sábado, 18 de octubre de 2008

El semanario quincenal cumple diez años


“El Gallito” no se vende
porque no tiene precio


No puedo dejar de sentir el impacto de dos portadas de El Gallito, una publicación que se dice “quincenario mensual de aparición semanal” y que va a cumplir diez años el próximo noviembre en la Blanca Ciudad del Misti.
Aún no lo saben pero el director es un tal Álvaro “Lesness” Podestá Cuadros que nació en el Rímac y se avecindó en Arequipa al parecer per secula seculorum, donde ha establecido su cuartel general.
El tal “Lesness” se dio cuenta de que nadie compra por las buenas un periódico o una revista, salvo algunos que nos contamos con los dedos de los pies. Y decidió que “El Gallito” debía ser gratuito. Además le dijo al editor que aunque tiene solo cuatro páginas en blanco y negro y en modesto papel bond, le pusiera un regalo a los lectores en la ¡página 17!
Así, de juego en juego, fue llenando las páginas de El Gallito con un poco de imaginación, mucha fantasía, un buen humor insobornable y más mentiras de las que salen por la boca del infierno.
¡Y va a cumplir diez años con su lema El Gallito no se vende porque no tiene precio! Para desanimar a los fenicios infiltrados en la profesión que no pocas veces han aprovechado las técnicas modernas de impresión para sacar fotocopias y cobrar un sol por cada gallo, lo cual al autor, director, editor, publicista, reportero, fotógrafo, distribuidor, canillita y responsable de la publicación, no le cae nada bien.

Portada de El Gallito 204




Eso prueba de que El Gallito es una ave a prueba de balas y bolas y que, aunque algunos señores muy encumbrados le han criticado su lisurez y lo no pocas veces lo han calificado de ”grosero”, lo leen aunque sea a escondidas. Algo así como lo que ocurría con Naná, la famosa novela de Emilio Zolá, que todos comentaban en secreto y no se atrevían a leer en público, pero que tenían guardada bajo la almohada para darse el gusto a solas, sin testigos.
Bueno. El Gallito supo conquistar a algunos hombres de buena voluntad, que de paso eran –son– hombres de negocios, para que con sus contribuciones a cambio de un anuncio, le sacudan la pobreza y le permitan pagarle al diseñador Elvis Ninasivincha, al impresor, a los vendedores de papel, y, en fin, a los que no perdonan a nadie a la hora de cobrar por muy gallo que sea.
Y de paso le permitió hacer canjes que le permiten llevarse sabrosos pollos a la brasa o comer en distinguidos restaurantes y beber su tequila sunrise cuando está con ganas de mojar el buche.
Y, vea usted. Solo pensaba escribir un par de párrafos para presentar las últimas dos portadas de este El Gallito que cumplirá diez años sin haber ido a la olla en noviembre y ya voy por el décimo y con la perspectiva de un par más porque vale la pena felicitar a alguien que como Álvaro Podestá Cuadros, está haciendo periodismo sin ser periodista y ha conquistado más lectores que los que dicen tener alguna formales publicaciones.

Portada de El Gallito 205, de los últimos ejemplares llegados a Lima



Y todo eso, verdad de verdades, me parece a mí que soy su papá, una hazaña digna de no solo diez sino muuuuuuuuuchos años más para alegría de la gente que lo lee.
Ahora, basta de palabras y como ambas portadas son de toda actualidad, se las regalo.

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