miércoles, 12 de agosto de 2009

Por qué los arequipeños son tan así

Los arequipeños se ríen
de sí mismos y de los

camanejos en su fiesta,



Los de la oposición han inventado una tonelada de chistes a costa del bien ganado prestigio de los arequipeños y de la arequipeñidad que proclaman en todos los rincones del mundo. Les regalo algunos de los viejos y modernos cuentos que la oposición no arequipeña ha difundido con toda mala fe.

Catedral de Arequipa, vista desde el puente Grau


Claro que los camanejos –que son bien arequipeños de la costa mientras los otros son de la cuesta para no ser serranos– y los mismos mistianos han dado diversos motivos con la natural simpatía que despliegan por el mundo, para que propios y extraños –más los propios– inventen cada cosa, oiga usté…

Recuerdo por ejemplo, a Manuel Huanqui, profesor universitario autor de un librito que tituló Por qué los arequipeños son tan así. Y bueno, uno de sus primeros capítulos hablaba de la excursión que por cuenta de la universidad y los bolsillos de los papases haría un grupo de estudiantes de la San Agustín nada menos que a la ciudad de Piura en un ómnibus especialmente contratado para la aventura.

Cuenta Manuel que en Camaná, primera escala del viaje, les comenzaron a tirar piedras. Como no había motivo alguno –solo que los agresores eran camanejos que lo hacían gratis– descendieron del ómnibus para pedir explicaciones. Y al mirar el parabrisas trizado y un poco más arriba se dieron cuenta de la causa.

El autobús lucía el letrero de su itinerario habitual: “Arequipa-La Joya”.

El colega Rubén Collazos, exdirector del diario Correo, quien fue parte de aquella excursión al norte, cuenta que, de todas maneras, a pesar de las miradas entre burlonas y no pocas veces coléricas de la gente, lograron dar buen fin al viaje y llegar sin más problemas a la calurosa Piura.


Eso fue suficiente para que los heroicos camanejos, en defensa de sus fueros, Camaná es una verdadera joya, se lanzaran al ataque. Parece que la excursión estudiantil a Lima se terminó en Camaná.

Un callejón de Yanahuara


Hubo también en la Universidad del Gran Padre, un destacado profesor que escribió un libro que tituló “Filosofía de la letra A”.

Cuando Guillermo Cortez Núñez, entonces director de la mejor época del diario Expreso, se enteró de la aparición del volumen, solo comentó: “Este debe ser un genio… o un pendejo. Seguro que a continuación querrá escribir la filosofía de todo el alfabeto y tiene cuerda para rato”.

Ese era Guillermo Cortez, arequipeño de la calle La Merced, a quien todo el mundo le decía a la mexicana, Cuatacho, porque Cuatacho fue el seudónimo que escogió para firmar la columna deportiva Barra brava, que escribió en el viejo y desaparecido tabloide Ultima Hora.

Esta es la hora en que propios y extraños –más los extraños- se acuerdan de los chistes a costa del Misti y sus habitantes, por envidia, como es de imaginar y para picarlos en plena fiesta del 469º aniversario.

El correo de Emily

Hace dos días recibí una colección de esos chistes, en un correo firmado por Emily, que sé quién es pero me reservo su apellido para que su papá, el señor Rodríguez Velásquez no le llame la atención, porque es un viejo arequipés, que en su productiva juventud hizo caricaturas en el diario El Pueblo y en una revista de mala suerte, netamente arequipeña, llamada Trece, que no llegó ni al número 13.
He aquí algunas muestras del humor de Emily:
Alguien le dice a un arequipeño, en una mañana de sol:
-Oiga, qué mañana tan bonita.
A lo que el arequipeño responde:
-Gracias, gracias, se hace lo que se puede…

Emily, con gesto tolerante y universal, me dice que les cuente algo más, con franco ánimo desprestigiador.

¿Que diferencia hay entre un arequipeño y una pila?
En que la pila tiene un lado positivo.

Pero no todo es negativo, como lo atestigua una cariñosa mamá ante quien su hija se confiesa:
-Mamá, ¡me ha violado un arequipeño!
-Y ¿cómo sabes que es arequipeño?
-Porque me obligó a darle las gracias.

Un arequipeño se encontraba haciendo el amor con su novia y ella de pronto se queja: ¡Ay, Dios mío!
Él responde: Bueno...aquí, en la intimidad me puedes llamar Oscar.

¿Que le tiran a un arequipeño cuando se está ahogando?
¡Al resto de la familia! Y a veces un pañuelo… para que des... ahogue.

Cuando hay tormentas eléctricas, con truenos y relámpagos, los arequipeños salen a la calle, miran al cielo y sonríen porque creen que Dios les está tomando fotos.

Un arequipeñito le dice a su papá:
-Papá, cuando sea grande yo quiero ser como tú.
El papá responde:
-¿Y para qué hijito, para qué?
-Para tener un hijo como yo.

Ahora los de mi cosecha

Como se ve, los cuentos enviados por Emily, son de amplio espectro y me estimulan a hurgar en la memoria donde encuentro el siguiente, que es más viejo que el aguacero pero se adapta a la ocasión

Dos arequipeños van por la Quinta Avenida de Nueva York el 4 de julio, fiesta nacional de los Estados Unidos y asisten admirados al bullicio de las bandas, los desfiles, las waripoleras, los edificios embanderados, la lluvia de mixturas y serpentinas, los globos de colores.
-Mira qué gran fiesta. ¿Qué estarán celebrando?
-Su día de la independencia, pué. Hoy es 4 de julio.
-Uyy curuju. ¡Si así celebran el 4 de julio cómo será el 15 de agosto!

Y esto no es una demostración de la superioridad arequipeña.

Por eso, el difunto Cuatacho decía;
-En cualquier reunión, asamblea o mitin, si hay un arequipeño, ¡ya somos mayoría!

El apacible río Chili


No hay que olvidar que el arequipeñismo viene desde la cuna y que las propias madres inculcan su orgullo natal a sus retoños. Sino presten atención al diálogo siguiente:

-Ahora que vayáis a Lima, hijito, nunca digáis que sois arequipeño…
-¡Pero por qué pué, mamita!
-Porque no tenís ningún derecho de acomplejar a los demás…

Pero la verdad es que tienen también mucho respeto y son amables y reconocidos con los demás, algo que prueba la despedida de un ahijado de su padrino camanejo:
-Padrino, me voy pa’ Lima y tengo un poco de temor… ¿Usted conoce Lima?
-No, ahijadito. Yo nunca he ido a Lima.
-Yo no conozco esa ciudad, no sé cómo me tratarán los limeños…
-¡Uy, ahijadito, no tengas miedo. Los limeños son buenísima gente. Apenas te conocen te invitan al cine, te llevan al teatro, te invitan a comer, te pagan el transporte…
-Y usted, padrino, ¿cómo sabe todo eso si nunca ha ido a Lima?
-¡Mi hermana me ha contau!

Otro rincón de Yanahuara


Además, el hecho de que sean viajeros los ha llevado al mundo entero. Conocí al Rocoto Márquez que tenía un restaurante arequipeño en una gran avenida de La Paz y preparaba rocotos rellenos, chaques y chairos tan sabrosos que le cerraron el establecimiento porque su comida nunca alcanzaba para todos.

Y Cortez Núñez contaba de un arequipeño que tuvo una picantería en Moscú y nunca le pasaba nada en plena era estaliniana porque la policía secreta veía que todas las tardes ponía un pendón rojo en la puerta de su casa para anunciar que ya estaban preparados para la venta su chicha y sus picantes.

Por eso es, quizá, que los criticones y los envidiosos dicen, sin fundamento, que los arequipeños se parecen a Dios porque están en todas partes y nadie los puede ver.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Hola, Luis Eduardo!
Siempre interesantísima tu columna. Lo del escritor noruego, la poesía de Alfredo Cornejo Chávez (su nombre me trajo recuerdos de otra época) y lo de la mina de mercurio de Santa Bárbara, todo lo disfruté al máximo.
Acabo de leer lo del 469º aniversario de Arequipa. Gracias por compartir con nosotros que estamos lejos, tu alegría y los recuerdos de la tierra. Que viva Arequipa!
Saludos.
Marcela Bruno.

Anónimo dijo...

Sr. Podestá ¿cómo está?
Aquí le mando unas fotos de nuestros queridos volcanes, que un día 28 de julio se vistieron de blanco ¡para celebrar las fiestas patrias!
Mi papá siempre lo recuerda y le manda muchos saludos
Un abrazo desde la Republica Independiente de Arequipa en su 469 cumpleaños.

Emily