sábado, 13 de marzo de 2010

Hay que hilar fino con la Tía María

Conciliar las posiciones para
no perder una inversión que
impulse el desarrollo de Islay




Muchos pobladores de La Punta, Cocachacra, Tambo y otras localidades de la provincia de Islay, deben tener un recuerdo no muy grato de la Southern Perú Copper Corp. (SPCC), que en el pasado envenenó el valle con los humos de su refinería y los relaves de Toquepala.

Es natural, pero quizá apresurado, que hoy exista tan recia oposición a la materialización de la Tía María, que ofrece una inversión de 934 millones de dólares, y un canon de 350 millones de dólares anuales, que no se pueden rechazar así porque sí, en una provincia harto necesitada de trabajo y bienestar.

Deben recordar con rabia e impotencia, la desaparición de sus cultivos de palta, caña de azúcar y olivos, entre los mejores del Perú y que durante el desarrollo del cobre en Toquepala y la refinería de Ilo, languidecieron hasta desaparecer casi por completo.


La población dividida en posiciones antagónicas


Hace más de 20 años, en cumplimiento de una misión periodística, iba de Tacna a Mollendo por la llamada Costanera y fui testigo de excepción –quizá– de cuán poderoso era el veneno que se vertía desaprensivamente en el mar. Hice que el taxi se detuviera en un desierto tramo de la carretera para ver por mí mismo por qué los agricultores del valle de Tambo repudiaban a la SPPC.

Un riachuelo de espeso líquido color plata se deslizaba como una serpiente ponzoñosa, corroía la tierra por donde pasaba y se depositaba en el mar que mostraba una herida amplia de color gris oscuro en esa zona.

“Ese relave”, me dijo el chofer, “viene desde Toquepala. Los humos vienen desde Ilo. En este mar no viven ni las malaguas”, comentó.

Una conciliación necesaria

El ingeniero Elmer Pinto Cáceres, autor de un pormenorizado estudio sobre el asunto mina Tía María ha hecho notables aportes a un debate urgente e imprescindible ante la polarización y encono de las corrientes a favor y en contra de la presencia de la minera que explotará Tía María y su vecina La Tapada.

Pinto recuerda que después de “varios intentos de exploración efectuados por diferentes compañías, de dar con las condiciones de rentabilidad al conocido prospecto Tía María, en la provincia de Islay, la empresa Southern Copper – Southern Perú descubrió el yacimiento vecino ‘La Tapada’, con lo que se convirtió en atractivo”.

Añade: “En la provincia de Islay, y en particular, en el Valle de Tambo, se ha generado una coyuntura especial por el desarrollo del Gran Proyecto Tía María” y una “profunda preocupación (de los pobladores) por el futuro de sus recursos”.

“Estas acciones, nos invitan a reflexionar, participar y presentar alternativas”, señala el profesional, quien recuerda que la percepción de la población sobre la SPCC, ahora Southern Copper – Southern Perú (SCSP), ha sido negativa en Tambo por los gases sulfurosos de la Fundición de Ilo que afectaron sus cultivos “en las últimas tres décadas”.

La Southern ya delimitó su "propiedad"


Precisa que la empresa hizo petitorios sobre Tía María, y “amparada en concesiones mineras otorgadas por el Ministerio de Energía y Minas” demarcó con “robustos letreros de concreto, lo que considera su propiedad, que incluye más del 50 % de la provincia de Islay, Las Lomas de los distritos de Cocachacra, Punta de Bombón, El Arenal y Mejía”, donde los ganaderos llevan su ganado en épocas de lomas, y quienes “han perdido su derecho que por costumbre y tradición hemos heredado”.

A ello hay que agregar, declara, “la pretensión de la SCSP, de tomar las aguas superficiales y subterráneas del río Tambo, de uso doméstico y agrícola de la población, sin ningún tipo de consideración ni respeto a la población de Islay”.

Otros tiempos…

El ingeniero Pinto se pregunta si luego de esas reflexiones es posible que la minería se pueda desarrollar en “armonía” con la actividad agrícola.

Postula que si bien “toda actividad humana genera un impacto mayor o menor en el medio ambiente”, y “la actividad minera como la agrícola, ganadera, pesquera, turística, no están exceptuadas de generar contaminación, la humanidad necesita explotar y transformar los recursos para su desarrollo, de manera responsable, sostenida y justa”.

Ni con chullo Velásques Quesquén pudo convencer


Tras indicar que “el desarrollo de la humanidad conlleva a no quedarse relegado, y las sociedades se hacen más fuertes cuando saben aprovechar los recursos naturales que les pertenecen”, subraya que “la minería SÍ se puede desarrollar en armonía con la naturaleza, de manera equitativa y sostenible… Pero es importante una negociación técnica y proporcional para ambas partes con respeto al medio ambiente y la población del lugar”.

Para esto es necesario “estar organizados” para alcanzar el beneficio mutuo y hacer que el terreno de baja productividad-rentabilidad en que se encuentra actualmente el yacimiento de Tía María se convierta en una fuente de riqueza bien administrada y se transforme en la palanca de desarrollo de la provincia de Islay y de la Región”.

Juan Manuel Guillén se esfuerza por conciliar


Ahora corren nuevos vientos y sería suicida dejar pasar una oportunidad como la que brinda una inversión de tal magnitud para explotar Tía María que producirá un canon de alrededor de 350 millones de dólares anuales que harta falta nos hacen.

El ingeniero Pinto recuerda Tambo Grande, Piura, y señala que “es un caso a tomar muy en cuenta sobre todo por la similitud de sus poblaciones y las principales actividades relacionadas. Es importante comentar cómo un gran y magnífico proyecto se vino abajo por un manejo inadecuado de dos posiciones antagónicas y extremas. Actualmente, este yacimiento ha sido dividido y es explotado de manera desordenada en forma artesanal por un grupo de mineros informales, con un alto índice de contaminación al medio ambiente, una explotación técnicamente inadecuada en donde solo se beneficia un grupo de pobladores. Así se truncó la posibilidad de una negociación que beneficie a la población de Tambo Grande, a la provincia de Sullana, a la Región Piura y al fisco nacional”.

A la luz de todos estos razonamientos y de las idas y venidas que retardan una decisión, hay que cruzar los dedos para que no ocurra lo mismo con la Tía María y rogar para que las posiciones de unos y otros se concilien en aras del bienestar general y del futuro que todos desean para la generación que ha de venir.

Luis Eduardo Podestá



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