domingo, 28 de abril de 2019

Cuánto nos cuesta un Congreso de inútiles

Última encuesta desnuda cómo
ve la ciudadanía el negativo
desempeño de su Congreso

No se extrañen del calificativo de negativo aplicado a nuestra representación parlamentaria que ya tiene dos años en su palacio legislativo y no ha hecho su trabajo y se ha dedicado más bien, a blindar -léase proteger, socapar-, solo por el mérito del compadrazgo, a compinches que han cometido faltas o delitos.

Cuando les da la gana dejan sin quórum la sesión
Felizmente la ciudadanía ha dicho “basta, ociosos” y, como lo interpreta perfectamente hoy la nota editorial de La República, “el Congreso cosecha una masiva e inédita reprobación nacional”.

El comentario se sustenta en los resultados de la encuesta desarrollada por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) que materializa la opinión de los peruanos frente a su mal llamado Poder Legislativo.

El Congreso, al que muchos llaman Kongreso por razones que han saltado a la vista como que es el feudo de la “señora K”, solo tiene un 10 por ciento de aprobación, probablemente de peruanos desinformados o que le deben un taper o una frazadita a la familia K.

Pero un 84 por ciento desaprueba lo que ha hecho -mejor podría decirse lo que no ha hecho- el Congreso, que olvidó su principal misión que es legislar para mejorar la vida de aquellos a quienes dice representar.

Lo extraordinario pero no extraño de esta consulta, es que el 70 por ciento de ciudadanos consultados reclama el cierre -sí, el cierre- del Congreso, porque no le sirve para nada.

Respuesta del Perú que debe tomarse en cuenta
El diario La República indica, además, que entre los descontentos hay niveles todos altos de desaprobación.

“Estos datos acompañan a otro, inédito, de que el 70% respaldaría un eventual cierre del Congreso por el presidente Martín Vizcarra, un apoyo que en el sur llega al 78%. En esa línea de razonamiento, el 55% cree que el cierre del Congreso mejoraría la situación política, una sensación que aumenta en Lima (57%), el norte (63%) y el sur (62%)”, dice la nota editorial.

El diario añade que “esta percepción no es gratuita o casual. El Parlamento cosecha lo que ha sembrado los dos últimos años. El rechazo masivo ha sido logrado a pulso, y a él tributan el obstruccionismo al Ejecutivo, las investigaciones amañadas –como el de la Comisión Lava Jato– la protección a los funcionarios denunciados y el blindaje a los congresistas pillados con las manos en la masa o bajo cargos graves, como Edwin Donayre o Héctor Becerril”.

Y cuánto pagamos los peruanos para que calienten el asiento los 130 congresistas, de los cuales se salvan muy pocos que sí se preocupan por mantener, por lo menos el equilibrio entre esa mayoría desprestigiada llamada fujiaprista que solo trabaja para defender sus propios intereses.

Llevan agua para su molino
Cada padre o madre de la patria tiene una remuneración mensual de S/ 15,600 y dos gratificaciones (julio y diciembre), a lo que se suma una llamada “asignación por desempeño”, también conocida como gastos de representación, por S/ 7,614.

Al hacerse cargo del puesto, cada congresista tiene S/ 15,600 por gastos de instalación, que deberían cobrar solo los que llegan de provincias, pero el Perú generoso lo otorga a todos aunque ya estén instalados en Lima.

“Los peruanos gastamos en un congresista son S/ 312,888. Esto significará S/ 40'675.440 por los 130”, dijo un informe de prensa hace unos meses.

Acá no acaba todo. Porque el congresista no llega solo. Necesita un “equipo”. Tiene derecho a dos asesores, un técnico, un asistente, un auxiliar y un coordinador con derecho a un sueldo y a dos gratificaciones, escolaridad anual por S/ 4,000 y una asignación diaria de S/ 36 para alimentación (a excepción del coordinador).

Así, pues, “el despacho de cada congresista cuesta anualmente S/ 492,730, lo que multiplicado por los 130 resultan generosísimos S/ 64'054,900 por trabajar para sí mismos y no para el país.

Debíamos tener el derecho de despedirlos, pero se duda que hagan una ley que nos dé esa facultad a nosotros, sus empleadores. (Luis Eduardo Podestá)

(Imágenes del Congreso y La República)

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