miércoles, 4 de julio de 2012

Hacia la legalización de las drogas

Vargas Llosa demanda
otra opción a la larga
lucha contra las drogas

En su última Piedra de Toque, el Premio Nóbel de Literatura, Mario Vargas Llosa, no ha escatimado elogios para el presidente de Uruguay José Mujica, por “la valerosa decisión” de plantear ante su Parlamento “una ley legalizando el cultivo y la venta de canabis”.

José Mujica retoma la iniciativa

Como quiera que Mujica tiene mayoría en ambas cámaras legislativas, se da por seguro que ese proyecto será aprobado con lo que Uruguay sería el primer país de América latina en ponerle una zancadilla a las mafias que utilizan su territorio como “plataforma” para la exportación de droga a Europa y Asia.

Mujica no está solo. Ha hecho propios los planteamientos ya un tanto antiguos de la Comisión Latinoamericana de Drogas y Democracia, que agrupa a distinguidos estadistas, como los expresidentes Fernando Henrique Cardoso de Brasil, César Gaviria de Colombia y Ernesto Zedillo de México.

Vargas Llosa recuerda que él mismo forma parte de esa entidad junto a otras 18 personas de distintas profesiones de la región.

Otra opción en la guerra contra el narcotráfico

El nobel peruano reconoce que las opiniones sobre la lucha contra las drogas, que pasa por su descriminalización fueron recibidas “con reticencias y preocupación, y a veces duras críticas” pero el tiempo y los acontecimientos vinculados con esa pelea que dura alrededor de medio siglo en algunos países de nuestra área, han determinado que la Comisión gane terreno, merced a que en los trabajos que ha difundido han “participado siempre especialistas destacados por su espíritu dialogante y la clara vocación democrática que inspira”.

Alguien tiene que comenzar

En recientes declaraciones al diario O’Globo de Brasil, el presidente de Uruguay dijo que “alguien tiene que ser el primero, alguien tiene que empezar en América del Sur. Porque estamos perdiendo la batalla contra las drogas y el crimen en el continente”.

A Mujica se sumó su ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, quien señaló “como razón central de este paso audaz, que ‘la prohibición de ciertas drogas le está generando al país más problemas que la droga misma’”.

Drogas y corrupción van juntas

“No se puede decir de manera más lúcida y concisa una verdad de la que tenemos pruebas todos los días, en el mundo entero, con las noticias de los asesinatos, secuestros, torturas, atentados terroristas, guerras gansteriles, que están sembrando de cadáveres inocentes las ciudades del mundo, y el deterioro sistemático de las instituciones democráticas de los países, cada día más numerosos, donde los poderosos carteles de la droga corrompen funcionarios, jueces, policías, periodistas y a veces deciden los resultados de las justas electorales”, recalca Vargas Llosa.

Añade: “La prohibición de la droga sólo ha servido para convertir al narcotráfico en un poder económico y criminal vertiginoso que ha multiplicado la inseguridad y la violencia y que podría muy pronto llenar el Tercer Mundo de narcoestados”.

De poco sirven las grandes requisas de drogas

El proyecto de José Mujica pone en manos del Estado “el control de la calidad, cantidad y precio de la mariguana y los compradores deberán registrarse y tener cumplidos 18 años de edad. Cada comprador podrá adquirir un máximo de 40 porros al mes y los impuestos que graven la venta se emplearán en tratamientos de rehabilitación y de prevención y en la creación de un centro de control de calidad del producto”, escribió Vargas Llosa el domingo pasado.

Con la debida distancia

Con la debida distancia de los planteamientos difundidos en el mundo por nuestro Premio Nobel, debo recordar que en mi novela “El señor de los temblores”, capítulo 4, aparece un personaje real, ya desaparecido, muy popular en la Arequipa de la mitad del siglo pasado, Quintino, el rey de la ciudad, quien presenta ante una hipotética asamblea de los sabios, un proyecto de ley que legaliza las drogas, encarga al Estado la producción y comercialización de la hoja de coca y todos sus derivados, así como de su venta en el territorio nacional y fuera de él y, aplica sanciones severísimas -25 años de cárcel sin derecho a beneficios penitenciarios- a quienes vendan droga a los menores de edad.

Algunos altos funcionarios se burlaron de la Comisión. (Cralín en La República)

Los mayores sí pueden adquirirla en los establecimientos privados y hasta en locales estatales, porque total, concluye el texto, cada uno es dueño de su libertad y de hacer con su nariz lo que le plazca.

Quizá por lo limitado de la divulgación de esa novela, hubo pocos comentarios sobre el libro, la mayoría en la prensa de Arequipa y, consiguientemente, una relativa difusión nacional del proyecto de “Quintino”, quien, a largos rasgos plantea la legalización de las drogas, principalmente de la cocaína.

Aunque el capítulo 4, como gran parte de la novela, está redactado en tono festivo, su planteamiento no deja de tener validez, porque ya desde 2009 cuando apareció esa edición del libro, ha corrido mucha agua bajo los puentes, el estado peruano sigue gastando vidas, esfuerzos y millones en una lucha de palos de ciego sin esperanza de victoria, mientras los carteles de la mafia se hacen cada vez más poderosos y agresivos e introducen la corrupción en todas las esferas de la institucionalidad democrática.

Por eso, el recuerdo que nos trae nuevamente Mario Vargas Llosa sobre ese crucial asunto de nuestra época, es algo que debe atenderse sin demora, con nuevas alternativas y no solo la represión por la fuerza, antes de que esa hidra de cabezas múltiples que es el narcotráfico y sus conexiones nos engullan como sociedad.

Luis Eduardo Podestá

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