miércoles, 11 de enero de 2012

La extinción de los perales


En la última fiesta de los
Reyes Magos se colgaron
peras con pitas en Tiabaya

A través de mi existencia he asistido a la desaparición de algunas cosas que dejaron un enorme vacío en el sentimiento colectivo. Una de ellas fueron los tranvías de Lima y Arequipa, dados de baja inexplicablemente en la década de 1960 para dar paso a los ómnibus contaminantes.

La verdadera cosecha de antes

Ahora me pregunto si asistimos a la desaparición de los perales, esos hermosos árboles que nos regalan sus frutos, las dulces y refrescantes peras que el ingenio de las amas de casa, supo introducir en el chaque de peras arequipeño (plato de caldo con carne, papas y otros ingredientes) para darle una característica especial de fiesta.

Al menos, en el distrito arequipeño de Tiabaya, los idílicos perales de antaño se han extinguido y la antigua tradición de "sacudir los perales" en la fiesta de los Reyes Magos este año se tuvo que celebrar previa compra de peras de otra procedencia y colgando los frutos de los árboles amarrándolos con pitas.

¡Qué cruel ironía para la fecunda campiña de Tiabaya! Por disposición municipal se tuvo que recurrir a lo inadmisible, pretendiendo revivir lo irrevivible.

El 6 de enero en Arequipa, mil kilómetros al sur de Lima, se caracterizaba por el desfile de los Tres Reyes Magos a caballo o a pie, que visitaban dependencias asistenciales para entregar regalos a niños y ancianos.

Luego venía la sacudida de los perales en Tiabaya, cuando miles de personas se volcaban a ese distrito campesino al suroeste de Arequipa para cumplir aquel rito y llenar canastas y bolsillos de peras maduras.

Colgaron peras compradas en el mercado

Hace unos días leí lo inaudito en un serio medio de comunicación de Arequipa: "La sacudida de los perales, que tradicionalmente se festeja en Tiabaya, en coincidencia con el día de los Reyes Magos, volvió a realizarse ayer, pero con frutos comprados en los mercados y colgados con pitas".

A lo único a que atinó el alcalde Miguel Ángel Cuadros, fue a prometer un futuro de peras en su distrito. A propósito, el diario El Pueblo publicaba que "el alcalde del lugar indicó que su comuna se propone alentar la siembra de las peras chicas para que la fiesta sea auténtica".

Sacudir los perales tenía un doble significado. No solo era la tradición de visitar Tiabaya cada 6 de enero, sino que mantenía vivo el apetito por otro plato que sin peras puede extinguirse de la mesa criolla: la timpusca.

Peras, ingrediente obligado de la timpusca

Quienes queríamos burlarnos de los pobladores de aquel viejo distrito, que se caracterizaba por su amplia avenida principal a cuyos lados se habían instalado 'jardines' en lugar de los restaurantes comunes de hoy, les decíamos "chaqueperas", palabra inventada que resumía lo que en realidad era “chaque de peras”, porque su principal y característico ingrediente de ese plato eran las peras cosechadas en las mismas huertas de Tiabaya.

Por supuesto, la sacudida terminaba en fiesta

Para mayor información, los “jardines” que conocí eran restaurantes campestres que se extendían desde la fachada normal de una casa de familia, hacia el fondo donde había glorietas por cuyos postes crecían enredaderas iluminadas por campanillas azules o violetas, y donde las familias se instalaban para disfrutar de paisaje, aire puro y buenos platos.

Esos jardines –el Jardín Macedo, el Jardín Ballón, entre otros de antigua fama- ya no existen y, la providencia no lo permita, los perales de antaño están en el mismo riesgo y con ello, la fiesta de reyes al estilo de los abuelos.

¿En qué momento se jodieron los perales, Zavalita? Quizá en el momento en que las autoridades no se dieron cuenta de que esos árboles desaparecían en sus narices y no se preocuparon de replantar los que hacían falta en lugares que hoy quizá están cubiertos de ladrillos y cemento.


Luis Eduardo Podestá

Nota – Una versión de este artículo fue publicada en el diario El Peruano el 11 de enero de 2012.

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