recuerde: Primero corrió de los periodistas cuando le preguntaron sobre lo que gastaba en su campaña electoral. Su ex esposa dijo que le había hecho mal el bacalao que había comido.


Se exalta en el interrogatorio. Detrás del cristal, la "portátil" que lo apoya



Más tarde, ya en la presidencia, corrió a la embajada de Japón en cuanto se enteró de que un grupo de oficiales del ejército se había rebelado en defensa de la Constitución que él atropelló.

Después corrió de aquí allá, dándoselas de organizador de cacerías, detrás de Montesinos que ya estaba en viaje a Panamá, donde no lo aceptaron y debió irse de incógnito a Venezuela.

Luego, cuando el pueblo salió a las calles y se vio el primer video Kouri-Montesinos, corrió al Japón donde se autoexilió durante cinco años.

En la creencia de que el amnésico pueblo peruano había olvidado su fuga, corrió a los brazos de Chile para estar más cerca de lo que él calificó su proyecto político.

Quiso correr de la justicia peruana y armó todo un tinglado en Chile, pero…

Ahora está sentadito, con cara de susto para responder por crímenes de lesa humanidad cometidos en ejercicio de un poder soberano que prostituyó al convertir en dictadura.

Y como es su costumbre, se corre de los interrogatorios, se refugia en el no recuerdo, yo no estuve, yo no lo conocía, yo despachaba en los pueblos, mi asesor no era mi asesor, nunca usé la misma corbata, ya no es el que proclamaba “no soy un caído del palto”.

Reconoce que todo pasaba a su alrededor sin que él se enterara en lo que solo les ocurre a los bien, bien caiditos del palto, ¿no ingeniero?

Era el jefe supremo de las fuerzas armadas, pero según él- mandaba pero no tenía comando, daba directivas, pero no órdenes. Nuevo lenguaje críptico.

Él despachaba en los pueblos, no en palacio, ni en el Servicio de Inteligencia Nacional donde vivió varios años, ni en el Pentagonito, donde también estuvo alojado mucho tiempo.Ahora frente al fiscal, no solo tiene cara de susto. Tiene cara de responsable irresponsable que quiere ocultar todo en su habitual caparazón.

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