domingo, 26 de julio de 2009

Santa Bárbara, fuente de riqueza y de tragedia (III)

El generoso cacique que
regaló la valiosa mina
a un aventurero español



(Esta es la tercera entrega de una serie dedicada a la mina de Santa Bárbara, con la esperanza de que algún día sea puesta en valor como centro turístico o un museo de sitio para que peruanos y extranjeros podamos conocer sus socavones, donde tuvieron lugar episodios poco conocidos de nuestra historia).



La doctora Ana María Hoyle, Directora de Sitios del Patrimonio de la Humanidad del Instituto Nacional de Cultura (INC), anunció el 19 de julio que se prepara la inscripción de la mina Santa Bárbara de Huancavelica para “una eventual postulación a la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco”.

La agencia oficial de noticias peruana Andina, que trae la información señala que la inscripción tendrá carácter transcontinental porque involucra a México, España y Eslovenia, la ruta que siguió el mercurio que se extraía del yacimiento de Santa Bárbara, a más de 4,000 metros de altura en el actual departamento de Huancavelica, llamada en sus orígenes Villa Rica de Oropesa, fundada el 4de agosto de 1571 por “real orden del virrey don Francisco de Toledo”.


Sencillo letrero avisa que uno ha llegado

En realidad no producía oro, a lo que parece aludir la denominación que le dieron los españoles sino el preciado mercurio, llamado en la antigüedad cinabrio o azogue, un elemento que ya extraían los primeros peruanos y lo llamaban “llimpi” al que daban fines ornamentales para pintar casas, telas y sus rostros para asustar a sus enemigos y, adicionalmente, en los ritos religiosos.

Un monigote con casco de minero da la bienvenida


Los españoles comenzaron a utilizarlo para separar el oro y la plata de los materiales en bruto extraídos de las minas.

Los actuales propìetarios de la mina Santa Bárbara y del bienestar que podría producir su puesta en valor que le dicen, serían los miembros de la comunidada de Sacsamarca, que hos se dedican a la agricultura y a la crianza de alpacas.

Cómo llegó la mina a manos de los españoles que la explotaron durante toda la colonia y la heredó la república hasta bien entrado el siglo XX, nos cuenta una tradición de don Ricardo Palma.




Cuenta don Ricardo que se trataba de la festividad de Corpus Christi del año 1564 y que el cabildo de Guamanga (sic) gastó 20 mil ducados, solo en “cirios de cinco libras” para celebrar cristianamente la fecha.

“A las once de la mañana, funcionando de maestro de ceremonias y con una campanilla de oro en la mano, salió del templo don Francisco de Cárdenas, luciendo la venera y manto de caballero de Santiago.

“Acompañábanlo, con campanillas de plata, don Pedro de Contreras y don García Martínez de Castañeda, de la orden de Alcántara.
Abrían la procesión los cofrades de Nuestra Señora del Rosario con su mayordomo el ricacho minero don Juan García de Vega. Llevaban todos capa de gala y cirio de a libra”, cuenta la tradición.

Como era costumbre, “después de las comunidades religiosas, y en medio de ocho vecinos acaudalados, iba don Amador de Cabrera llevando el guión del Santísimo”.

“Don Amador de Cabrera, que llevaba en una mano el guión parroquial y en la otra el sombrero con cintillo de oro esmaltado de brillantes, queriendo gozar a su sabor del auto, entregó el sombrero a su paje, que era un indiecito de diez años, hijo de uno de los caciques de Guancavilca”.

En medio del barullo de la fiesta, el “valioso cintillo y elegante chapeo desaparecieron de manos del muchacho” quien, probablemente asustado por la pérdida “también se hizo humo”, cuenta don Ricardo.

La tradición prosigue:

“Al día siguiente, almorzaba don Amador de Cabrera, en compañía de su esposa doña Inés de Villalobos, cuando se le presentó el cacique de Guancavilca, padre del pajecito que, temeroso de castigo, había ido a refugiarse en la casa paterna.

“-Perdona a mi hijo, viracocha, y sé bueno para con él -dijo el anciano.

“-¿Y en qué ha pecado el muchacho para solicitar gracia de mí? El pecador fui yo, que no debí confiar prenda de codicia a un niño.

“-Y yo, viracocha, vengo a pagarte...

“-No me ofendas, cacique -interrumpió Amador de Cabrera-, que ofensa es que me tengas por tacaño a quien afligen pérdidas de bienes. Cierto es que el cintillo vale seis mil ducados; pero doylo por bien perdido, ya que fue en la fiesta del Santísimo. No se hable más del asunto, y vuelva el chico a casa, que Inés y yo lo queremos como a hijo.

Templo de la comunidad de Sacsamarca

“Una lágrima de agradecimiento asomó a los ojos del cacique, y besando la mano de Cabrera, dijo:

“-Tu generosidad y nobleza me obligan a revelarte un secreto que te hará el hombre más rico del Perú. Manda ensillar tu caballo, y ven conmigo a Guancavilca.

“Dice el cronista Montesinos que don Amador de Cabrera, tomando entonces los dos cabos o extremos de una cinta, le contestó al viejo:

“-No tengo hermano, y tú, cacique, lo serás mío. Seremos tan iguales como los dos cabos de esta cinta.

“Veinticuatro horas después don Amador de Cabrera era dueño de la famosa mina de azogue de Huancavelica, y realmente el hombre más rico del Perú, pues sólo la mina le daba, libre de menudencias, una renta de 250 pesos diarios.

Don Ricardo Palma dice que Amador de Cabrera, era natural de Cuenca, España, vino al Perú en 1555 en busca de fortuna en la comitiva del virrey marqués de Cañete y que este “no halló otra manera de protegerlo que casándolo con la hija del conquistador Hernando de Villalobos, heredera del rico repartimiento de Angaraes”.

“Poseedor (de la mina) de Todos Santos, Descubridora o Santa Bárbara, que por estos tres nombres es conocida la mina de cinabrio, convino en 1572 en cederla a la corona por la suma de doscientos cincuenta mil ducados. Firmada ya la escritura de cesión, arrepintiose Cabrera, alegando lesión enormísima, pues según dictamen de peritos, la mina era de balde por un millón”, refiere la tradición de don Ricardo.

“Más que el pleito, la ambición de poseer un título de Castilla espoleó a don Amador de Cabrera, que era sobradamente rico, para emprender viaje a España; y cuando ya casi tenía conseguido el título, no sé si de conde o marqués, sorprendiolo la ñata (muerte) en 1576.

La mina quedó incorporada a la real corona, sin que por eso dejara de ser semillero de litigios con sobrinos y deudos del hidalgo conquense”.

Hermoso puente de piedra en Sacsamarca


Esta es la historia de San Bárbara, la que gracias a la gestión de la doctora Hoyle, puede convertirse en Patrimonio de la Humanidad. Se trata de una reliquia minera única en el mundo –como lo ha destacado el blog Tauromaquias, del colega César Terán Vega–, con ciudad y subterránea plaza de toros incluida en una de sus calles, que servirá de atractivo para los visitantes,

Aún se exhibe una faja transportadora de minerales

Creo que no debe perderse su potencial histórico y estudiarse con toda seriedad abrirla a la vista del mundo para que promueva el bienestar de los pobladores de una tierra calificada por las estadísticas como la más pobre del Perú.



(Ver también: El pueblo fantasma de Santa Bárbara del 14 de junio de 2009 y La mina que oculta una ciudad ciudad subterránea del 18 de julio de 2009)




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