domingo, 9 de noviembre de 2014

El muro de Berlín que conocímos

Muchos murieron al tratar
de pasar al otro lado pero
otros muchos lo lograron

Fuimos los primeros y únicos visitantes aquel día de agosto, en ese trozo del Muro de Berlín, cuya destrucción se evoca hoy, que estaba ubicado en el crucero de Wilhemstrasse y Niederkirscherstrasse.

El Muro, detrás de la fachada de Wilhemstrasse
Entramos por una abertura que mostraba aún los restos de concreto armado en el suelo y seguimos por el camino de tierra suelta que se convertía en polvo cada vez que la brisa lo agitaba.

Pasamos al lado de una pared que exhibía granes fotografías de episodios de la construcción del Muro y de los momentos y sucesos más intensos de la lucha de ciudadanos por escapar al lado occidental a pesar de la actividad de la Gestapo por impedirlo y recordamos que aquella pared que dividió Berlín durante 28 años, cobró en diferentes lugares la cifra que varía entre 86 y 238 muertos, según diversas fuentes.

Convertido en galería fotográfica
En un talud donde se plantaron césped y flores para establecer contraste con las alambradas de púas y los gruesos muros de ladrillo, hay una pequeña escalinata que nos lleva, a mi hija Beatriz y a mí, hacia lo que fue el muro por dentro.

Vemos enormes bloques de ladrillo y hormigón en ruinas y más fotografías que cubren las paredes de la construcción en una suerte de extenso sótano.

No era solo una pared

Porque el Muro no era solo una pared. Tenía instalaciones interiores para el alojamiento y vigilancia de los guardias. En esta zona que es la única que quedará en pie para recuerdo de lo que fue, según averiguamos, entramos en lo que parece haber sido un alojamiento de los guardias fronterizos.  Ahora solo hay grandes trozos de pared de concreto.

Salimos por el lado opuesto hacia una estrecha placita donde se ubican vendedores de recuerdos. En una vitrina portátil, un hombre tocado por un gorro de piel ruso, a pesar del calor, vende trozos del muro, de unos cuatro o cinco centímetros de largo.

Otros vendedores ofrecen banderitas, medallas, monedas y una infinita cantidad de objetos que alguna vez pertenecieron a los guardias o a las víctimas que cayeron en intentos de cruzar el muro.

El muro cayó para siempre el 9 de noviembre de 1989, en medio de la algarabía solidaria del mundo, tras haber separado durante casi tres décadas a familias, amigos, empresas, barrios, avenidas, calles y hasta hogares cortados por la mitad de una ciudad ocupada.

Beatriz, dentro del Muro, entre bloques de hormigón
Thomas Flemming, autor de El muro de Berlín, distingue tres etapas en la construcción del muro: la primera entre 1961 y 1968, la segunda de 1968-69 a 1980 y la tercera de 1981 a 1990. Con cada una de ellas se hicieron construcciones más sofisticadas y lo que comenzó con alambrada de púas el 13 de agosto de 1961 se convirtió en una frontera, con espacios abiertos, grandes bloques de concreto armado, paredes de ladrillo de diferente grosor, torreones de vigilancia desde donde los guardias disparaban sobre quienes intentaran atravesarlo.

Para desarrollar la construcción, se demolieron casas, fábricas, negocios, y hasta se tapiaron y bloquearon entradas y salidas en estaciones del tren subterráneo. Los transeúntes solo podían atravesar el muro en los puntos establecidos por la autoridad soviética previa presentación de documentos que quedaban en manos de los guardias y les eran devueltos cuando regresaban.

El muro nunca fue igual en sus diferentes sectores. En 1975 se comenzó a tender un cerco de 45 mil bloquetas de hormigón, cuyo valor según informes oficiales de entonces ascendió a 359 mil marcos de la RDA.

Para 1981 la construcción consistió en el llamado muro fronterizo 75 que tenía 20.1 kilómetros, el muro fronterizo de placas de hormigón a lo largo de seis kilómetros, vallas en 10.4 kilómetros, vallas de señales sobre 33.3 kilómetros, 22.5 kilómetros de zanjas contra el paso de vehículos, 18 mil bloqueos de superficie con alambradas metálicas y clavos plantados de cabeza en el suelo, muro de ladrillos y concreto en el espacio posterior de 27.2 kilómetros y, finalmente, vallas sobre 82.8 kilómetros.

El Muro en el pasado trágico
En una extensión de 130 kilómetros, se instalaron 165 torres de observación, la mayor de ellas de madera y 232 búnkeres o lugares de instalación de las tropas fronterizas y policiales.

Escapes a través del Muro

El17 de agosto de 1962, el mundo presenció horrorizado a través de la televisión, la agonía de Peter Fechter, joven aprendiz de albañil, quien junto a su compañero de trabajo, Helmut Kulbeik, trató de cruzar la línea. Saltaron la primera barrera pero fueron descubiertos y los guardias hicieron disparos de advertencia, pero ellos siguieron corriendo y los disparos fueron entonces contra el cuerpo.

Kulbeik pudo llegar al oeste luego de saltar las barreras, pero Peter recibió balazos en la espalda y el vientre y quedó tirado en el borde de la zona occidental. Los policías norteamericanos no se atrevieron a dar los pasos necesarios para rescatar al herido. Tampoco los guardias de la RDA.

El soldado Conrad Schuman pasa al Oeste
Unos transeúntes arrojaron elementos de primeros auxilios a fin de que Peter Fechter se atendiera a sí mismo, pero al parecer se hallaba demasiado débil por la pérdida de sangre y no pudo hacerlo. Allí frente al muro murió ante la mirada de gente que protestaba en la impotencia y ante cámaras de televisión que transmitieron al mundo el trágico episodio.

Otro dramático episodio ocurrió el 15 de agosto de 1961. Como quien cumple su tarea, el guardia Conrad Schuman, de 19 años, se acercó repetidas veces a la cerca de púas, la tocó primero con la mano y luego con el pie, como para dar la impresión de estar comprobando su seguridad.

De pronto se lanzó a la carrera hacia la valla, saltó sobre ella, su pistola cayó pero él siguió corriendo hasta alcanzar la protección de unos camiones de la policía de Berlín Occidental. Toda la escena fue captada en fotos del periodista Peter Leibning, que la distribuyó a publicaciones del mundo entero. (Luis Eduardo Podestá).


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