viernes, 13 de enero de 2012

Un celular interrumpió un concierto

Nunca le había pasado algo así
a la Filarmónica de Nueva York

en sus 170 años de existencia

A la Filarmónica de Nueva York no le había ocurrido algo similar en sus 170 años de existencia ni en los 14 mil conciertos que ha ofrecido hasta el presente. Tuvieron que inventarse los teléfonos celulares para que ello sucediera.

El director Alan Gilbert reaccionó furioso

El hecho fue difundido hoy por el diario El País, de España, que dio cuenta de un despacho proveniente de Nueva York y según el cual, obligó al director de la orquesta, Alan Gilbert, a abandonar el podio y acercarse al irrespetuoso dueño del teléfono para asegurarse de que finalmente este fuera apagado.

Recibió bautismo de interrupción

La Filarmónica interpretaba el martes la Novena Sinfonía de Gustav Mahler en el Avery Fisher Hall del Lincoln Center, uno de los escenarios más serios de la música culta, cuando desde la primera fila de asientos salió la señal de una llamada interpretada musicalmente con una marimba.

La insistencia del sonido motivó la interrupción del concierto y el director esperaba que el dueño del celular lo apagara, mientras el público estallaba en protestas contra el irrespetuoso personaje. Como este no se diera por aludido, Gilbert abandonó el escenario, bajó hasta él y le increpó.

Solo se apartó del espectador cuando este le aseguró que el teléfono estaba apagado, Gibert volvió al podio y reanudó la presentación, confirmó Katherine Johnson, portavoz de la institución a la agencia EFE que proporcionó el despacho a la prensa española.

Se han visto y oído situaciones de irrespeto en numerosos escenarios de la vida ciudadana, pero algunas personas desafían esa regla no escrita que obliga a los dueños de esos aparatos a apagarlos en determinadas situaciones.

Yo pensaba que solo aquí en Lima, donde los valientes hacen lo que quieren, se producían esos molestos incidentes, en algún cine durante la función, en un oficio religioso en una iglesia, y hasta durante una audiencia judicial, cuando el presidente de la Sala levantó molesto la mirada y el sonido descubrió al culpable que debió abandonar el recinto rojo de vergüenza.

Pero esa ocurrencia frente a la Filarmónica neoyorquina, que le malogró una historia de 170 años sin interrupciones molestas, es ciertamente emblemática, como es habitual calificar hoy a ciertos hechos. ¡Digna del libro de los récords!

Luis Eduardo Podestá

(Datos y foto de la prensa española)

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